ECONOMíA
› OSVALDO LEON, FUNCIONARIO DE UNICEF
“En la Argentina, los niños viajan en tercera clase”
El máximo experto de Unicef para Latinoamérica en salud y nutrición estuvo esta semana en el país, al mando de una misión para evaluar la crisis que más duele.
› Por Maximiliano Montenegro
El cubano Osvaldo Legón es médico pediatra y el máximo consultor para Latinoamérica de Unicef en temas de salud y nutrición. Trabaja para el fondo para la infancia de Naciones Unidas desde 1986 y ha estado en misiones en Afganistán, República Dominicana y nueve años en Africa. Aunque pasó desapercibido, esta semana estuvo en el país, en una misión especial para evaluar las situaciones extremas que están viviendo los sectores más pobres. Habló con Página/12 de las conclusiones que sacó.
–Usted encabezó en los últimos días una misión de Unicef para relevar la situación nutricional y de salud de los niños en distintos lugares del país. ¿Cuál fue su impresión?
–Estuvimos en el Chaco, en Ciudad Oculta y en La Matanza, entre otros lugares. La problemática de la desnutrición infantil en la Argentina no es nueva, es crónica, es un problema de muchos años. Lo que se conoce como desnutrición crónica se percibe cuando el niño ha estado tanto tiempo mal nutrido que se le afecta su talla. Hay encuestas aquí que revelan que un 18 por ciento de los niños argentinos tiene menos talla de la que debería tener para su edad. La desnutrición crónica se explica, en primer lugar, por una alimentación deficitaria por muchos años. Pero también puede ser consecuencia de episodios de enfermedades frecuentes. Si sufre frecuentemente de diarreas, porque toma agua contaminada o vive en un medio insalubre; o un niño que vive en malas condiciones que sufre problemas respiratorios frecuentes, que pierde el apetito, que tiene fiebre, todo eso afecta su estado nutricional. Si un niño tiene infectación frecuente por parasitismo, algo que se ve mucho aquí. El problema ha estado presente por años.
–Las últimas estadísticas del Ministerio de Salud, correspondientes al año 2001, revelan que hay 9 provincias donde aumentó la mortalidad infantil...
–Sí, usted lo menciona en un artículo que yo leí en Página/12. No es sorpresa para nadie el deterioro de la situación económica de las familias más pobres en los últimos años, que puede agravar todos estos cuadros. Hay varios factores. Por ejemplo: las familias desatienden la salud de sus niños porque tienen que salir a buscar a la calle el sustento diario.
–Más allá del esfuerzo de los profesionales de la salud, en los hospitales y centros asistenciales, ¿no percibe que en la Argentina hay una desprotección por parte del Estado de los sectores más vulnerables?
–Me voy altamente impresionado por el nivel profesional y de compromiso, de médicos, enfermeras y profesionales de la salud. Es impresionante el nivel de devoción con que están trabajando en dificultades muy extremas. Yo estuve en el país sólo 5 días, no he tenido tiempo de revisar las políticas. Lo que voy a decir es que, independientemente de que existieran esas políticas, no se le ha dado la prioridad que los grupos más vulnerables necesitan. Usted conoce, por la película Titanic, que cuando hay una emergencia y el barco se está hundiendo, los niños y las mujeres primero. Pero no debe ser sólo cuando el barco se está hundiendo. Cuando el barco está navegando con el sol afuera, la primera atención debería ser para niños y mujeres. Eso es lo que falta.
–En la Argentina, el tema está en que los niños no pueden viajar en las bodegas del “Titanic”...
–Exactamente, y entonces cuando se está hundiendo el barco es difícil ponerles los botes primero. Su ejemplo es muy bueno. Los niños viajan en tercera. No es sólo un problema de la Argentina. Es un problema de nuestro continente. Por eso es que Unicef está tratando de fortalecer este abordaje de los niños primero: las promesas que sirven son las que se cumplen. Yo creo que la prensa también tiene un rol importante. Soy de los que creen que si la gente detecta un problema de este tipo, contribuye a colocar esta temática en la agenda.
–¿Cómo se entiende que la Argentina, por ejemplo, no tenga una encuesta nutricional a nivel nacional, que sí tienen países menos desarrollados, como Chile y Perú?
–Creo que tiene que ver con esto que le decía de la poca visibilidad del problema por parte de la dirigencia. Por eso, a esta crisis le veo un aspecto negativo, en términos del sufrimiento humano de las familias afectadas. Pero si lo pensamos con optimismo, se puede aprovechar esta crisis como una oportunidad para que haya más conciencia en las personas que toman decisiones.
–La Argentina produce alimentos para 300 millones de personas, varias veces su población. ¿El que aumenten los indicadores de mortalidad infantil no es una catástrofe?
–He estado recientemente en países de Centroamérica, donde la mortalidad aumenta, porque están afectados por una sequía tremenda. Ahí se entiende. La situación de la Argentina resulta paradójica, pero por tener una visión incompleta de la Argentina. Insisto con que éste es un problema crónico, que se ha agudizado. No es que la Argentina se ha “latinoamericanizado” ahora. Hay una parte de la población argentina que siempre ha estado latinoamericanizada. Pero hoy es mucho más visible. Hay indicadores de desnutrición que son inaceptables para este país. Son situaciones que se ven en Guatemala, en Nicaragua, en El Salvador, en Haití.
–¿Qué se puede hacer para reducir drásticamente los indicadores de desnutrición y mortalidad? ¿Se debe adoptar un sistema más al estilo Cuba, de control obligatorio para madres y niños?
–No, cada país tiene que buscar su fórmula, porque hay condicionamientos locales importantes. En la Argentina la información se demora mucho en llegar. Esto es como el piloto que se da cuenta de que los motores no funcionan cuando chocó con el suelo. Hay que desarrollar sistemas de “alerta temprana”. Hay que tener una red de información en todo el país para identificar a los grupos más vulnerables. Debe haber una motivación para detectar tempranamente y evitar el sufrimiento humano. Pero, además, siempre es más costoso responder a un problema que prevenirlo. ¿Por qué hay que esperar a que haya un aumento en la mortalidad por desnutrición? ¿Por qué hay que esperar a que haya un aumento en el número de desnutridos severos? La información es necesaria para tomar decisiones. No es cuestión de monitorear y contemplar pasivamente. Si detectamos que la desnutrición ligera crece, o el número de consultas infantiles por diarrea, inmediatamente tiene que haber una respuesta, cuando todavía el problema es de una escala manejable. En la Argentina el problema se detecta cuando ya llega a límites alarmantes. Eso no debe suceder. Y si en algún país no debe suceder, con los recursos que tiene, es en la Argentina.
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