ECONOMíA › EL MODELO PRODUCTIVO, DE INCLUSION Y EMPLEO TRAS LA CRISIS. AGOTADO PARA UNOS, VIGENTE PARA OTROS
Un análisis de técnicos del Ministerio de Trabajo repasa el desempeño del mercado laboral ante la crisis internacional. Afirma que no se perdieron puestos de trabajo, pero sí hubo precarización. Rebate a quienes creen agotado el modelo productivo.
› Por Raúl Dellatorre
Uno de los resultados más notables que arroja la encuesta del Indec sobre el mercado de trabajo –cuyos datos para el segundo trimestre se conocieron esta semana– es que la crisis mundial que afectó al país no habría golpeado tanto sobre la cantidad de puestos de trabajo como sí sobre la calidad de los empleos. Un estudio realizado por técnicos del Ministerio de Trabajo destaca que 140 mil personas que hace un año tenían trabajo registrado –con aportes a la seguridad social y atención de salud garantizada–, en este segundo trimestre pasaron a las filas de los trabajadores no declarados por sus patrones o por cuenta propia en condiciones precarias. Este particular fenómeno, el deterioro de la situación laboral del 1,36 por ciento de los ocupados entre octubre de 2008 y junio de 2009 puede interpretarse como un síntoma de la limitada capacidad de daño que tuvo la crisis internacional sobre el mercado laboral argentino, o como una señal de advertencia sobre un cambio de tendencia en el proceso de regularización del trabajo en Argentina. También, como un atajo que tomó la crisis en el mercado laboral local: en vez de producir desempleados, precariza el trabajo de parte de los que siguen empleados.
Las estadísticas del Indec sobre el mercado de trabajo en el segundo trimestre se conocieron esta última semana. Muestran una tasa de desempleo que creció, en un año, ocho décimas de punto (de 8,0 a 8,8 este año). Pero un análisis elaborado por técnicos del Ministerio de Trabajo pone el acento sobre la evolución del empleo y los cambios que se registran en relación a los efectos de la crisis internacional. Una de las condiciones que el equipo de estudios de la cartera laboral tuvo en cuenta en su análisis fue la evolución temporal de la situación en el mercado de trabajo. La primera observación es que el deterioro del mercado se verifica recién a partir de octubre de 2008. Es decir, cuando se hace pública la caída de bancos emblemáticos de Estados Unidos (como Lehman Brothers) y se percibe que la industria automotriz, además de la construcción, iban a ser afectadas en la principal economía nacional del mundo.
Hasta el tercer trimestre de 2008, los indicadores laborales seguían mostrando en Argentina crecimiento persistente: puestos de trabajo, índice de empleo en blanco sobre el total de trabajadores, etc. De la mano de las noticias que venían desde el Norte, algunas filiales locales empezaron a anunciar reducciones en sus planes de producción, con el consecuente impacto sobre las horas trabajadas y las ventas de sus proveedores. La crisis pasó de las multis a los hombros de los pequeños proveedores.
La primera conclusión de los técnicos de la cartera laboral es que el origen del deterioro en el mercado laboral es casi integralmente atribuible a factores externos. Ni siquiera la crisis con el sector agropecuario, que tanto dolor de cabeza le trajo al Gobierno en términos políticos, tuvo repercusiones notables sobre la economía real y el mercado laboral en particular.
Otros dos datos corroborarían esta apreciación:
- Los registros administrativos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) muestran que el empleo asalariado formal mantuvo una tendencia creciente hasta el tercer trimestre de 2008, período en el cual se crearon casi 50 mil puestos de trabajo.
- Según la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) que confecciona el ministerio, el empleo asalariado privado en los cuatro principales conglomercados urbanos del país creció 0,9 por ciento entre el segundo y tercer trimestres de 2008, tasa similar a la verificada en el mismo período de los dos años anteriores.
En cuanto a la prolongación del impacto, algunos indicadores muestran signos de mejoría a partir de julio de este año. La encuesta propia (EIL) le da al Ministerio de Trabajo un crecimiento del nivel de empleo del 0,1 por ciento en el séptimo mes de este año. Es decir que, al menos, se detuvo la caída. En cuanto a los registros del SIPA, también hay un cambio de tendencia a partir de julio que, si bien no verificaría crecimiento, al menos la baja en el empleo se encuentra fuertemente atenuada, a proporciones cercanas al 0,1 por ciento. En la lectura de los especialistas de la cartera laboral, lo peor de la crisis, al menos en lo que respecta al empleo, ya pasó.
“Es falso el planteo que esgrimen algunos especialistas en relación a que el actual empeoramiento de la situación del mercado de trabajo se explica fundamentalmente por razones endógenas”, enfatizan desde la cartera laboral. También se enojan cuando escuchan otras aseveraciones como que “hay factores estructurales que impiden que una proporción de un tercio o un cuarto de la sociedad pueda mejorar de manera sostenida sus condiciones de vida”. Esta afirmación equivale a decir que el modelo actual, de inclusión en base a crecimiento productivo, está agotado. Y que la franja o el segmento sumergido en la informalidad no estaría en condiciones de ser rescatada, de la misma por este modelo.
En uno de los informes de la cartera laboral, elevados a conocimiento de la Presidenta de la Nación, se subraya el papel jugado por las “políticas activas de empleo” para dar atención a distintos grupos vulnerables tratando, en lo posible, de devolverlos al mercado laboral. Y defiende la vigencia de esas políticas. “Si ese ciclo de crecimiento económico y del empleo llegó a su fin (como sostienen algunos), entonces los que aún no fueron incluidos no lo serán, y se requerirán políticas sociales para incluir, porque la articulación de políticas productivas y de empleo ya no tendrán vigencia. No creemos en esto, que sería condenar al país y a su gente a esquemas de asistencia social de carácter permanente”, advierte uno de los documentos.
Desde la visión de la cartera que dirige Carlos Tomada se admite sin embargo que “este sendero de inclusión social a través del empleo se ve afectado, obviamente, por el freno al crecimiento impuesto por la crisis”. A partir de este reconocimiento, plantea el interrogante de si “esta crisis exógena se articula con una crisis endógena del modelo productivo, como piensan algunos”. Con los argumentos ya mencionados, se responde que no, aunque reconociendo “un cambio importante en la velocidad de generación de empleo y en las expectativas de los agentes económicos”. Es decir, una caída de la tasa de desempleo mucho más moderada que la verificada entre 2003 y 2008, de entre 1,5 y 3 puntos porcentuales por año.
“Nosotros creemos que debe profundizarse el modelo productivo con empleo decente”, defienden, “lo que requiere, por supuesto, formular cambios ante un nuevo contexto, aunque se plantee que ya estamos saliendo de la crisis”. Pero esos cambios no se admiten ni en los valores (el empleo como eje) ni en la estrategia hacia el futuro (inclusión social plena). Más allá de la emergencia, la discusión sobre el modelo productivo sigue estando arriba de la mesa.
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