ECONOMíA › “VAMOS POR ATUCHA III Y EL REACTOR ARGENTINO”
Tras dar un paso clave para la terminación de Atucha II, Cristina Kirchner le subió la apuesta al programa nuclear argentino. Un bastión del modelo.
› Por Raúl Dellatorre
Con la ceremonia de cierre del recipiente de presión del reactor de Atucha II, el gobierno nacional selló ayer el compromiso de impulsar el programa nuclear como eje de la política energética para los próximos años. En su exposición, la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, subrayó esa proyección estratégica, repitiendo en el mismo discurso varias veces la frase “estamos en el camino correcto”. Y elevó la apuesta: no sólo afirmó que Atucha II se terminará en fecha (puesta en marcha en 2011), sino que proclamó que “tenemos que ir por más, por Atucha III y por el Carem, el reactor nuclear argentino”.
Atucha II es una enorme esfera (la mitad, enterrada) que se erigió sobre la margen derecha del río Paraná, a la altura de la localidad de Lima (norte de la provincia de Buenos Aires), 15 kilómetros antes de que el curso del río llegue a Zárate. Comparte un mismo predio con Atucha I, pero la duplicará en potencia eléctrica bruta (745 Mwe contra 357 Mwe). Dentro de la esfera se encuentra el reactor, una especie de botella gigante de 3300 toneladas, una altura de 14 metros y un diámetro de 7,30 metros, a la que ayer “se le puso la tapa”. El tapón gigante, de 290 toneladas de peso, permanecía suspendido a 30 centímetros de su lugar de colocación final esperando la llegada de Cristina Kirchner, quien presenció la maniobra de cierre del recipiente. Dentro del reactor se produce el vapor en base al uso de uranio natural como elemento combustible y agua pesada para el cambio de temperatura. Ese vapor es el que accionará las dos turbinas ubicadas en una construcción contigua (ya montadas) para generar energía.
El reactor de Atucha II es de diseño alemán y uno de los de mayor tamaño en el mundo, según el titular de Nucleoeléctrica, José Luis Antúnez, empresa encargada del montaje. Es “la pieza” que, después de Atucha III, la Presidenta señaló que aspiraba a que pudiera ser hecha por argentinos. “Me decía el titular de la empresa (Nucleoeléctrica) que, para alimentar diariamente este reactor, necesita una carga de uranio que entra en una camioneta (180 kilogramos). En cambio, si fuera una turbina de carbón, necesitaríamos 12 millones de kilos diarios para hacerla funcionar. Esto marca la importancia de seguir incorporando a nuestra matriz la energía nuclear”, señaló Cristina. Según los responsables de la planta de Atucha, su funcionamiento aventaja además a las centrales térmicas no sólo en volumen de combustible utilizado (gas o fuel-oil) sino que además no enfrenta un horizonte de agotamiento tan próximo como el que representan estos combustibles fósiles.
La central de Atucha II fue planeada en los ’70, recorrió un camino sinuoso de avances y retrocesos hasta que en 1993, con Carlos Menem presidente y Domingo Cavallo ministro, se paralizó definitivamente. Lo dramático es que la obra civil (infraestructura física) estaba hecha en un 80 por ciento. Condiciones políticas, y no precisamente de orden nacional, determinaron que Argentina no debía avanzar en el terreno nuclear.
En 2005 se tomó la determinación de retomarla y terminarla. En 2006 se reanudó la obra civil, fundamentalmente la correspondiente a la toma de agua del río, plantas de bombeo y tendido de cañerías para enfriamiento. Y al año siguiente se puso en marcha el montaje y tendido de cañerías de los equipos mecánicos. Al momento actual se encuentra ejecutado el 95 por ciento de la obra civil, mientras que el montaje electromecánico registra un avance del 75 por ciento. Se estima que la inversión necesaria para la terminación de la obra ronda los dos mil millones de dólares, que posibilitarían su puesta en marcha (inicio de la generación de energía) en el año 2011.
En este sentido, la Presidenta exhibió ayer el plan nuclear como un claro ejemplo diferenciador de dos modelos de país. “La energía es necesaria cuando el país produce y genera trabajo. En los ’90 se paralizó porque no era necesaria. Cuando solamente se pretende ser un país de servicio financiero no es necesaria la energía, sólo se necesita explotar a un pueblo para que siga pagando la fiesta de otros”, disparó.
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