La administración nacional logró cerrar el año fiscal 2010 con un excedente primario de 25 mil millones de pesos, es decir por diferencia entre los ingresos del Estado y los gastos primarios, sin considerar los pagos de intereses de la deuda, Pero aun teniendo en cuenta estos últimos, el resultado sigue siendo positivo: el denominado superávit financiero superó los 3000 millones de pesos. “El modelo económico de desarrollo con inclusión social ha superado con creces la difícil prueba que fue la crisis económica internacional de 2009”, proclamó Amado Boudou, ministro de Economía, con los números en la mano.

El titular del Palacio de Hacienda destacó, además, que esos resultados van en línea con un crecimiento del Producto Bruto Interno para el año en torno del nueve por ciento y de la inversión bruta interna fija del 17,9 por ciento. Frente a la crisis, destacaron los funcionarios oficiales (Juan Carlos Pezoa, secretario de Hacienda, acompañó a Boudou al presentar los números del superávit), la recuperación de la autonomía de decisión sobre la política económica (sin ataduras a las recetas monitoreadas por el FMI) y el avance en la integración e intercambio regional resultaron vitales para mejorar la inserción a escala mundial del país en un marco desfavorable.

“A un año del peor shock externo desde la Gran Depresión, la economía local ha retornado a las tasas positivas de crecimiento del PBI y se encamina a cerrar el año con una cifra cercana al 9 por ciento y una tasa de desempleo para el cuarto trimestre del 7,4 por ciento”, señala el informe oficial distribuido ayer por el Ministerio de Economía.

Según se ocuparon de subrayar Boudou y Pezoa, el resultado de las cuentas públicas también refleja las consecuencias de la aplicación de políticas monetarias y fiscales contracíclicas. Es decir, favorables al crecimiento durante la crisis, en vez de las tradicionales políticas de ajuste y contracción.

“El crecimiento en los recursos del 34,7 por ciento respecto de 2009 obedece, en gran medida, al fuerte dinamismo del consumo interno, del comercio exterior, del precio de los commodities (materias primas exportables) y de la masa de salarios imponibles”, destaca el informe oficial. En relación con el gasto primario, subraya los aumentos en “prestaciones de la seguridad social, por la movilidad de haberes jubilatorios dos veces al año; transferencias corrientes al sector privado, por el impacto de la Asignación Universal por Hijo, el aumento de las coberturas asistenciales administradas por el PAMI, y compensaciones a usuarios de transporte y de energía eléctrica; gastos de capital, por obras viales, erogaciones para la terminación de Atucha II y otras obras de infraestructura hídrica y vial”.

“Estos números demuestran claramente el rol que este Gobierno le ha dado a la inversión pública y al desarrollo de la infraestructura a lo largo de todo el pais, como elemento generador de empleo y dinamizador del proceso económico”, concluye el informe.

El superávit anual se alcanzó con la suma de ingresos tributarios por más de 20.600 millones de pesos, unos 10.000 millones de contribuciones a la seguridad social, más unos 21.000 millones que aportó el Banco Central en concepto de utilidades, y otros 8600 millones de parte de la Anses. En la conferencia de prensa en la que se presentaron estos resultados, Pezoa defendió la política de transferencias de fondos de esos organismos al Tesoro, al asegurar que “si el Banco Central obtuvo ganancias fue por políticas económicas que lo alentaron, al igual que lo que ocurrió con la Anses”.

Por su parte, Boudou criticó a “quienes nada dicen” sobre la transferencia del gobierno nacional de más de 7000 millones de pesos a las provincias por el Fondo Federal Solidario, cuyos ingresos provienen de una parte de lo que se recauda por retenciones a las exportaciones de soja, y lo que ello implica en materia de redistribución de ingresos.