El índice de salarios que elabora el Indec creció en marzo 1,43 por ciento y acumula una suba de 26 por ciento en los últimos doce meses. El incremento promedio del mes resulta de un alza de 1,62 por ciento en las retribuciones de los trabajadores registrados del sector privado, 1,45 en los informales y 0,97 por ciento en el caso de los empleados del sector público. Mientras que en el último año los privados, registrados y no registrados, mejoraron su ingreso un 27,9 por ciento, y los estatales “apenas” un 19,4.

Si se comparan las cifras con el índice de precios que elabora el Indec, la mejora de los salarios en términos reales es notable, pues el indicador oficial promedia apenas un 11 por ciento en los últimos doce meses. Sin embargo, ese índice está lejos de reflejar la evolución del costo de vida de los trabajadores. Las negociaciones salariales que están cerrando los distintos gremios promedian subas del orden del 25 por ciento porque los relevamientos de precios privados y los provinciales estiman que el incremento de precios promedio está cerca de ese porcentaje.

Si se toma en cuenta esta última referencia, la mejora salarial que arrojó el Indec estaría sirviendo para mejorar levemente el poder adquisitivo en algunos casos, empardar la inflación en otros o perder unos pocos puntos. Desde comienzos de año, se registraron alzas del 4,2 por ciento dentro de los trabajadores privados, 8,4 por ciento los ingresos de los trabajadores “en negro”, y del 1,4 por ciento de los empleados públicos. La situación de los empleados estatales es la más complicada porque, siempre según el índice oficial, en los últimos doce meses fueron los que menor suba registraron (casi nueve puntos menos que los privados).

El índice de salarios estima la evolución de las remuneraciones sin tomar en cuenta la cantidad de horas trabajadas, ausentismo y premios por productividad. Pese a que el trabajo no registrado es, por definición, el que se desempeña en las peores condiciones, es usual que en etapas de recuperación económica tiendan a crecer a la par de los salarios formales o incluso más. Ello es un resultante de la tendencia de las empresas de todo tamaño a tomar personal no registrado en períodos de repunte, para recién efectivizarlos cuando la tendencia se consolida.