ECONOMíA › EL GOBIERNO CUESTIONó LAS TRABAS AL COMERCIO IMPUESTAS POR BRASIL
Los ministros de Economía e Industria volvieron a cruzarse con funcionarios del país vecino. Se quejaron porque camiones con productos perecederos quedaron varados en la frontera. Una cámara ruralista criticó la estrategia oficial.
“Esto es grave, no lo vamos a tolerar”, advirtió ayer el ministro de Economía, Amado Boudou, al referirse a las trabas que impuso Brasil al ingreso de productos argentinos. Funcionarios de ambos países vienen cruzando declaraciones desde el último martes y la escalada no parece detenerse. “No vamos a aceptar restricciones que afecten a productos perecederos”, agregó la ministra de Industria y Turismo, Débora Giorgi. “No es lo mismo un problema con las ojotas que con la fruta”, insistió el titular del Palacio de Hacienda. La reacción del Gobierno fue tajante porque la mayoría de los camiones que quedaron varados en la frontera transportaban alimentos que podían echarse a perder. El daño económico para los productores hubiera sido mucho más grave que en otras controversias del mismo tipo cuando se trata de bienes sin fecha de vencimiento.
Desde el país vecino no levantaron el pie del acelerador. El ministro de Planeamiento, Paulo Silva, justificó las trabas aduaneras y advirtió que serán mantenidas, así como el gobierno argentino defiende las licencias no automáticas para las importaciones desde Brasil. A la vez, se quejó porque las licencias tienen plazos excesivos de hasta un año. El funcionario hizo estas declaraciones al participar anteayer del Coloquio de IDEA. “De ninguna manera existen licencias que tengan 150 días o un año; estas declaraciones me sorprenden y la información probatoria se remitió al ministro (de Desarrollo de Brasil, Miguel) Jorge, el 21 de septiembre, cuando yo estuve en San Pablo”, replicó Giorgi.
La tensión bilateral se elevó esta semana cuando el gobierno de Lula da Silva frenó importaciones argentinas de harina de trigo, aceites, ajo, vino, frutas, raciones para animales y camiones, entre otros productos.
Decenas de camiones quedaron varados en las fronteras y puertos sin poder transportar las mercaderías. La medida es considerada una represalia a las licencias no automáticas (que atrasan el proceso de exportación) que aplica la Argentina con el argumento de proteger el empleo, la industria y la producción frente a la crisis mundial.
“Siempre que Argentina analizó alguna cuestión del comercio con Brasil trabajó sobre productos no perecederos, para no generar un grave daño a algún segmento de la producción”, comparó Boudou. “La instrucción de la Presidenta es que debemos defender la producción nacional y especialmente la regional”, afirmó. De todos modos, el jefe de Economía recordó que sólo el 6 por ciento del comercio con Brasil presenta “algún tipo de inconveniente” y que “Argentina y Brasil son los principales socios comerciales entre sí, ambos tienen que buscar las medidas para sostener el status de socio que tanto ha favorecido y colaborado”, promovió.
Menos contemplativa estuvo Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), pero no en sus reproches a Brasil, sino al gobierno argentino y a los industriales que presionan por las licencias no automáticas. Según su visión, esa política terminó afectando las exportaciones de productos agropecuarios. “La improvisación y las medidas desacertadas en la política comercial internacional a veces vuelven como un boomerang sobre la producción nacional”, consideró la entidad, de matriz ultraliberal.
El modelo de CRA es el de Martínez de Hoz y del menemismo, de fronteras abiertas para promover las ventas de productos primarios, sin restricciones al ingreso de bienes industriales. La consecuencia de ese modelo fue el desmantelamiento del aparato industrial argentino y la explosión del desempleo. Sin embargo, la Unión Industrial Argentina no cuestionó aquel modelo y ahora vuelve a mostrarse cerca del ruralismo, como lo demostró ayer su presidente, Héctor Méndez, en el encuentro con Hugo Biolcati, de Sociedad Rural, en el Coloquio de IDEA (ver página 11).
El intercambio comercial con Brasil arrojó un déficit de 4347 millones de dólares en 2008, mientras que en nueve meses de este año se redujo a 373 millones.
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