Fue una especie de fuga hacia adelante. Acorralada tras el baldazo que le arrojó el Gobierno revelando los encuentros secretos de Biolcati con De Vido, la Mesa de Enlace se vio “obligada” a apurar una medida de fuerza para no quebrarse. La primera noticia de estas reuniones la dio Página/12 el último domingo, a lo que la Federación Agraria respondió denunciando una maniobra divisionista del Gobierno, que llamativamente etiquetó “operación Verbitsky-Biolcati”. El titular de Sociedad Rural había negado públicamente –desde Bahía Blanca– la veracidad de lo publicado por Horacio Verbitsky. FAA no lo puso en duda y encima colocó a ambos –uno por informarlo, otro por prestarse a reuniones reservadas– en el mismo nivel de “operadores”.

Tras la reacción de Federación Agraria, y un comunicado de la Mesa que preanunciaba la toma de decisiones duras hoy en Leones, el Gobierno jugó su carta fuerte, confirmando la versión periodística de los encuentros de Biolcati con De Vido. “Lo usaron a Biolcati, ahora lo liquidan”, fue la lectura que esa misma noche de miércoles hicieron los dirigentes de FAA. ¿Se partía la Mesa? No, porque se decidiría un cese de comercialización y la Sociedad Rural iba a acompañar, aunque tuviera que pedirle a Biolcati que diera un paso al costado, dieron por sentado desde las huestes de Eduardo Buzzi.

Los pasos siguientes demostrarían que ningún camino es lineal en política. Sociedad Rural respondió, ya en la madrugada de ayer, con un escueto comunicado en el que justificó el silencio de Biolcati sobre los encuentros mantenidos. Ayer, al mediodía, tres dirigentes de Federación Agraria –sin Buzzi– fueron sin invitación a la sede de Sociedad Rural para pedirle en persona explicaciones. Biolcati no los recibió, prefirió contestar ante la prensa. “Lo hice por el bien común”, respondió santamente el dueño de tambos y usinas (ver aparte).

La explicación no saldó el reclamo. Iba a suceder todavía que el Gobierno convocara a una reunión oficial con la ministra de Producción, para que recién después la Mesa respondiera lanzando el paro desde hoy al mediodía. Paradójicamente, en ese momento los dirigentes volvieron a recuperar la respiración: se había evitado llegar a Leones con la Mesa partida.

La dinámica de la disputa entre Gobierno y ruralistas terminó cambiando los roles de los miembros de la Mesa, a ojos del Gobierno: la Sociedad Rural, de “golpista” pasó a ser la negociadora; FAA, de ser “los productores chicos que se alinean detrás de los intereses de los más grandes” (terratenientes sojeros), pasó ahora a ser la que sostiene la confrontación cuando otros quieren desensillar; CRA, originalmente identificada como defensora inflexible del libre mercado y la no intervención estatal en ninguna instancia, termina siendo la “moderada” que trata de calmar a sus socios, enfrentados entre sí.

Estos roles diferencian y, a la vez, dividen a las entidades. El puente tendido por el Gobierno hacia SRA para intentar un acercamiento se abrió casi en simultáneo con la decisión de quitarle las cartas de porte (derechos de transporte de granos) a la Federación Agraria. Con la FAA no hay diálogo, y toda la negociación de Biolcati –era un secreto a voces– fue seguida desde la entidad rosarina con paciencia oriental: algún día se lo cobrarían.

En este marco, la reunión del martes 24 con Débora Giorgi no se presenta con los mejores augurios. La reacción de los dirigentes rurales osciló entre la descalificación de la ministra (Biolcati y Llambías) hasta la imputación de inacción en los tres meses que lleva en el cargo (Buzzi), desconociendo que quien llevó las negociaciones técnicas con SRA fue Carlos Cheppi, un secretario del área de Producción.

“El tono del reclamo se fue politizando, se fue alineando con la oposición, cada vez responde menos a intereses sectoriales y más a especulaciones políticas”, sostuvo una voz desde el Gobierno. Serán razones políticas, en definitiva, las que determinen si, después del martes, hay acuerdo o sigue el cese de actividades.