ECONOMíA › PANORAMA ECONóMICO
› Por Alfredo Zaiat
Las Jornadas Monetarias y Bancarias 2010 del Banco Central y el 2º Congreso de la Asociación de Economía para el Desarrollo de la Argentina (AEDA), eventos desarrollados en este mes, fueron expresiones de un pensamiento económico heterodoxo revitalizado. Durante años la visión neoliberal dominó el debate público sin encontrar resistencia. Por razones externas, con la caída del Muro de Wall Street, y locales, debido al fracaso de políticas económicas de dramáticos resultados sociolaborales, ha adquirido mayor visibilidad una corriente crítica del saber convencional. Esa presencia descoloca al elenco estable de economistas mediáticos, que pasaron a ser interpelados debido a su escasa rigurosidad técnica al convertirse en pronosticadores fallidos de catástrofes por ellos deseadas. Pero también desconcierta a ciertos economistas no ortodoxos que adquirieron formas de análisis emparentados con ese sector conservador, mimetización que puede atribuirse por alianzas parlamentarias circunstanciales y por la vocación de torturar cifras para que confiesen lo que no son, actuando en espejo con algunas áreas oficiales.
La irrupción de un nutrido grupo de economistas heterodoxos tiene la virtud de salir a disputar el discurso hegemónico, pero tiene aún mayor relevancia porque plantea la necesidad de “construir marcos conceptuales para repensar un proyecto de país”, como definió Martín Kulfas en la presentación del congreso de la AEDA. No plantean el establecimiento de un pensamiento único ni su imposición. Esto implica tener la capacidad crítica de evaluar las rupturas y continuidades, matices y complejidades, del actual proceso económico y político. Para ello se requiere del “debate de ideas, de la contrastación empírica de diferentes teorías y de la articulación entre diferentes visiones y resultados de investigaciones”, precisó Kulfas.
Esos interesantes espacios de reflexión, que se extienden en otros ámbitos (Plan Fénix, Cefid-Ar, Cemop), reflejan un estado de efervescencia en el área del pensamiento económico, tanto académico como político. La mayor injerencia de economistas críticos en el espacio público no es exclusiva del ambiente local, sino que se verifica a nivel global. Esto no significa predominio ni mayor influencia en las decisiones de los gobiernos. Expresa en los hechos que se está en presencia de un período turbulento de la economía mundial y que en cada país, con sus particularidades e idiosincrasias, existen sectores que buscan respuestas en otras fuentes que no son las del neoliberalismo.
A nivel internacional se escuchan voces que cuestionan el sendero propuesto por organismos internacionales y las potencias económicas. Entre ellas se destacan los economistas elegidos en el Premio Revere por el voto de cerca de 2500 colegas de todo el mundo, contracara del “Dynamite Prize” (panorama económico del 27 de febrero pasado). Ambos han sido una propuesta del sitio de Internet Real-World Economics, que convoca a conocidos economistas, como Jan Kregel, Dani Rodrik, Jeffery Sachs. El Dynamite Prize, especie de Premio Nobel del culpable de la crisis financiera mundial, fue creado en respuesta a los intentos de los economistas ortodoxos para evadir la responsabilidad de la debacle calificándola de una manera impredecible (“Cisne negro”). El elegido fue el ex titular de la FED, banca central estadounidense, Alan Greenspan.
El Premio Revere, en cambio, se presenta como reconocimiento a los profesionales que alertaron sobre la crisis financiera global. El elegido fue el economista matemático de formación marxista Steve Keen, de la Universidad de Western Sydney, quien ha sido considerado como el que advirtió al mundo con mejores argumentos del colapso financiero de 2008. Recibió el doble de votos del mediático Nouriel Roubini, de la Universidad de Nueva York. Dean Baker, del Center for Economic and Policy Research, quedó en tercer lugar. De ese mismo centro de estudios es Mark Weisbrot, estudioso de la economía argentina, que transita el camino de análisis de los integrantes de la AEDA y hace pocos días fue uno de los expositores en el IV Encuentro Internacional de Economía Política y Derechos Humanos organizado por el Cempo de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. El Premio Revere promovido por Real-World Economics debe su nombre en honor de Paul Revere, uno de los héroes de la lucha independentista de los Estados Unidos, que se ganó su lugar en la historia gracias a su famosa cabalgata de la noche del 18 de abril de 1775, cuando recorrió varias poblaciones, alertando a sus habitantes sobre el avance de las tropas británicas.
