ECONOMíA › OPINIóN
› Por Enrique Meyer *
Ciertos economistas ortodoxos de larga trayectoria y algunas voces dentro del sector turístico sostienen que la Argentina se ha vuelto “cara” y reclaman una fuerte devaluación con el supuesto objetivo de recuperar competitividad. Los medios de comunicación con posición dominante se han hecho eco de una sola campana que responsabiliza al tipo de cambio como la razón de una caída de la actividad hotelera y comercial en la ciudad de Buenos Aires.
En ese escenario, un análisis certero y completo de la situación requiere, entre otros elementos, tomar en cuenta que la Encuesta de Viajes y Turismo de los Hogares demuestra cabalmente que los argentinos se han incorporado masivamente al turismo. Más importante aún, los registros denotan el acceso al turismo de los sectores de menores recursos.
Este indicador social ha crecido un año tras otro desde 2006, cuando comenzó a medirse, hasta la actualidad, superando así las distintas crisis internacionales que la Argentina soportó en medio de los pronósticos de los agoreros de siempre, que atribuyen cualquier situación positiva al “viento de cola” y desmerecen todo logro.
Una abrupta devaluación significaría desandar el camino trazado, ya que generaría una transferencia de recursos hacia los sectores de mayor poder adquisitivo, sólo beneficiando a los grandes exportadores y en claro detrimento de aquellos cuyos ingresos son fijados en pesos. Entre otras cuestiones sustanciales, tal circunstancia afectaría de manera contundente a las regiones del interior del país, más dependientes del turismo interno que, por ejemplo, la ciudad de Buenos Aires.
Con relación al turismo receptivo, una devaluación como la que impulsan algunos sectores conllevaría una señal a corto plazo acotada a los mercados regionales preponderantes y montada apenas en una coyuntura monetarista. Sólo unas pocas zonas de la Argentina, las más acomodadas económicamente y atractivas para un determinado perfil turístico, resultarían beneficiadas.
Cuestionamos los planteos de quienes añoran una política económica de concentración destinada a beneficiar a unos pocos privilegiados, los nostálgicos de un turismo para pocos. En cambio, seguimos bregando por el crecimiento con inclusión y trabajamos para consolidarlo.
* Ministro de Turismo de la Nación.
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