La Confederación General del Trabajo le pidió al Gobierno que convocara al Consejo del Salario Mínimo. Antes de las elecciones, Carlos Tomada, titular de la cartera laboral, había manifestado que el encuentro se realizaría este mes. En el Ministerio de Trabajo dan por descontada la reunión, pero ven poco probable que la convocatoria se efectúe esta semana, cuando el Gobierno está llamando a los distintos partidos políticos al diálogo. En un escenario de mayor conflictividad laboral, la CGT prefirió no adelantar el monto del reclamo que llevarán al encuentro tripartito en el que también participan la Central de Trabajadores Argentinos, la dirigencia patronal y el Estado. El año pasado, la negociación concluyó rápidamente a fines de julio y se acordó un incremento del 26,5 por ciento, que ubicó al salario mínimo en 1240 pesos.

“Vamos a pedirle al Ministerio de Trabajo que convoque al Consejo de Salario”, apuntó Hugo Moyano. La última mejora se dividió en dos etapas: 22,5 por ciento en julio y 3,3 por ciento en diciembre. La negociación se aprobó por mayoría, ya que la CTA se abstuvo, restando los tres votos de sus representantes por considerar el incremento insuficiente. Por la desaceleración de la actividad económica y el escenario político, la CGT prefiere no hacer público ningún número: “Todavía no lo hemos evaluado. Tenemos que hablarlo en el seno del consejo directivo y después discutiremos los porcentajes”, señaló Moyano. En la actualidad, se estima que el 49 por ciento de los trabajadores privados no registrados tiene un salario inferior al salario mínimo vigente.

Los incrementos conseguidos por los sindicatos que ya cerraron sus negociaciones colectivas oscilan entre el 15 y el 25 por ciento. Los acuerdos se caracterizan por un alto grado de heterogeneidad sectorial en el plazo y forma de las mejoras. Desde que se estableció el Consejo en 2004, las subas del salario mínimo superaron a las registradas en los convenios o bien a la variación del salario promedio de la economía (o ambas variables). La intención de la CGT y la CTA es analizar, además, cuestiones que excedan al salario. Moyano señaló que apuntan a discutir “las asignaciones familiares, la necesidad de reforzar la construcción de viviendas sociales, la erradicación de villas donde la gente vive muy mal y la asignación universal por hijo”. Este último reclamo ya había sido planteado por la CTA el año pasado. A fines de mayo, Tomada reconoció la posibilidad de efectuar una mejora en el seguro de desempleo que no fue actualizado el año pasado.

La posición de las cámaras empresarias será muy similar a la que llevaron a las distintas negociaciones salariales de cada sector. En las paritarias, muchas empresas que en los últimos años tuvieron niveles extraordinarios de rentabilidad plantearon la imposibilidad de otorgar aumentos y hasta llegaron a proponer el recorte de salarios a cambio de no efectuar despidos.

Entre 1993 y 2003 el salario mínimo nominal estuvo congelado en 200 pesos. En ese período su nivel era tan bajo que casi no tenía sentido su existencia. En agosto de 2004 se constituyó el Consejo y desde ese momento se reunió anualmente. A partir de la creación del Consejo, el salario mínimo pasó a representar una porcentaje progresivamente mayor del salario medio de la economía. En 2003 representaba el 22 por ciento de la remuneración promedio y en 2008 ascendía al 43 por ciento. El salario mínimo también sirve como herramienta de negociación para los sindicatos más débiles, con menor cantidad de afiliados.