ECONOMíA › FUNCIONARIOS DE ECONOMíA VIAJAN A ASIA Y EUROPA PARA SUMAR MáS BONISTAS AL CANJE
El secretario de Finanzas, Hernán Lorenzino, partirá a Tokio y el subsecretario de Financiamiento, Adrián Cosentino, irá a Italia, donde queda uno de los grupos de bonistas más numerosos. El objetivo es lograr un 60 por ciento de adhesión.
En esta última semana previa al cierre del canje de deuda, funcionarios del Ministerio de Economía realizarán una nueva gira por Asia y Europa para tratar de seducir a los inversores minoristas y lograr al menos un 60 por ciento de adhesión. Ese piso le permitiría al ministro Amado Boudou decir que se cumplió con el objetivo de mínima planteado antes de la apertura de la operación. Si no se llega, será difícil disimular el traspié, aunque se apelará al argumento de la crisis europea para justificar lo ocurrido. De hecho, Boudou ya adelantó la semana pasada que en el contexto financiero actual el canje supone “remar contra la corriente”.
Los inversores minoristas tienen plazo hasta el próximo lunes 21 de junio para adherir a la operación y, luego del bajo nivel de aceptación mayorista, cada bono que aportan vale oro. Por eso, el secretario de Finanzas, Hernán Lorenzino, viajará hoy a Tokio para tratar de convencer a los más díscolos de aquella plaza financiera. Al mismo tiempo, el subsecretario de Financiamiento, Adrián Cosentino, viajará a Italia, donde queda uno de los grupos de bonistas más numerosos.
El miércoles, ambos funcionarios se reunirán en Roma para definir si viajan a Alemania y Suiza para seguir promocionando la operación o ya se vuelven para Argentina. El martes pasado, el propio Boudou detalló que “están ingresando alrededor de 150 millones de dólares por día en promedio” de parte de bonistas individuales. El dato permite mantener la esperanza de llegar al 60 por ciento, pero igual Boudou abrió el paraguas: “Claramente, un contexto de volatilidad y de mercados a la baja no ayuda”, sostuvo ante la prensa.
El canje abrió el pasado 3 de mayo, seis meses después de haberse anunciado y luego de varios inconvenientes que fueron postergando el lanzamiento, entre los cuales se incluyó el conflicto con el ex titular del Banco Central Martín Redrado. El día de la apertura, Boudou declaró públicamente que el objetivo era llegar al 60 por ciento de adhesión, pero en privado los funcionarios de Hacienda se animaban a arriesgar hasta un 75 por ciento.
La apertura coincidió con una profundización de la crisis internacional y rápidamente ese pronóstico optimista quedó pulverizado por la realidad. Los bancos Barclays, Deutsche y Citi habían convencido al ministro sobre la conveniencia de reabrir el canje con la promesa de que estaba asegurado el ingreso de unos 10.000 millones de dólares de grandes inversores. Sin embargo, el miércoles 19 de mayo se informó que la adhesión de los mayoristas había sido sólo por 8483 millones de dólares, apenas un mediocre 45 por ciento de adhesión sobre el total en default.
El lunes pasado, Economía informó que ese porcentaje había trepado al 54 por ciento gracias a la adhesión del segmento minorista, que todavía sigue abierto. Entonces, el objetivo pasaron a ser esos 6 puntos que permitiría alcanzar el piso del 60 por ciento y defenderse de aquellos que van a tildar a la operación de fracaso.
Más allá del número final, todos coinciden en que la crisis internacional afectó las expectativas y le restó interés a la propuesta oficial por la caída que experimentaron los precios de los bonos argentinos. Incluso ni siquiera se pudo obtener 1000 millones de dólares “frescos” a cambio de más bonos Global 2017, porque la tasa de interés para tomar deuda nueva estaba por encima del 9,5 por ciento al que aspiraba el Gobierno y entonces decidió no convalidarla.
Esa combinación de factores hizo que el canje se convirtiera en un dolor de cabeza para el ministro Boudou y sus colaboradores porque no consiguieron dinero fresco, no lograron ponerle punto final al conflicto con los tenedores de bonos en default y encima incrementaron el peso de la deuda pública. Ni siquiera un 60 por ciento de adhesión podrá servir para disiminular esto y Boudou deberá esperar duros cuestionamientos no sólo de parte de la oposición, sino también desde adentro del Gobierno. Aquellos funcionarios que inicialmente y en privado se habían mostrado en contra de la reapertura del canje posiblemente le pasarán la factura y le remarcarán que su principal jugada, aquella donde el ministro depositó casi todas sus fichas, estuvo lejos de conformar, más allá del, a esta altura anecdótico, porcentaje final.
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