La falta de un acuerdo con el Fondo Monetario no tendrá por qué modificar el proyecto de Presupuesto Nacional para el 2003, según sostuvo ayer Roberto Lavagna ante diputados de la Comisión de Presupuesto y Hacienda. El diálogo dejó en los legisladores la impresión de que el ministro de Economía ya no espera llegar a firmar compromiso alguno con el FMI. Y más aún: algunos creyeron entender que, en ausencia de un entendimiento, la Argentina se abstendría incluso de seguir pagándoles intereses a los organismos multilaterales, a diferencia del criterio seguido en ocasión del último vencimiento con el Banco Mundial. El dinero así “ahorrado” serviría para mantener en marcha los programas financiados por el BM y el BID, para los que ya no habría asistencia, complementando así los fondos de contrapartida, que son los que en cada caso debe aportar el país receptor.
Los diputados estaban molestos porque, al día de ayer, Economía no había respondido ninguno de los pedidos de información adicional y aclaraciones que se le plantearon. Un tema específico que se suscitó fue el de una partida destinada a saldar una deuda con la empresa alemana Thyssen. Ni Lavagna ni Jorge Sarghini, secretario de Hacienda, pudieron precisar la cuestión, pero uno de los presentes aportó un dato sorprendente: en realidad, esa deuda ya fue saldada, en virtud de una resolución reservada del Ministerio de Economía (la número 26, de marzo de 2002), que autorizó la entrega de 19 millones de euros (entonces 48 millones de pesos) a la firma germana por una viejísima deuda que venía arrastrándose desde la dictadura militar, cuando la Marina concibió la fabricación de submarinos con auxilio tecnológico alemán.
Los radicales están aprovechando la prisa oficial por tener aprobado este mes el Presupuesto para imponer algunos reclamos simpáticos, como la exigencia de que Hacienda salde una deuda de 330 millones de pesos con el Fondo de Incentivo Docente. En cuanto al Plan Jefes y Jefas de Hogar, Lavagna aseguró que los fondos para mantenerlo el año que viene están garantizados, porque se echaría mano de recursos previstos para el pago de intereses de la deuda pública. En otros términos: el país profundizaría su default para poder sostener el gasto social si los organismos no cubren su parte.
El lunes seguirán las negociaciones por el lado de las reformas impositivas. Una consiste en la prórroga del Impuesto a las Transacciones Financieras que, como todo tributo que se crea con carácter temporario y excepcional, después de convierte en permanente. Otro cambio, bueno para el fisco pero malo para los automovilistas, es la transformación de fijo a porcentual del impuesto a los combustibles. Así, cada vez que suba la nafta, también aumentará en valor absoluto su fuerte componente impositivo. Habrá además una reducción en cinco puntos en la alícuota del impuesto a las Ganancias para las categorías más altas.