ECONOMíA › LA HORA DE LOS ESTRATEGAS CHINOS
› Por Raúl Dellatorre
La nueva cesión parcial del capital accionario de YPF, decidida por Repsol, le da una nueva pincelada al cambio de imagen en el panorama petrolero local. Antes, con diferencia de días, ocurrió el traspaso de todos los activos en el país de Exxon Oil, explotados bajo la marca Esso, a manos del consorcio Bridas-Pan American Energy, que ahora conforman la familia Bulgheroni y la empresa de capital chino Cnooc. Todos estos movimientos permiten configurar cómo está ubicada la Argentina –y esta región del mundo– en la consideración de los principales jugadores petroleros globales, ya sean empresas de primera línea (Esso o Repsol) o fuertes demandantes (China, en este caso). Ante ellos, la Argentina, geológicamente, no está entre los más atractivos del mundo para la búsqueda de hidrocarburos, pero posee reservas inexplotadas que, aunque escasas, pueden ser significativas a medida que se acerque el agotamiento mundial del recurso. Un horizonte no tan lejano.
Víctor Bronstein, titular del Centro de Estudios de Energía, Política y Sociedad, reseñó las diferentes estrategias empresarias. Consultado por Página/12, describió a Repsol como “una firma que no necesita conjugar su negocio con una política de soberanía energética de ninguna nación”. Explicó que, si bien la firma es española, su país de origen no tiene recursos, ni compite como un jugador de peso en el mercado mundial. Con sede central en Madrid, los principales capitales de Repsol están fuera de España. “En este sentido, es una empresa que no tiene patria. Buscan hacer negocios donde más les conviene, sin otro compromiso que sus intereses”, describió Bronstein.
Repsol posó sus intereses en la Argentina a mediados de los ’90, cuando accedió a la compra de YPF, el emblema nacional que el menemismo puso en venta. Por entonces, la dirección estratégica de Repsol parecía más comprometida con los intereses del gobierno español, en manos del Partido Popular (José María Aznar) para esa fecha. Bronstein describió aquella operación desde otro enfoque.
“Repsol necesitaba hacer pie en el upstream (exploración y explotación) en América latina. La Argentina no era geológicamente muy interesante, pero la privatización de YPF les dio una oportunidad que aprovecharon. Hoy ya están posicionados en Venezuela y Brasil, con proyecciones de negocios más atractivas. Pero van a necesitar plata para invertir y van a privilegiar esos países por sobre la Argentina. Es lógico que se desprendan de activos aquí por estrategia empresaria, aunque conserven el control de YPF. Además, la compra de YPF les generó una situación de endeudamiento de la que ahora tienen algún apuro en salir”, repasó.
El otro fenómeno destacado en el sector es el desembarco de capitales chinos, asociados a Bulgheroni. “Es el contraejemplo más claro”, apuntó Bronstein al respecto. “Al igual que Petrobras en Brasil, China tiene trazada una estrategia geopolítica de largo plazo. Saben que en veinte años el país va a duplicar su consumo energético. Por eso entró en Asia, en Africa y ahora lo está haciendo en América latina, para garantizarse participación en la explotación de reservas.”
El antecedente más cercano de inversiones chinas en la región son los acuerdos con el gobierno venezolano de Hugo Chávez, para extraer crudo en el Orinoco y refinarlos en territorio chino en tres nuevas plantas diseñadas para procesar crudo pesado.
En la Argentina apuestan al crudo del subsuelo patagónico de la mano de Bulgheroni, pero también al procesamiento y la comercialización a partir de los ex activos de Esso. “Tienen metas de largo plazo, pero también logran rentabilidad de corto plazo –destacó Bronstein–, porque el downstream (refinación y comercialización) sigue siendo buen negocio en la Argentina, pese a lo que digan los refinadores.”
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