Vie 23.03.2012

ECONOMíA  › OPINION

Moneda para la democracia industrial

› Por Eric Calcagno *

Con la nueva Carta Orgánica del Banco Central, hoy nuestro país plasma en el Derecho lo que se venía desenvolviendo en los hechos: le da fuerza de ley a la potestad de una institución que modula la emisión de moneda y crédito, y administra el tipo de cambio con la meta de orientar esa liquidez en función de las necesidades del desarrollo económico con inclusión social.

La misión, que de ahora en más queda formalizada en la ampliación del objetivo de la estabilidad monetaria, básicamente para tornarlo factible, es la de promover “la estabilidad financiera, el empleo y el desarrollo económico con equidad social”; todo “en el marco de las políticas establecidas por el gobierno nacional”.

Los nuevos objetivos no son alternativos, incompatibles o antagónicos entre sí. Esta lectura es un error conceptual, ya que es imposible mantener en el tiempo una estabilidad monetaria, sin crecimiento económico ni estabilidad financiera y con alto desempleo. Más que contradictorios, son cuatro aspectos de una misma política.

Es necesario, para entenderlo, darse cuenta de que una moneda sólida no tiene más respaldo que una economía sólida. La moneda no se defiende con altas murallas, como una ciudad en la Edad Media, sino con buenos soldados, buena estrategia y mejor teoría. Nada más práctico que una buena teoría: en este caso, economía y finanzas sólidas con empleo y justicia social. Por ello, la nueva Carta Orgánica convierte al Banco Central en un actor inteligente que obra en función de intereses colectivos dentro de las orientaciones de política económica que fija el Gobierno.

La vieja versión apostaba al aumento del desempleo. En cambio, la nueva Carta Orgánica hace del BCRA una pieza clave para que resolvamos nuestros problemas a partir de incentivar el crecimiento, no de detenerlo. Va de suyo que la solución de los problemas económicos que enfrentamos no es ciertamente más fácil con un producto social global reducido, que con un producto social que ha maximizado su volumen. Se trata de un avance más para consolidar lo alcanzado hasta aquí. Tal es el sentido de esta nueva herramienta para la construcción de una democracia industrial.

* Diputado nacional FpV-PJ.

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