ECONOMíA
› EN LOS ULTIMOS MESES FUE LA PEOR INVERSION
Pobrecitos los tenedores de dólares
Cayó 46 centavos en dos meses, pero igual concita todas las miradas. El papel de las elecciones en el futuro del dólar.
› Por Claudio Zlotnik
El dólar fue una mala inversión en los últimos meses. La realidad es irrefutable: una persona que el último día hábil de noviembre cambió 1000 pesos se llevó 273 dólares. En cambio, si hubiese optado por un plazo fijo al 15 por ciento anual a 65 días de plazo –es decir, se canceló el viernes–, los 1000 pesos originales se transformaban en 1027 pesos, con los cuales adquiría 321 dólares. La diferencia es notable: 48 dólares, el equivalente a 153,60 pesos, el 15 por ciento de la inversión inicial. Mucho peor si el inversor tuviese que vender los dólares comprados hace poco más de dos meses. En vez de 1000 pesos recibiría 860. En la city creen que las mejores oportunidades para el corto plazo sigue en el mercado de las tasas de interés.
La clave es la caída de 46 centavos del dólar en los últimos dos meses. Entre el 30 de noviembre último y el viernes pasado, la moneda estadounidense bajó de 3,66 a 3,20 pesos. La tendencia negativa comenzó con la apertura del corralito, a comienzos de diciembre, y se profundizó a medida que Economía y el Banco Central fueron desmontando los controles cambiarios y las entidades financieras anticiparon el reintegro de los depósitos acorralados.
Frente a la caída del tipo de cambio, los inversores –grandes y pequeños– cambiaron de estrategia. Dejaron de comprar divisas y colocaron el dinero en el mercado de las tasas de interés: los operadores más sofisticados se volcaron a las Letras del Banco Central (Lebac), mientras que los más chicos retornaron a los bancos e hicieron depósitos a plazo fijo. El mes pasado, la expansión de estas colocaciones resultó importante, de 1712 millones de pesos. En febrero, la apertura del corralón en algunos bancos promete una confirmación de esa expansión ya que, según datos extraoficiales aportados por las propias entidades financieras, tres de cada cuatro ahorristas acorralados deja su dinero como nuevos plazos fijos en vez de retirar los fondos para invertir en moneda dura. El atractivo son los jugosos rendimientos que proponen los bancos: entre 17 y 18 por ciento anual por las colocaciones a 30 días.
Con estos ejemplos queda claro que la demanda de dólares está contenida por el fracaso que significó como inversión en los últimos meses. Pero también porque el Central mantiene ciertos controles clave para ponerle un límite a esa demanda, como el límite de 150 mil dólares mensuales que permite adquirir a empresas y particulares. Además, hay una tercera razón, más ligada a la economía de todos los días: sin crédito, las empresas utilizan su “caja” para seguir produciendo y no cuentan con una liquidez importante para comprar divisas. Es lógico en una economía que se maneja en efectivo, sin chances de financiaciones salvo en los casos en que los proveedores les dan tiempo a sus clientes para pagar.
Operadores consultados por Página/12, no obstante, coincidieron en que podría darse un repunte acotado del tipo de cambio en las próximas semanas, a medida que se acerque la fecha de las elecciones presidenciales (ver recuadro aparte).
Si el negocio de los inversores es colocar sus pesos en los bancos o en el Central, a través de las Lebac, ¿qué hacen las entidades financieras con ese dinero? De los datos preliminares del Banco Central correspondientes a enero surge que utilizaron esos fondos para hacer frente a retiros de las cuentas a la vista y para efectuar depósitos en el Banco Central por 407 millones de pesos, al poco redituable 1,5 por ciento anual. El resto lo ubican en las Lebac.
Al respecto, las novedades no son buenas para el Gobierno. En la última licitación de Letras, casi toda la emisión en pesos se suscribió a un mes de plazo. Para anotarse en la Lebac a 90 días, los financistas reclamaron una tasa de interés superior (22 por ciento anual). También se cubrieron en las Lebac dolarizadas a 14 y 30 días. ¿Qué indica esta situación? Que los grandes inversores no están dispuestos a colocar sus fondos a más de un mes de plazo en medio de la incertidumbre política. Otra mala noticia para el Ejecutivo es una consecuencia del acuerdo firmado con el FMI. En la Carta de Intención se prevé una absorción de 4 mil millones de pesos del mercado, supuestamente, para evitar un rebrote inflacionario. Esta absorción debería darse mediante la emisión de Lebac, ya que el FMI impide que se concrete mediante la venta de dólares. Según los especialistas, esta decisión implicará una suba de las tasas de interés ya que, a menos que el BC cree otro mecanismo de absorción, se prevé una duplicación en el stock de Lebac.
Desde el punto de vista del inversor, esta suba de las tasas le tributará una renta más importante. Pero también significa que, otra vez por sugerencia de Washington, el Gobierno se puso a jugar con fuego, al poner en marcha una política monetaria restrictiva, cuya incógnita principal refiere a si ahogará la incipiente recuperación de la economía y si cambiará las expectativas favorables, las mismas que hicieron que el principal problema del Gobierno sea cómo detener la caída del dólar.