Además de los tres mencionados, en el top ten se ubicaron en orden de más votados Joseph Stiglitz, Ann Pettifor, Robert Shiller, Paul Krugman, Michael Hudson, Wynne Godley y, soprendentemente, George Soros en el décimo lugar. Esos economistas alertaron sobre la crisis financiera global, y ese premio tiene el objetivo de exponer la falsedad del análisis neoliberal acerca de que era imposible prevenir la debacle y, fundamentalmente, para que sean tenidos en cuenta esos economistas y así evitar otra crisis en el futuro. Todos esos economistas hoy se oponen con firmeza a las medidas de austeridad y recortes de derechos sociales que están implementando las bancas centrales y los gobiernos de las potencias, que siguen asesorados por los mismos economistas neoliberales. Estos no sólo no previeron la gran crisis, sino que en distinta medida fueron responsables de su estallido.
El reconocimiento a Steve Keen lo ubica en un lugar destacado para conocer cuál es su opinión sobre la actual situación. En un reciente artículo, “¿Regreso al futuro?”, lo comienza en forma rotunda: “las cosas pintan, en efecto, mal para la economía estadounidense”. Señala que el desempleo está fuera de control, al considerar un índice más amplio que lo ubica en 22 por ciento (incluye “desalentados” y subempleados), cálculo que rescata de la página de Internet Shadow Government Statistics. Analysis Behind and Beyond Government Economic Reporting (“estadísticas del gobierno en la sombra: análisis más allá y más acá de los informes económicos del gobierno”) del estadístico norteamericano John Williams. Keen considera que ese índice es más realista que la tasa oficial de desempleo, que se ubica en el 9,6 por ciento.
Keen afirma que “los Estados Unidos se hallan en una depresión, y cuanto antes se reconozca –en vez de pretender negarlo–, tanto mejor”. Apunta que “las acciones del gobierno han atenuado la tasa de declive, pero no la han revertido: un gigantesco estímulo fiscal y monetario ha colocado a la economía en el limbo en lugar de reiniciar el crecimiento, y el arsenal convencional de la política monetaria de la FED está prácticamente exhausto”. Advierte que “si el gobierno se limita a inyectar dinero en el sistema, sin restringir al sistema financiero y privarle de especular en los mercados de activos, lo mejor que cabe esperar es una repetición de la crisis a una escala aún mayor en unos años y varios peldaños abajo”. Para concluir que “si todo lo que hacemos es efectuar un rescate monetario, dejando intacto el sector financiero, volverá a renacer una vez más como un esquema Ponzi todavía más gigantesco”. Keen, finalmente, pregunta: “¿Queremos volver a pasar otra vez por esto?”.
Para definir el Dynamite Prize y el Premio Revere participaron decenas de economistas que interpelan al neoliberalismo y a la primacía de las finanzas en la economía global. El responsable de esa iniciativa y también editor de Real-World Economics, Edward Fullbrook, justifica esos premios en que no “todos” los economistas son “malos”, sino que “sólo los economistas neoclásicos (neoliberales) causaron la crisis global”. Explica que “hay otros enfoques de la economía que son más realistas o, al menos, menos delirantes, pero éstos han sido suprimidos en las universidades y excluidos de las políticas de los gobiernos”. Por lo pronto, en Argentina, pese al ocultamiento de gran parte de los medios, están encontrando un lugar destacado los economistas de la línea Revere, definiendo posición en debates cruciales ante los candidatos locales al Dynamite, con la pretensión de no regresar al futuro del que previene Keen.
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