La modificación al esquema de retenciones móviles en la escala de precios máximos contempla la demanda de las cámaras operadoras de mercados a término (compraventas a futuro), pero no satisface el reclamo de la dirigencia agropecuaria. Esto explica la reacción contraria de estas últimas, pero al mismo tiempo plantea, en perspectiva, que cada vez más sectores ligados a la comercialización de granos empiezan a mostrar intereses contrapuestos con las entidades: superada la principal traba a su mercado, los operadores a término empezarán a sentir la urgencia en que se levanten las medidas de fuerza.

El cambio principal que introduce el Gobierno, con las medidas anunciadas ayer, es que rompe el techo virtual al precio que recibirá el exportador. En el caso de la soja, cuando se decía que, por encima de los 600 dólares la tonelada (precio sobre el barco, FOB, en puerto argentino), las retenciones absorberían casi todo el excedente, era como advertir a los productores “por encima de 600, cualquier precio les da igual”. La novedad dispuesta ayer es que, en una franja de precio FOB puerto argentino de 600 a 750 dólares, la retención máxima podría alcanzar al 52,7 por ciento (cuando tocara ese último valor). Vale señalar, como punto de comparación, que la cotización en la víspera alcanzaba a 460 dólares. Es decir, el valor todavía tendría que aumentar 63 por ciento para alcanzar ese “techo” de 750 dólares. Por encima de ese valor, dijo ayer el ministro de Economía, se verá.

Este mismo esquema de una retención máxima funcionará para los otros cereales. Para el girasol, la retención máxima también será de 52,7 por ciento, pero cuando el valor de la tonelada llegue a 900 dólares (50 por ciento más que los 600 dólares de la cotización de ayer). En el caso del maíz, dicha retención tope será del 45 por ciento para un valor de 400 dólares (hoy, 215 la tonelada). En trigo pan, de 41,6 por ciento para una cotización de 600 dólares (74 por ciento más que los 345 dólares de ayer).

Ni siquiera se acerca a las pretensiones de las entidades, dirán sus dirigentes. Pero el Gobierno, a diferencia de lo que mostró hasta ayer, ahora está entregando algo, dirán otros actores que las entidades contaban como potenciales aliados. En esta evaluación disociada puede estar una clave de cómo seguirá este conflicto.