El Gobierno se puso en guardia frente a la posibilidad de que una suba sostenida en el precio del crudo en el mercado internacional promueva un incremento en las naftas. “Queremos impedir aumentos injustificados”, advirtió ayer el jefe de Gabinete, Alfredo Atanasof, aludiendo a la posibilidad de cualquier retoque de precios que las refinadoras ayer negaban tener en estudio.
En virtud de un acuerdo que expira en marzo próximo, las petroleras (como Repsol) se comprometieron a venderles a las refinadoras (como Esso) crudo a un precio fijo, al margen de lo que ocurra en el mercado, lo que permite sostener el valor de los carburantes en los surtidores. Pero esta estabilidad está sujeta a algunas condiciones, como que el tipo de cambio no supere los 3,60 pesos y el precio del barril no esté por encima de los 35 dólares por más de diez días consecutivos.
El viernes pasado el barril de crudo llegó a los 35,12 dólares y, aunque ayer bajó, la inminencia del ataque estadounidense a Irak permite presumir que podría perforar ese techo y quedar por encima de él más de diez días. En ese caso, el gobierno argentino debería revisar el acuerdo suscripto con las petroleras y admitir, de echo, generalizados ajustes en las naftas y el gasoil. Según fuentes oficiales, para esta semana ya se previó un encuentro con las refinadoras pero, hasta ayer, éstas aseguraban no tenerlo en agenda.