Por Andrés Ferrari *

La Corte se ampara en la “Constitución Nacional” para que los ahorristas cobren en moneda extranjera; el Gobierno pregunta cómo. Y el peor escenario lo plantea Menem: dolarizar. Quienes quieren recuperar sus dólares cantan el Himno. Quienes quieren pagar en pesos sacaron sus dólares afuera. El debate, en definitiva, es quién paga la fantasía inicial de que la Argentina puede ser la Argentina teniendo al dólar como moneda.
¿A quién le puede quedar la duda ahora de que la convertibilidad fue una dolarización encubierta? Por eso, si fue posible, en efecto, ganar en dólares, también lo fue ganar cada vez menos dólares. Pero también fue el período que llevó a marginar hacia la pobreza extrema a media población, al cierre a empresas de capital nacional y a extranjerizar la mayor cantidad de los activos aún existentes en el país. Durante la convertibilidad, miles de jóvenes empezaron a sentir que su único futuro estaba en el exterior.
Hace unos años le preguntaron al economista brasileño Delfim Netto si no creía que su país debería adoptar una convertibilidad como la argentina. Contestó: “No. Preferimos tener nuestros pasivos internos en nuestra moneda”. Así, Brasil pudo salir de su devaluación sin pasar por el problema que ahora afronta la Argentina. Pero así como no se puede tener una moneda nacional sin tener una Nación, tampoco se puede concebir una Nación sin moneda nacional. Y no tener ni una ni la otra es muy costoso, como se está viendo.
Deben ser pocos los argentinos que desean que esta pulseada la gane el sistema financiero, uno de los grandes beneficiarios de la época de la convertibilidad. La cuestión es que dolarizando no la pierden, la ganan. No se sale de las fantasías volviendo a creer en ellas. Y si así fuera, no habrá que confundirse: al oír “Argentina, Argentina” la traducción será “Quiero dólares”.

* Economista. Coordinador de Mafaldaresiste!