ECONOMíA › LAS DIVISIONES, INTERESES Y DESACUERDOS INTERNOS DEL SECTOR AGROPECUARIO
Duros y moderados, grandes y chicos, liberales y partidarios de la intervención del Estado: por ideas y por intereses concretos “el campo” no es un bloque. Cómo son las distancias entre sus organizaciones y puertas adentro.
› Por Fernando Krakowiak
Se presentan como un bloque homogéneo. Sin embargo, las cuatro entidades representativas del campo están atravesadas por múltiples internas. Hay diferencias entre dirigentes duros y moderados que motivan recelos, intrigas y peleas. En un comienzo, el espanto que les provocó la suba de las retenciones a las exportaciones de soja y girasol los mantuvo unidos y les permitió sostener los cortes de rutas durante 21 días. Pero cuando el Gobierno flexibilizó su posición, anunciando reintegros para pequeños productores y prometiendo la apertura de las exportaciones de carne y un precio pleno para el trigo, las grietas quedaron en evidencia.
Históricamente, las diferencias estuvieron planteadas entre entidades. Federación Agraria y Coninagro aparecen identificadas con los intereses de pequeños y medianos productores, y reivindican la intervención del Estado, mientras que la Sociedad Rural y Confederaciones Rurales Argentinas nuclean a productores más grandes con una férrea tradición liberal. Sin embargo, durante este conflicto fue difícil trazar esa línea divisoria porque las cuatro organizaciones actuaron conjuntamente sin mostrar grandes fisuras. El Gobierno intentó quebrar el frente al anunciar los reintegros y el subsidio a los fletes, pero hasta el momento la comisión de enlace que las agrupa permanece firme. Esto no significa que no halla habido internas. Lo que ocurre es que se plantearon transversalmente, al interior de las distintas entidades. Lo que sigue es un detalle de esas disputas.
La principal interna que quedó planteada a partir del lockout es entre Eduardo Buzzi, titular de la entidad, y Alfredo De Angeli, presidente de la filial de Entre Ríos. Durante los 21 días de bloqueo de rutas, De Angeli marcó los tiempos del conflicto con una de las posiciones más duras. Los principales referentes nacionales de la entidad reconocían en privado que su intención era favorecer una negociación, pero afirmaban que no podían moderar su discurso ni anunciar un levantamiento de los cortes porque “las bases”, corporizadas en De Angeli y sus compañeros de ruta, iban a desobedecer la recomendación y seguir adelante con el conflicto, copándoles de hecho la conducción de la Federación. Sin embargo, la correlación de fuerzas parece haberse equilibrado durante la tregua por el cambio de escenario que supuso el inicio de la negociación.
La decisión tomada ayer por los productores de Entre Ríos, liderados por De Angeli, de extender la tregua hasta el martes para esperar los avances que puedan surgir de la reunión que mantendrán las entidades con el Gobierno es el mejor ejemplo del nuevo equilibrio interno. Su argumento para no cortar la ruta fue que no había que darle una excusa al Gobierno para que los acusará de hacer naufragar la negociación, pero lo cierto es que mientras estuvieron vigentes los bloqueos el oficialismo también puso como condición su levantamiento para comenzar a negociar y De Angeli en ningún momento consideró la opción de levantar su campamento para descomprimir los ánimos. Sólo se retiró después de que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner flexibilizará su posición anunciando los reintegros para pequeños productores y toda la dirigencia nacional del campo viajará a Gualeguaychú para hacerlo entrar en razón.
Los dirigentes nacionales de Federación sostienen que el debilitamiento de De Angeli también se debe a su inexperiencia y un entorno demasiado heterogéneo que incluye desde militantes del Partido Comunista Revolucionario hasta grandes sojeros. De hecho, una de las paradojas que expresa De Angeli es que tiene mucho carisma y representatividad entre los pequeños productores, pero quienes le financiaron su reciente gira por el país fueron los grandes grupos sojeros, no casualmente uno de los actos lo realizó en la localidad cordobesa de Jesús María.
Es una de las entidades donde las diferencias entre duros y moderados quedó más expuesta públicamente. El primer cruce interno se produjo durante el lockout, cuando el Gobierno pedía que se levantará la medida de fuerza para poder negociar. En una reunión de todas las entidades, Fernando Gioino, titular de Coninagro, presionó fuerte para que se levantarán los bloqueos y amenazo con partir el frente común si su posición no era escuchada. En ese momento, Carlos Garetto, su vice, lo cortó en seco: “Si vos te vas, te reemplazó yo”, le contestó y Gioino retrocedió sobre sus pasos.
