ECONOMíA › LORENZINO PIDIó EN EL G-20 MEDIR EL RIESGO CREDITICIO DE OTRA FORMA
El funcionario planteó que los diferentes actores de los mercados financieros trabajen para desarrollar calificaciones propias y sustituyan a las calificadoras. Lo acompañó la titular del Central, Mercedes Marcó del Pont.
El ministro de Economía, Hernán Lorenzino, y la titular del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, encabezaron la delegación argentina en la reunión de ministros del G-20, que concluyó ayer en México. Los funcionarios centraron sus intervenciones en la importancia de apuntalar el crecimiento por la vía de las políticas favorables a la creación y mejora del empleo. Además, remarcaron la necesidad de cambiar hacia otras formas de medir el riesgo crediticio, dejando atrás a las calificadoras de riesgo. Por su parte, el plenario acordó esperar hasta el mes próximo antes de darle recursos adicionales al Fondo Monetario para que responda ante un eventual recrudecimiento de la crisis europea. Lo que buscan es que los países de la Eurozona definan antes cuáles son sus fortalezas para enfrentar esa hipotética situación.
El planteo argentino reflejado en el texto final consiste en que hay que “sostener la demanda” y para lograrlo “hay que poner a las políticas que favorezcan el empleo y la inclusión social”, dijo Lorenzino, quien destacó que esta posición fue compartida con Brasil. Por su parte, Marcó del Pont señaló que “lo importante es que la economía mundial vuelva a crecer” y agregó que “nuestra experiencia con las políticas de ajustes es que no dieron sus frutos, sino que profundizaron los problemas”. “Por eso los mercados emergentes queremos tener mercados domésticos robustos”, agregó.
La delegación argentina llevó a la mesa de discusión la necesidad de un nuevo mecanismo de resolución de deudas y lideró la discusión sobre el rol de las agencias calificadoras de riesgo, en línea con la postura mayoritaria de virar hacia otras formas de medir el riesgo crediticio. El país planteó “la necesidad de que los diferentes actores de los mercados financieros tanto privados como públicos trabajen para desarrollar calificaciones propias y sustituyan paulatinamente los ratings emitidos por las calificadoras”, indicaron los funcionarios. A su vez, destacaron la posición de países como Estados Unidos, que ya aplican mediciones alternativas en derivados.
El grupo, que reúne a potencias industrializadas y economías emergentes, pidió a la Zona Euro que concluya los trabajos para definir el monto de su “cortafuegos” en marzo, antes de dotar de más recursos para créditos al FMI. Con Estados Unidos a la cabeza, el G-20 presiona a Europa para que constituya un escudo de contención lo más grande posible, y junto al FMI pide a Bruselas que el total alcance por lo menos 750.000 millones de euros, alrededor de un billón de dólares. Actualmente, sus fondos para préstamos de rescate están limitados a 500.000 millones de euros. Sin embargo, Alemania, la mayor economía europea y locomotora de la Eurozona, ha advertido que se mantendrá en los márgenes de la ortodoxia presupuestal y monetaria. “No tiene ningún sentido en términos económicos hacer caso a los llamados de inyectar dinero sin fin en los fondos de rescate”, subrayó el sábado el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schaeuble. El fortalecimiento del “cortafuegos” es esencial para desbloquear cualquier aporte adicional de fondos al FMI.
El llamado del G-20 a Europa para que cuente con más fondos propios contra la crisis, encabezado por Estados Unidos, coincide con la postura del grupo Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Los emergentes “van a ayudar” cuando los europeos “refuercen su cortafuego y hagan más de lo que están haciendo con esos fondos de estabilidad”, resumió el ministro brasileño de Hacienda, Guido Mantega.
Los países del G-20 también acordaron contemplar el empleo y la inclusión social como centro de las acciones del grupo. Al mismo tiempo, se definió avanzar en mediciones alternativas a las de las calificadoras de riesgo. El ministro de Economía, Hernán Lorenzino, señaló que “el mayor riesgo en este contexto financiero mundial proviene de sofocar el crecimiento de la actividad económica como consecuencia de los planes de ajuste y de la creencia en políticas que atentaron contra el crecimiento”.
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