ECONOMíA › UNA ASAMBLEA DE ACCIONISTAS AVALó LA NUEVA CONDUCCIóN
› Por Cledis Candelaresi
A través de una asamblea de accionistas de la que participaron los representantes del Estado y los dos directores en nombre del programa de propiedad participada, se avaló ayer la nueva conformación del directorio de Aerolíneas Argentinas y Austral, con Mariano Recalde en el comando de ese cuerpo directivo. Los españoles –formalmente aún propietarios de la mayoría accionaria del grupo en plena reestatización– quedaron excluidos de ese cónclave, lo que no sería óbice para que el joven abogado asuma el desafío.
En el directorio de cuatro miembros que representan a la gestión oficial hubo dos huecos que cubrir: el que dejó Julio Alak, al emigrar al Ministerio de Justicia, y el de Héctor García Cuerva, que lo escoltó en su partida hacia esa cartera y será reemplazado por otro hombre de leyes, Eduardo Dipedro. En una situación normal, la Ley de Sociedades exige que para designar a una nueva conducción es necesaria una convocatoria anticipada, de la que no puede excluirse al socio mayoritario, Marsans en este caso. Pero la “transición” que vive la compañía desde hace un año generaría un cuadro particular.
Según interpreta la gestión oficial, la Ley de Expropiación concede al Estado “los derechos políticos” sobre las acciones que todavía están en poder de los operadores hispanos. El ejercicio de esta potestad permitiría tomar decisiones omitiendo el respaldo de los socios ibéricos, cuyos representantes locales ayer se sorprendieron con la novedad de que se estaba planeando una asamblea para las 19 horas. Los fastidió. Pero no lo suficiente como para abandonar la apuesta de cerrar este proceso de una manera amistosa con el gobierno argentino, objetivo que sólo es posible si éste compra algunos de los Airbus que anhela cederle Marsans.
A última hora de la tarde llegó hasta la sede empresaria de Bouchard al 500 el secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi, para darle respaldo formal a la designación de Recalde y tomar contacto con los gerentes. Lo hizo convencido de que la estrategia diseñada por el subsecretario de Legal y Técnica de Planificación, Rafael Llorens, para instalar a la nueva conducción de la empresa estatal en los hechos debía ser inobjetable.
Así las cosas, sólo quedaría probar si Recalde es un presidente del fuste que requiere esta delicada misión de presidir a Aerolíneas y Austral en un momento de baja de actividad y con un magro equipamiento. Y si puede ser un interlocutor apropiado para dialogar con los siete gremios de la actividad, algunos con decisiva influencia en la operatividad de las compañías que el Estado recuperó en julio del año pasado.
Su propia experiencia como laboralista y los vínculos sólidos que su padre Héctor tiene con la CGT de Hugo Moyano hacen presumir que la relación con los pilotos de APLA (los de AA) podría ser aceitada, consiguiendo con ello una especie de paz social de hecho que se instaló en el grupo cuando el Estado asumió la administración y mantenimiento. “La verdad es que no lo conozco. Pero no me preocupa que no sepa de aviones. Lo más importante es que la conducción sea honesta”, relativizó ayer ante este diario Jorge Pérez Tamayo, comandante de aquella Asociación. Una reacción similar a la que tuvieron otros dirigentes gremiales, todavía expectantes ante el nuevo comando.
Solucionado el recambio, falta nada más y nada menos que perfeccionar la compra de la empresa a Marsans, vía juicio expropiatorio o gentil acuerdo.
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