ECONOMíA › SE DECIDE LA SUERTE DE GENERAL MOTORS
En la mayor reserva, el consejo de administración de General Motors seguía en la tarde de ayer, en Detroit, analizando todas las cartas sobre la mesa. Del camino que se elija, dependerá la suerte de la principal automotriz del mundo. Hasta última hora de la tarde ayer, los tenedores de títulos de deuda de General Motors tenían plazo (que le había otorgado el propio consejo de administración) para pronunciarse a favor o en contra de la propuesta avalada por el gobierno federal estadounidense: el canje de sus acreencias por acciones de la “nueva” General Motors. Hasta anoche, se desconocía el nivel de adhesión, del cual depende también que General Motors se presente este lunes ante la Justicia buscando una salida acordada o presente quiebra.
La deuda total en manos de acreedores privados asciende a 27.200 millones de dólares. La oferta es recibir, a cambio, el 10 por ciento de las acciones de GM, con la posibilidad de llevar esa participación al 25 por ciento. Si el 90 por ciento acuerda, el gobierno federal pondrá los fondos para iniciar un proceso de reestructuración a partir del lunes próximo en una firma redimensionada, pero que mantendría sus marcas principales. Si no acuerdan, el proceso de recuperación sería infinitamente más arduo. “Si GM quiebra, no salvarán nada de sus acreencias”, repitieron en las últimas semanas directivos de la automotriz, tratando de ser persuasivos pero sonando amenazantes.
Al mismo tiempo que se conocía el acuerdo entre Opel y Magna, la empresa canadiense que se hará cargo de la administración de la marca que General Motors cede en Alemania, en Detroit se mantenía absoluto hermetismo. Las negociaciones son tensas, y se supone que se estirarán más allá del plazo estipulado. Posiblemente a lo largo de todo el fin de semana. Fritz Henderson, el presidente de la compañía que ocupó el cargo haced pocas semanas para pilotear la crisis, dará una conferencia de prensa mañana lunes, pero por ahora nadie, tal vez ni siquiera él, conoce el contenido. Previsiblemente anuncie que General Motors ingrese en el proceso de bancarrota previsto en la ley estadounidense, aunque lo trascendente será saber con qué apoyo llega a esa instancia. Si una porción importante de sus acreedores se planta en seguir la instancia judicial de reclamo, posiblemente el gobierno retire su aporte. El desmantelamiento de la empresa surge como un fantasma que se corporiza, en ese caso.
Chrysler parecía salir este fin de semana del marco de protección de la ley de quiebras, tras el acuerdo entre los ex controlantes de la firma, el Tesoro estadounidense y Fiat, con acuerdo de la Justicia. GM se preparaba a entrar en ese proceso. El gobierno de Obama, en este caso, aparece más expuesto a un eventual fracaso: lleva puestos 20 mil millones de dólares para relanzar al grupo con resultado nulo.
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