Dom 15.07.2012

ECONOMíA  › OPINIóN

Salario real

› Por Alfredo Zaiat

El debate inflación e ingresos de los trabajadores, incluyendo la discusión sobre el Impuesto a las Ganancias sobre salarios medios y altos, en un escenario de fragmentación en cinco de la representación confederal de los trabajadores, exige un marco de cifras para ordenarlo. Desde 2007 el aumento de precios se ha estacionado en un umbral alto, sin espiralizarse pese al deseo de avivar ese fuego por los pirómanos conocidos. La inflación es uno de los principales problemas de la economía pero hoy no está impulsada por los motores tradicionales que ofrece como explicación la ortodoxia, obsesionada con el gasto público y la emisión monetaria. Además de factores vinculados al sector externo e imperfecciones en los mercados de oferta (oligopolios), en estos años se está desarrollando una fabulosa puja distributiva entre el capital y el trabajo, que se expresa en aumentos de precios y de salarios. El aspecto notable de esa tensión en perspectiva histórica es que los trabajadores no son los perdedores porque los salarios no retrocedieron en términos reales. La particularidad de ese proceso es que esa mejora se concretó al mismo tiempo que aumentaron las utilidades de las empresas. Esta aparente contradicción se salda cuando se observa la fuerte alza que registró la productividad laboral, que implica la apropiación del capital de una parte proporcionalmente mayor del incremento de la riqueza global de la economía. La complejidad de esa dinámica de ingresos, con sus respectivos agentes económicos involucrados, exige eludir rústicos análisis que sólo sirven para cautivar plateas inocentes pero no para interpretar la intensa pelea que se está dando por el reparto del ingreso y sobre quienes se pretende hacer recaer los costos de una crisis global con desenlace desconocido. Por lo pronto, en rasgos generales, los trabajadores, por la organización gremial y por gestión de gobierno, no la están pagando. Esto explica la incomodidad del mundo empresario que bien saben reflejar sus medios afines y expresar sin pudor hombres de negocios dedicados a comercializar información económica.

El proceso de recuperación del ingreso de los trabajadores luego de la fabulosa transferencia hacia el capital que significó la megadevaluación de la salida de la convertibilidad comenzó con aumentos de sumas fijas no remunerativas dispuestas por decreto. Luego ese monto pasó a integrarse al salario, para empezar una persistente y creciente negociación paritaria, la más larga en cantidad de años desde que se constituyó esa institucionalidad en el mundo laboral. Este proceso permitió una mejora salarial en términos reales, sendero que se complicó cuando comenzó a poner en cuestionamiento la tasa de ganancia empresaria. La reacción fue ajustar precios, independientemente de que la productividad laboral haya crecido por encima del costo laboral.

El último informe de coyuntura del centro de estudios y formación de la CTA-Yasky precisa que durante la posconvertibilidad la productividad creció continuamente. Señala que si bien el costo laboral también se incrementó en el período, lo hizo a una tasa menor, de manera que el costo laboral unitario se redujo, incrementando la rentabilidad empresaria. Define que “entre 2009 y 2011 la tasa de crecimiento de la productividad se aceleró en relación a años anteriores alcanzando en 2011 un valor 31,6 por ciento superior al del final de la convertibilidad”.

Este resultado permite entender las importantes ganancias acumuladas por las empresas en estos años, a la vez la dinámica que adquirió la negociación colectiva con alzas salariales por encima de la inflación. El promedio simple de la variación anual de los salarios de convenio de todas las paritarias fue 26,4 por ciento en 2008, 21,0 por ciento en 2009, 26,0 por ciento en 2010, y 32,0 por ciento en 2011.

El aumento del año pasado fue uno de los más importantes porque se ubicó varios puntos por encima de cualquier índice de precios difundido. En el cuadro que acompaña esta nota se observa en detalle los aumentos de esos años en cada uno de los principales sectores de la economía. Esa recomposición no significa que aún no persistan en el mercado laboral las consecuencias de la heterogeneidad salarial y de la informalidad, la aún débil organización en los lugares de trabajo y la demorada renovación de liderazgos gremiales.

La recomposición de las organizaciones gremiales ha sido un proceso que comenzó con la salida traumática de la convertibilidad. La suba de los salarios, la reapertura de las negociaciones paritarias y la creación de una importante cantidad de puestos, en el marco de un crecimiento sostenido, constituyeron elementos que implicaron una mejora de la situación de los trabajadores y el fortalecimiento sindical. Los investigadores Héctor Palomino y David Trajtemberg indican en “Negociación colectiva y recuperación económica en Argentina”, publicado en Macroeconomía, empleo e ingresos, libro de la OIT y el Ministerio de Trabajo, que el fortalecimiento sindical “provino del crecimiento conjunto de su influencia, del número de afiliados y de sus recursos económicos, tendencias que contrastan con el declive que padecieron en esos tres planos durante los años noventa”.

La consecuencia fue el aumento de las negociaciones colectivas y los trabajadores comprendidos en las paritarias, estén o no sindicalizados. La evolución fue un alza constante sin detenerse en 2009, cuando la crisis internacional impactó en la economía doméstica, ni ahora, cuando también se registra una desaceleración de la actividad económica (ver aparte). Palomino y Trajtemberg afirman que el incremento en la frecuencia de la negociación colectiva confirma, en el plano institucional, una fuerte articulación con la dinámica socioeconómica “al comportarse como instrumento para impulsar el incremento de los salarios”. El recorrido que han tenido los convenios y acuerdos homologados en el sector privado fue destacado, como se puede observar.

Año Cantidad de negociaciones Personal comprendido
2004 348 1.222.000
2005 568 2.117.000
2006 930 3.500.000
2007 1027 3.938.000
2008 1231 3.992.000
2009 1331 4.001.388
2010 2038 4.220.161
2011 1864 4.235.000

Fuente: Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social.

La cantidad de trabajadores cubiertos por convenios siempre es mayor porque incluye también a quienes no renovaron acuerdo en el año.

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner afirmó en su discurso en Tucumán por el Día de la Independencia que el país tiene el mejor salario de la región. El portal de Internet Chequeado, que se dedica a evaluar sentencias de los políticos, juzgó que es “cierto tanto con el mínimo como con el salario promedio, si se mide por el poder adquisitivo, es decir lo que se puede comprar con esa suma de dinero en cada país”. Consultado Pablo Glüzmann, investigador del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales, señaló que “si se considera el salario por hora en paridad de poder adquisitivo, Argentina y Costa Rica son los países con mayores salarios”. También le preguntaron a Víctor Beker, director del Centro de Estudios de la Nueva Economía de la Universidad de Belgrano, sobre el salario mínimo. En un informe de ese investigador se indica que en Argentina el salario mínimo tiene el mayor poder adquisitivo de la región, al ser un 16 por ciento superior al piso salarial paraguayo, que se ubica en el segundo puesto, y 3,2 veces mayor a la remuneración mínima boliviana, la cual ocupa la última posición en la tabla”.

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