ECONOMíA › UNA VUELTA A LAS RUTAS CON ESCASA CONVOCATORIA
La Mesa de Enlace repudió al Gobierno y apostó a la oposición. Creyó haber ganado las elecciones de junio, pero al no hallar resultados legislativos, volvió a las rutas. Y los productores no aparecen.
› Por Raúl Dellatorre
“Esta nueva medida de fuerza es en contra de la concentración de la riqueza”, proclamó Ulises Forte, vicepresidente segundo de Federación Agraria, radical y pampeano, productor ganadero. “Es en reclamo de una política que diferencie a los pequeños y medianos productores de los grandes pooles de siembra”, acentuó como para no dejar dudas. Y, sin embargo, las dudas y sospechas quedaron sembradas en una extensión que supera la expandida frontera agropecuaria cubierta de soja. El discurso anda por un lado, pero la realidad transita por otros caminos, según pudo observarse de la escasa adhesión que cosecha esta nueva protesta agropecuaria. Sobre todo, esa ausencia de apoyo se nota de parte de los pequeños y medianos productores, que en el prolongado conflicto de 2008 fue el sector que le puso calor, aunque no lo condujera. Más consciente de sus limitaciones que su vice segundo, el titular de Federación Agraria, Eduardo Buzzi, le puso fecha tope a la protesta: no pasará del viernes. Y para adentro, la Mesa de Enlace está más preocupada en cómo llega a ese día, antes de que en cómo sigue después.
El propio Alfredo De Angeli, emblemático piquetero rutero del año pasado, debió levantar el caballo y volver sobre sus pasos antes de alcanzar la vera de la ruta. Ayer, en una asamblea de Federación Agraria en Villaguay, no logró imponer la salida a las rutas –como el año pasado– y cambió la medida por un tractorazo dentro del casco urbano de Urdinarrain para hoy.
De todos modos, De Angeli no abandona su discurso de dirigente obrero en lucha, adoptado para defender los intereses de los patrones rurales del sur entrerriano, y ayer enunció que “los productores están en alerta y movilización, y se subirán a la ruta ante la menor provocación”. Movilizados, pero en sus campos, aunque promete que se juntarán para concentrarse en la ruta 14 no ahora, pero sí el viernes. Otras voces de su propia provincia, Entre Ríos, advierten que “si el Melli no salió a la ruta todavía fue para evitar un papelón, porque lo hubieran fotografiado solo”.
En Córdoba, en la localidad de Hernando, otra asamblea de las que solía ser un enclave “caliente” en medidas de fuerza anteriores, ayer se votó la realización de un corte de ruta “simbólico de una hora” el próximo martes al mediodía, e invitar “a otros piquetes” a unificar la concentración. Ayer, en las rutas cordobesas no se computaban tantos piquetes para unificar en la protesta.
En Santa Fe y provincia de Buenos Aires fue más intensa la presencia de productores que se turnaban para hacer “control de cargas” a los camiones que transitaban por las rutas. Los discursos de los dirigentes buscaron reflejar una posición de firmeza de la medida de fuerza y a la vez contención de los dirigentes para que “la bronca no se fuera de cauce”. Omar Barchetta, secretario gremial de Federación Agraria, socialista y santafesino, productor de soja en un pequeño campo propio y otro alquilado, señaló que “en la recorrida que estamos haciendo los dirigentes por varias provincias se constata que el acatamiento (al cese de comercialización) es altísimo, con movimiento casi nulo de camiones en la ruta; la bronca de los productores es muy grande”. Pero las numerosas concentraciones junto a las rutas no aparecen en su provincia, ni las asambleas masivas de cientos de concurrentes.
Pedro Apaolaza, presidente de Carbap, principal entidad regional de CRA, políticamente ubicado a la derecha de PRO, aunque sin demasiado entusiasmo por los coqueteos democráticos, fue sumamente prudente en sus dichos de ayer, a pesar de sus antecedentes. “Esta es una medida puntual”, dijo al ser consultado sobre la posibilidad de continuidad del paro más allá del próximo miércoles. “Habrá que intentar abrir algún canal de diálogo”, sostuvo. Y respecto a la posibilidad de cortes de ruta, opinó que “se pueden dar”, pero en caso de que ocurra, a quienes los realicen “les diremos que los cortes no es la metodología decidida”. En términos semejantes se expresó Eduardo Buzzi, presidente de Federación Agraria. Sin dejar de tirar palos para el Gobierno y sus políticas, afirmó tajante que “el paro dura hasta el viernes”. No más.
La insistencia en limitar de antemano la duración del cese de actividades comerciales y en instalar el mensaje de que la medida no incluye cortes de ruta no es producto de un afán de prudencia de los dirigentes. Al menos, no esta vez. Es, en rigor, una respuesta de la conducción de la Mesa de Enlace a una realidad que no es la que esperaban.
Cuando lanzaron el cese de actividades por 8 días, el cuarteto dirigente estaba ensayando una respuesta no sólo frente al Gobierno, sino también –y fundamentalmente– hacia la oposición en el Congreso. Aquellos en los que había confiado y a los que había apostado en las últimas elecciones, “ofrendándole” el capital conseguido en su rol opositor al gobierno de Cristina Fernández en su primer año de gestión.
Pero esa oposición los defraudó, porque ya no les devolvió la misma satisfacción conseguida al rechazar la Resolución 125 en julio de 2008. Si ustedes no son capaces, volveremos a hacerlo nosotros, fue el mensaje de la Mesa a la oposición tras perder la votación contra las facultades delegadas. Y decidieron volver a marcar presencia en las rutas.
La Mesa lanzó un nuevo lockout. Pero, esta vez, la gente de campo no los siguió como en las anteriores. La lectura sobre “la bronca del campo” y su demanda de que “algo hay que hacer” resultó errada. Tampoco los productores medianos y la clase media alta urbana ansiosa de facturarle al Gobierno sus insolencias con los grupos de poder, antes protagonistas y ahora sin entusiasmo por buscar en la protesta rural su vía de expresión.
Jugados a ocho días de protesta, los dirigentes de la Mesa evaluaban ayer, por separado, si el mejor camino no sería concentrar la protesta en hechos puntuales y, si no contundentes, al menos visibles. Y un cierre digno de la protesta el viernes 4, el Día del Agricultor, con una concentración que sea capaz de juntar no menos de diez mil personas.
Ya no sueñan con la multitud reunida en Rosario el año pasado, pero tampoco quieren repetir la pesadilla de los últimos encuentros de dos o tres mil personas.
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