Jue 22.09.2011

ECONOMíA  › EL FMI ADVIERTE QUE LA CRISIS ES GRAVE, PERO LE PIDE A EUROPA QUE AJUSTE

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“Los riesgos son altos y se está agotando el tiempo”, advirtió ayer el Fondo Monetario Internacional en su informe de estabilidad financiera mundial. Pese a ello, pide políticas fiscales contractivas.

› Por Fernando Krakowiak

Desde Washington

“Los riesgos son altos y se está agotando el tiempo”, advirtió ayer el Fondo Monetario Internacional (FMI) en el informe sobre la estabilidad financiera mundial, que presentó en esta ciudad. El organismo responsabilizó por la crisis mundial fundamentalmente a la Unión Europea, al afirmar que la solución en la Zona Euro no llega “por diferencias políticas dentro de las economías que están aplicando ajustes y entre las economías que proporcionan apoyo”. Ese reclamo lleva implícito el pedido de avanzar con los recortes, pues en ningún lugar cuestiona la política fiscal contractiva que está profundizando la crisis sino todo lo contrario: “La tensión a la que están sometidas las finanzas públicas obliga a las autoridades a ser especialmente precavidas a la hora de usar la política fiscal para incentivar la actividad económica”, sostiene la burocracia del FMI.

Si bien Estados Unidos tiene serios problemas económicos, por estos días el foco está puesto en la crisis de la deuda de las naciones europeas. En las reuniones preparatorias de las asambleas previstas para el fin de semana las discusiones son fuertes, pero parecen formar parte de una película sin buenos, pues todos proponen el ajuste fiscal. Las diferencias pasan por el límite que acepta cada uno. Los más duros están alineados con el Banco Central Europeo. Esta entidad quiere que los deudores del sur (Grecia, España, Italia y Portugal) se ajusten el cinturón para pagar lo que deben sin caer en default. El FMI venía teniendo una postura un poco más flexible, aunque en un papel subordinado, pues el BCE juega de local en la zona euro y tiene la última palabra. Sin embargo, en el informe de ayer no se notan las diferencias.

El Fondo sostiene que el bajo nivel de las tasas de interés, una de las pocas herramientas que utiliza la ortodoxia cuando quiere incentivar la actividad económica, puede acarrear amenazas a más largo plazo para la estabilidad financiera. Por lo tanto, reclama que se apliquen medidas macroprudenciales más enérgicas para contener los riesgos asociados con esa política. De hecho, dice que la cumbre de la zona del euro celebrada el 21 de julio y los posteriores anuncios del BCE representan “pasos sustanciales hacia el fortalecimiento de la gestión de la crisis”. Y pide que se acelere la aplicación de los planes de ajuste que se discutieron en esos espacios.

En el informe incluso castiga a los países emergentes, quienes gracias a su crecimiento vienen siendo la locomotora que garantiza que el mundo no caiga en recesión. Los técnicos del Fondo remarcan que las perspectivas de crecimiento más auspiciosas y la mayor solidez de los fundamentos económicos, sumada a las bajas tasas de interés en los países centrales, han estado atrayendo capitales, elevando el apalancamiento y los precios de los activos. Por lo tanto, según advierte, eso podría desembocar “en presiones de sobrecalentamiento, en una acumulación gradual de desequilibrios y en el deterioro de la calidad del crédito”. Luego dice que la interrupción repentina del flujo de capitales o posibles aumentos en los costos de financiamiento podrían debilitar a los bancos. “Los bancos de América latina son más vulnerables a shocks de los términos de intercambio”, asegura, pese a que las entidades en muchos países de la región están mostrando una solvencia y liquidez notables. Es obvio que si se suscitara una crisis podrían tener problemas, pero eso no está sucediendo.

En algunos pasajes del informe, el FMI pareciera preocuparse más por lo que pudiera pasar en los países emergentes que por lo que pasa en los desarrollados. Además, olvida que muchos de esos países emergentes lograron salir adelante desconociendo las políticas que ahora la entidad pugna por que se apliquen en Europa, junto con el BCE. Las advertencias a los emergentes no parecen estar vinculadas con el riesgo de una crisis en esos países sino a la necesidad de transferir los problemas europeos a esa periferia. Por eso, muchas veces el FMI les reclama a naciones como China, Brasil o Argentina que dejen revaluar sus monedas.

En ningún momento del informe el Fondo evalúa siquiera la posibilidad de que Europa, por ejemplo, impulse políticas fiscales expansivas para salir de la crisis. Tampoco pone el default como una opción, ni siquiera la alternativa que quiso impulsar Alemania y que por ahora quedó en stand-by, pese a que es público que Grecia no podrá pagar su deuda. Las recetas apuntan casi exclusivamente a que el deudor pague el costo de la crisis.

Los burócratas financieros del organismo multilateral incluso cuestionan a Estados Unidos, que tomó distancia de Europa con sus políticas para dejar atrás el fantasma de la recesión. “Estados Unidos ahora se enfrenta a dudas crecientes acerca de la capacidad del proceso político para lograr un consenso necesario en torno del ajuste fiscal a mediano plazo, que es de crucial importancia para la estabilidad mundial”, destaca el texto. El diagnóstico sobre la gravedad de la crisis que realiza el FMI es acertado, pero las propuestas que formula hacen que se vuelva difícil pensar en una salida antes de que el tiempo efectivamente se agote.

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