ECONOMíA › CRISIS DE LOS PAíSES DEL ESTE
› Por Tomás Lukin
La crisis financiera que está golpeando a los países del este y centro de Europa amenaza con profundizar aún más el escenario recesivo de las grandes potencias del continente. Francia, España, Alemania e Inglaterra ya están registrando fuertes caídas en su Producto. En los últimos años el este europeo se convirtió en uno de los mercados selectos de los bancos europeos más poderosos. Esas entidades abrieron filiales en ese región impulsando la expansión del crédito (en moneda extranjera) y obtuvieron ganancias extraordinarias. Ahora, los bancos no están prestando y los deudores no están pagando. Esos mercados tomaron 1,3 billón de dólares de los bancos de la Europa hasta hace poco poderosa.
Los países del este se están convirtiendo en la versión europea de las hipotecas subprime. Al igual que en Estados Unidos, los préstamos se dieron asumiendo que el precio de los activos (principalmente propiedades) seguiría subiendo, o al menos nunca caerían. Pero, a diferencia de las dificultades técnicas que existen para explicar cómo se gestó la crisis hipotecaria en Estados Unidos, entender qué está pasando en los países del este de Europa no debería ser tan difícil para los argentinos. Monedas apreciadas (dólar/euro barato), déficit en cuenta corriente, deuda pública en ascenso, abundantes préstamos tomados en moneda extranjera, cuentas fiscales en problemas, el FMI y los recortes de gastos, gobiernos que se caen y protestas en las calles. Estos son algunos de los ingredientes que emparentan la situación de países como Polonia, Ucrania, Letonia, Hungría y Lituania con la crisis argentina de 2001. Desde mediados del año pasado, la moneda polaca se devaluó un 48 por ciento contra el euro, la húngara cayó el 30 por ciento y la de República Checa otro 21 por ciento. El viernes pasado cayó el gobierno de Letonia, convirtiéndose en el segundo país del continente después de Islandia, que estalla en una crisis política.
El sector bancario de Austria es el que tiene la mayor exposición a la crisis de sus vecinos. Los bancos austríacos prestaron 246 mil millones de dólares, el 55 por ciento de su PIB. Para algunos especialistas el gobierno puede absorber las pérdidas, pero la situación es más comprometida en países como Bélgica, donde la relación préstamos/Producto es menor, 23 por ciento, pero las autoridades cuentan con menos margen de maniobra. Frente a la recesión en las principales potencias y los problemas que estos países tienen para lanzar sus propios programas de rescate, los países recurren al Fondo Monetario Internacional. Islandia, Ucrania, Hungría y Letonia aplicaron las viejas recetas del organismo (recortes de gastos, privatizaciones y aumentos de tasas) y recibieron inyecciones de liquidez. Ante la profundización de la crisis en la región, el director ejecutivo del FMI, Dominique Strauss-Khan, señaló que está esperando “que una segunda ola de países en problema nos toque el timbre”. Mientras tanto, la situación de la Unión Europea no es mucho más saludable: Alemania y Francia siguen rescatando bancos, aumenta el desempleo en Inglaterra y España anunció un déficit presupuestario de 3,8 por ciento en 2008. La cuenta corriente de la eurozona registró el año pasado un déficit de 63.200 millones de euros, que representan un 0,7 por ciento del PIB. En 2007, la cuenta corriente había sido superavitaria por 36.300 millones de euros. Los pedidos industriales de la Unión Europea se hundieron un 23,3 por ciento en diciembre en términos interanuales. Por su parte, la Comisión Europea anunció que no realizará ninguna nueva propuesta para el paquete coyuntural de 5000 millones de euros, que el lunes último fue rechazado por numerosos estados miembro, durante la reunión de ministros de Relaciones Exteriores celebrada en Bruselas.
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