El segundo cruce fue peor. El martes 22 de abril, Gioino se reunió con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner para ratificar el acuerdo lácteo firmado en diciembre del año pasado, pese a que el día anterior la comisión de enlace que integran las cuatro entidades haba reclamado elevar el precio promedio que les paga la industria a los tambos de 0,85 a 1,25 peso por litro (casi un 50 por ciento) y aumentar el precio de corte para la exportación de leche en polvo de 2770 a 3500 dólares por tonelada (26,3 por ciento).
La jugada de Gioino, respaldada por la empresa SanCor a la que representa en Coninagro, fue desautorizada al día siguiente por el consejo de administración de la entidad dejando expuesta la interna: 9 de los 10 directores apoyaron el reclamo de la comisión de enlace. Sólo Gioino votó por su propuesta y el rechazo mayoritario lo obligó a retirarse de la mesa de negociaciones, dejándole su lugar a su vicepresidente, Carlos Garetto, representante de la Asociación de Cooperativas Argentinas. Luego de ese hecho, muchos especularon con que Gioino renunciaría o se tomaría licencia, pero esta semana retomó el control de la entidad en las negociaciones, dando a entender que la pelea interna no está saldada.
Es una de las entidades que tiene más representación entre los medianos productores, pues nuclea a trece confederaciones regionales. La posición más dura la expresan las asociaciones de Buenos Aires (Carbap), Córdoba y San Luis (Cartez) y Santa Fe (Carsfe). Sus dirigentes tienen una concepción liberal de la economía, rechazan por definición todo tipo de intervención estatal e incluso algunos tuvieron una activa participación durante la última dictadura militar. Carbap, por ejemplo, durante el lockout subió la apuesta constantemente para radicalizar la situación, desbordando a Mario Llambías, titular de CRA, quien planteaba una postura un poco más moderada. Lo hizo al cortar las rutas durante Semana Santa pese a la recomendación de mantenerse a la vera del camino, al publicar una solicitada rupturista donde la entidad pedía “que Dios la perdone”, en referencia a la Presidenta, justo el día en que se retomaban las negociaciones y con sucesivas declaraciones de su titular, Pedro Apaolaza, criticando en durísimos términos al Gobierno. Sin embargo, Apaolaza se mostró ayer llamativamente moderado. “De ninguna manera habrá desabastecimiento y cortes tampoco”, afirmó en declaraciones radiales, en lo que pareciera ser un reconocimiento del cambio de escenario.
Las diferencias en la entidad quedaron expuestas durante el lo-ckout, pero parecen ser más tácticas que de fondo. Al comienzo del conflicto todos los dirigentes apoyaron la protesta, pero cuando los bloqueos superaron la segunda semana comenzaron a verse las fisuras. El día que Cristina Fernández realizó su segundo discurso pidiendo por favor que levanten los cortes, Hugo Luis Biolcati, vicepresidente de la entidad, se apresuró a elogiar la convocatoria al diálogo por la televisión, pese a que en la entidad habían acordado no hacer declaraciones. Esa posición generó malestar entre algunos dirigentes y socios de la Rural, quienes dejaron trascender que esa actitud de Biolcati podía poner en riesgo el consenso casi absoluto que tiene su candidatura para la presidencia de la entidad, pues si no hay sorpresas asumirá la conducción a partir de septiembre. Algunos afirmaron que no se preocupaba demasiado por el tema de las retenciones a los granos porque su principal negocio es la producción de leche, pero lo cierto es que Biolcati también cultiva soja. Uno de los principales detractores que tiene Biolcati es el ex presidente de la entidad, Enrique Crotto, a quien el actual vice le viene bloqueando la vuelta a los primeros planos desde hace varios años. Las diferencias internas siempre estuvieron. La suba de las retenciones las dejó en segundo plano por el rotundo rechazo que motivó la medida, pero ahora que el gobierno hizo algunas concesiones y la negociación continúa el bloque comienza a resquebrajarse. Hasta ahora, la “tregua” les sirvió a los productores para postergar una definición sobre cómo seguir. Por eso, ayer la extendieron hasta el martes. No fue una concesión al gobierno, pues saben que si deciden volver a las rutas en medio de una negociación, y luego de forzar la salida del ministro de Economía y de conseguir respuestas parciales a sus reclamos, podrían quedar como demasiado intransigentes ante la opinión pública y perder parte del apoyo que logró la protesta.
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