“Nuestro sector está al borde del colapso”, aseguró en junio el presidente de la Cámara de Comercio Automotor, Alberto Príncipe. La venta de autos usados había caído 26,5 por ciento en mayo y acumulaba en el año una baja de 19,7 por ciento, siempre con respecto a igual período de 2008. Sin embargo, a partir de entonces la actividad se comenzó a recuperar y ayer se informó que en julio las ventas retrocedieron apenas 9,6 por ciento y la caída acumulada se redujo al 15,8 por ciento. Este cambio de tendencia llevó a la cámara a revisar sus proyecciones y ahora prevén que en todo el año terminarán vendiendo 1,25 millón de unidades, apenas 10 por ciento menos que en 2008. Una cifra para nada despreciable si se toma en cuenta que el año pasado había sido record para el sector.

“Julio nos sorprendió. Pensábamos que sería un mes estacional como ocurre todos los años, pero siguió el crecimiento que se había dado en junio”, aseguró ayer Príncipe, el mismo que hace apenas dos meses había trazado un escenario desolador y reclamaba ayuda estatal. En julio se vendieron 116.477 vehículos y en el acumulado de los siete primeros meses del año se llegó a 731.825 autos. Esto significa que para trepar a 1,25 millón alcanzaría con colocar 104 mil vehículos por mes entre agosto y diciembre, una cifra menor a la que se vendió en julio.

Incluso si la actividad se sigue recuperando y se llegan a vender 133 mil autos por mes se podría igualar el 1,4 millón de autos vendidos en 2008. Esa parece una hipótesis demasiado optimista porque para ello se requiere que en agosto las ventas crezcan un 14 por ciento con respecto a julio y este mes la mejora intermensual, celebrada en el sector, fue de “apenas” 8,8 por ciento. Ahora bien, otra suba de 8,8 por ciento llevaría las ventas a 126 mil unidades en agosto y si el último cuatrimestre del año se mantiene ese nivel mensual se estaría cerrando el 2009 con 1,36 millón de unidades vendidas. Esto no son más que proyecciones alternativas a la que formuló la cámara, pero que muestran que no es descabellado pensar en un cierre de 2009 incluso mejor al que esperan los empresarios.

Ahora bien, aún si “sólo” se vendieran 1,25 millón de unidades se estaría frente a una buena cifra. No hay que olvidar que en 2002 se comercializaban poco más de 600 mil autos. De hecho, Príncipe estimó ayer que “de aquí a fin de año los valores de los autos, poco a poco, van a tener un rebote y por lo tanto los precios serán distintos a los del primer semestre”. Es decir, ya advierten sobre posibles subas y en un mercado competitivo con el de los autos usados eso sólo ocurre cuando la demanda es creciente y sostenida. “Los precios de los autos están un 20 o 25 por ciento más bajos que en agosto de 2008, y además en ese período el dólar estaba en casi 3 pesos ahora está en 3,85”, agregó Príncipe, dando a entender que no piensan en un ajuste menor.

En lo que refiere al mapa de las ventas, en julio continuó liderando la provincia de Buenos Aires con 43.619 unidades (37,4 por ciento), seguida de ciudad de Buenos Aires con 15.059 (12,9), Córdoba con 14.413 (12,4) y Santa Fe con 10.893 (9,4 por ciento). En total, Capital Federal y las tres provincias mencionadas concentran el 72 por ciento de las ventas nacionales.

Príncipe aprovechó ayer también para reclamar la sanción de una ley que regule la relación terminalconcesionaria. “No es la primera vez que después de hacer grandes inversiones en concesionarias, de acuerdo a los manuales de las distintas terminales, debemos soportar que en la zona otorgada para la venta, en época de crisis nos incorporen un nuevo concesionario”, afirmó. En opinión del titular de la CCA “este es uno de los tantos ejemplos que podemos mencionar al respecto, y por eso creo que es necesario promulgar una ley que compatibilice el trabajo entre terminal y concesionario para que se actúe de buena fe”. Al respecto destacó que “nuestro socio estratégico, Brasil (con el cuál tenemos terminales compatibles para ambos países) tiene una ley con estas características que se conoce como la ‘Renato Ferrari’ y nosotros no”. Príncipe concluyó que el detonante para que Brasil sancionara esa ley fueron “los abusos que habían de ambos lados. Esa ley contribuyó a ordenar el sector y hoy basta con mirar a ese mercado para saber si fue beneficiosa o no”, enfatizó.