ECONOMíA › BAJA DE TASAS EN CHINA CONMUEVE A LOS MERCADOS
› Por Raúl Dellatorre
Apenas una leve movida de pieza en el tablero alcanzó para conmover al mundo financiero en pleno. Wall Street vivió su peor jornada en dos meses. Retrocedieron el euro y el yen frente al dólar y hasta el oro cedió en su cotización. Cayeron el petróleo y las demás materias primas. Localmente, los títulos de deuda argentina cedieron hasta seis puntos llevando a una trepada del riesgo país, luego de varias jornadas en descenso.
¿Qué había pasado? El Banco Central chino había anunciado, muy temprano (para los relojes de Occidente), que subiría en un cuarto de punto (0,25 por ciento) la tasa de depósitos y préstamos a un año (a 2,50 y 5,56 por ciento, respectivamente) para procurar cumplir con las metas de inflación del 3 por ciento anual, “desbordadas” actualmente al 3,6 por ciento.
El “endurecimiento” de la política monetaria china no es tan grave como podría hacer suponer la reacción de los mercados ni tampoco es previsible que sea seguida por otras movidas que profundicen el sentido de la de ayer. Sin embargo, el poder político estadounidense ha hecho lo suficiente para hacer creer al mundo que “todo” lo malo, “todo” lo que debe mejorar, depende de que China acepte las recomendaciones de Washington: revaluar su moneda, el yuan, ya sea aumentando su paridad frente al dólar o encareciendo las tasas domésticas (considerando a éstas como el “costo” de la moneda).
Para los congresistas y el Ejecutivo estadounidenses es más sencillo atribuirle a China las “culpas” por la persistencia de la crisis que asumir las propias. Recientemente, Nancy Pelosi, presidenta demócrata de la Cámara de Representantes, le atribuyó a la subvaluación del yuan la responsabilidad por la pérdida de dos millones de empleos en su país en los últimos diez años. El Congreso amenaza con sanciones comerciales a China y “a todo país que manipule el valor de su divisa” perjudicando a otros. ¿No es ésa, justamente, la historia del dólar desde el fin de la Segunda Guerra para acá?
Estados Unidos convirtió en una guerra de monedas lo que, en realidad, es incapacidad para manejar la crisis y es la necesidad de trasladar el costo de los platos rotos al resto. Para hacerlo, fuerza los argumentos errando el diagnóstico. Según Joseph Stiglitz, Nobel de Economía en 2001, un eventual ajuste en la paridad cambiaria en China (yuan/dólar) “no va a solucionar todos los problemas”, recordando que “el exceso de liquidez en la economía de Estados Unidos es una gran fuente de perturbaciones globales”. Exceso de dólares que se vuelca hacia los mercados emergentes, bajando la cotización de la divisa respecto de las monedas locales (abaratamiento del dólar en Brasil o Argentina, por ejemplo) obligando, dice Stiglitz, a “una intervención activa a través de controles de capitales, impuestos, compra de divisas u otros” para impedir que Estados Unidos les haga pagar las consecuencias. “La política monetaria de Estados Unidos le va a seguir creando enormes problemas a las economías emergentes que han tenido éxito”, sentenció el economista estadounidense.
Argentina y Brasil están adoptando las medidas de prevención necesarias para evitar el daño. El FMI, y también especialistas locales prestigiados durante la hegemonía neoliberal, lo cuestionan. Estados Unidos señala a China, y los mercados miran hacia allá, esperando que vengan misiles o “señales de alivio”. Pero el campo de batalla está más cerca. La cuestión es no confundir el objetivo y, en lo posible, tampoco el enemigo.
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