Lun 24.11.2008

ECONOMíA  › LAS TRES GRANDES TERMINALES DE DETROIT AMENAZAN CON LA QUIEBRA. GENERAL MOTORS EN PRIMERA FILA

Las automotrices en el ojo de la tormenta

El colapso del sector automotor podría desencadenar el despido de 2,5 millones de empleados. El gobierno de Bush demora el rescate y los demócratas coinciden en que no habrá dinero hasta que expliciten un plan.

La crisis financiera internacional ha comenzado a impactar en la economía real y varios emblemas de la industria automotriz estadounidense, como General Motors, Ford y Chrysler, amenazan con declarar la quiebra si el gobierno de George Bush sigue demorando su ayuda. Hasta ahora, uno de los que presionaban para que asistieran al sector era Barack Obama. Sin embargo, ayer por la tarde David Axelrod, asesor del presidente electo, remarcó que “no podemos darles un cheque en blanco si antes no presentan un plan viable”. Se calcula que el colapso del sector automotor podría desencadenar el despido de 2,5 millones de empleados. Algunos miembros del consejo de administración de General Motors dejaron trascender ayer que evalúan la quiebra, tomando distancia del presidente de la compañía, que la semana pasada había relativizado esa posibilidad durante su exposición en el Congreso.

“No podemos darle un cheque en blanco a una industria que no está lista para reformarse, para racionalizarse y modernizarse para los mercados de hoy y mañana”, dijo Axelrod en una entrevista con la cadena Fox. “Espero que ellos regresen a Washington a principios de diciembre en vuelos comerciales con un plan, o los comienzos de un plan, que logre todo eso, porque los contribuyentes estadounidenses no les van a entregar un cheque en blanco para que sigan haciendo lo de siempre”, enfatizó.

De este modo, Obama se encolumnó con el planteo que el jueves pasado les hizo la jerarquía demócrata del Congreso a los máximos ejecutivos de General Motors (GM), Ford y Chrysler, de presentar un plan de viabilidad a más tardar el 2 de diciembre, antes de siquiera estudiar posibles ayudas para mitigar su crisis de liquidez. Sólo entonces el Congreso analizaría una posible votación de un plan de ayuda la semana del 8 de diciembre. Para Axelrod, parte de la precaria situación en la que se encuentran los tres principales fabricantes de automóviles de Estados Unidos se debe a algunas de las prácticas de los últimos 20 a 25 años, “y por supuesto, que no vamos a alentarlos a que sigan por el mismo derrotero”.

Por su parte, en declaraciones a la cadena Fox, la gobernadora demócrata de Michigan, Jennifer Granholm, defendió a las empresas automotrices –-fuente vital de empleos en su estado–, al afirmar que éstas sí han puesto en marcha un exhaustivo plan de reestructuración. Reconoció, sin embargo, que los ejecutivos de GM, Ford y Chrysler no presentaron un argumento convincente ante el Congreso esta semana pasada sobre cuánto dinero necesitan y cómo piensan usarlo. “Estamos muy agradecidos en Michigan de que el Congreso les haya dado otra oportunidad” para justificar un plan de rescate, afirmó Granholm, cuyo estado ha perdido 400.000 empleos desde 2000 debido a la reestructuración del sector.

Granholm insistió en que los “Tres Grandes de Detroit” “solo están pidiendo un préstamo que les sirva de puente”, aunque también “tienen que conducir a la nación hacia una independencia energética”. Estados Unidos importa muchos componentes para la fabricación y el uso de automóviles, como baterías de Asia o el petróleo de Oriente Medio y, según Granholm, el país tiene que ir reduciendo esa dependencia y “buscar soluciones en casa”.

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