La industria textil reclamó ayer protección estatal para frenar el crecimiento de las importaciones. Según datos de la Fundación ProTejer, este año ingresarán prendas por 1700 millones de dólares, un 200 por ciento más que en 2003. La principal amenaza son los productos chinos, que crecieron 32 veces en ese mismo lapso, con un avance de 3162 por ciento, llegando a 424 millones de dólares. De este modo, su participación sobre el total creció de 2 a 25 por ciento. “Los empresarios dieron acabadas muestras de su compromiso, pero ninguna industria en el mundo puede competir ante esta potencia sin el apoyo del Estado”, afirmó Mariano Kestelboim, economista de la entidad, en una convención realizada ayer en La Rural. La respuesta oficial estuvo a cargo del secretario de Industria, Fernando Fraguío, que en el mismo encuentro reconoció que los textiles están siendo amenazados por las importaciones chinas, pero remarcó que su dependencia “trabaja en equipo con la Aduana para defender la producción nacional”.

Junto a Fraguío estuvo la directora general de este último organismo, Silvina Tirabassi, que también resaltó que el Gobierno “aplica una fuerte política de protección a la industria nacional”, a través del control de la subfacturación y el fraude marcario en las transacciones comerciales.

Kestelboim reconoció lo hecho por el Gobierno en los últimos años al afirmar que desde fines de 2002, cuando comenzó la recuperación económica, la industria textil lleva acumulada una expansión de 120 por ciento, debido a los “estímulos de un tipo de cambio competitivo y los elevados niveles de rentabilidad”. Según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos, el complejo textil creció a una tasa de 7,2 por ciento en el primer semestre de 2008, frente a igual período del año anterior.

Esta suba estuvo apuntalada por las inversiones de capital que, según datos del sector, en los últimos seis años acumulan casi 4000 millones de pesos. Los industriales sostienen que en los primeros años posteriores a la crisis las importaciones operaron como un complemento de la producción nacional, pero a partir de 2006 el proceso de crecimiento comenzó a moderarse por la apreciación de la moneda local y las importaciones ganaron terreno sobre los bienes nacionales.

Los especialistas coinciden en que las empresas chinas pueden vender a precios que están muy por debajo de los costos de producción, utilizando esta política para captar mercados; mientras el valor promedio de importación no china es de 22,9 dólares por kilogramo, el valor chino es de 12,2 dólares por kilo.

El impacto que genera esta situación fue graficado por integrantes del sector industrial, entre ellos el presidente de la Cámara de Manufacturas del Cuero y Afines, Raúl Zylberstein, que advirtió que “tuvimos un proceso de sustitución de importaciones, pero en 2006 volvimos a tener un pico de importaciones mayor al de la época de la convertibilidad”. Por su parte, el secretario de la Cámara de la Industria del Calzado, Horacio Moschetto, explicó que en ese sector “las importaciones chinas se incrementaron 5300 por ciento y las totales 650 por ciento”.

El prosecretario de la Fundación ProTejer, Marco Meloni, sostuvo, por su parte, que “las importaciones chinas impactan de una manera letal y mortífera” y aseguró que “la regulación del comercio exterior es una cuestión de vida o muerte”.

Luego de la catarsis colectiva, Kestelboim reconoció, no obstante, que “el contexto actual es muy distinto de los ’90, hay solvencia financiera, no está rota la cadena de pagos, hay un proceso activo de reinversión de actividades y en el frente macro se mantiene firme el superávit fiscal y comercial”, afirmó.