ECONOMíA › EL MINISTRO DE ECONOMíA, CARLOS FERNáNDEZ, SALIó AL CRUCE DE CRíTICAS
Un grupo de economistas advirtió que se ha ingresado en una etapa de fuerte desaceleración. El titular del Palacio de Hacienda rompió su silencio para cuestionar ese diagnóstico, aunque reconoció que el lockout afectó las expectativas financieras.
El ministro de Economía, Carlos Fernández, salió ayer al cruce de quienes vaticinan el fin del crecimiento a tasas altas. Frente a ciertos pronósticos de estanflación –estancamiento con inflación–, el titular de Hacienda rompió el silenció para asegurar que existen “señales positivas” y que las “perspectivas son buenas” para la economía. Especialistas consultados por este diario, en tanto, aseguran que el lockout rural resintió algunos resortes de la actividad económica y financiera y puede poner en jaque más de cinco años ininterrumpidos de incremento del Producto Interno Bruto. No obstante, coinciden en que el proceso puede revertirse.
Fernández ratificó la solidez del desempeño de la economía y vinculó las presiones inflacionarias con “movimientos de precios relativos” en un contexto donde el país “crece tantos años a tasas tan altas”. Lo afirmó antes de ingresar a la reunión de ministros de Economía del Mercosur, que se realiza en el marco de la Cumbre de Presidentes del bloque regional en Tucumán. En declaraciones radiales, el titular de Hacienda reconoció “un problema de precios internacionales por el alza de los commodities, de los alimentos y del petróleo” y “su implicancia” local, pero ratificó que se trabajará para que “no se infiltre en la economía nacional”.
Sin embargo, el conflicto comienza a impactar en algunas variables tanto del sector real como del financiero. “El (primer) efecto negativo se observa al analizar la evolución de los depósitos del sector privado, que cayeron 2371 millones de pesos en mayo y 5750 millones en los primeros seis días de junio”, según un informe de la consultora Economía & Regiones.
Ese primer impacto llevó a que desde el Banco Central se decidiera una política agresiva para frenar esa minicorrida. El organismo que conduce Martín Redrado volcó al sistema financiero más de 3000 millones de dólares de las reservas para llevar a la cotización a niveles que no registraba desde diciembre de 2006. La intención fue desarticular la corrida contra el peso y brindarles nuevo atractivo a los depósitos. La estrategia surtió efecto, ya que la compra privada de dólares se desinfló. De todos modos, el costo fue alto: las tasas de interés se incrementaron a niveles de dos dígitos, pasaron de 8,6 a 17,0 por ciento.
El alza de tasas tuvo además implicancias negativas para el consumo y la inversión. “Lo que parece ser un hecho es que hay datos que están salpicados, fruto del conflicto del campo, como la venta en comercios, el pedido de automóviles y los permisos de construcción”, explicó a PáginaI12 el economista Eduardo Curia. El foco del análisis lo circunscriben al interior. El propio titular del Palacio de Hacienda reconoció que “el paro del campo, con los cortes de ruta, ha afectado la economía del interior”, pero confió en que a medida que se vaya superando el clima de la protesta, “rápidamente las variables se van a ir acomodando”.
El informe de Economía & Regiones sostiene que “no es el incremento del costo del dinero lo que está deteriorando los niveles de consumo e inversión, sino la caída del poder adquisitivo del salario”. Desde que el Central comenzó la desarticulación de las expectativas negativas en el mercado financiero, los industriales cuestionaron la caída del tipo de cambio porque –sostienen– afecta la competitividad de la producción nacional. Desde la Consultora Equis afirman que del reclamo de los empresarios se puede inferir “el veto de los sectores dominantes a que siga aumentando la participación de los asalariados”. “Parece que la consigna de estos sectores es que del nivel de 2001 no se pasa”, agrega el documento de la firma que lidera Artemio López.
Al respecto, Orlando Ferreres, titular del consultora homónimo, dijo que puede apreciarse que la inflación subió más que los salarios. “El sostenimiento del tipo de cambio competitivo debería llevarse a cabo mediante el control de la inflación y no depreciando la moneda”, asegura Economía & Regiones. Curia, por su parte, instó a que, una vez encauzado el tema del campo, se haga una “terapia inflacionaria, con metas bianuales y se vuelva sobre un tipo de cambio más alto, en torno de los 4 pesos”.
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