ECONOMíA › TEMAS DE DEBATE: CóMO IMPACTA EL INGRESO DE VENEZUELA EN EL MERCOSUR
Qué le aporta económicamente al bloque el ingreso del país conducido por Hugo Chávez, cómo cambia el equilibrio de fuerzas al interior del Mercosur y qué consecuencias tiene en el escenario geopolítico.
Producción: Tomás Lukin
Por Alejandro Robba *
Mucho se ha dicho y opinado en los últimos días sobre el ingreso de Venezuela al Mercosur. Los análisis desde los sectores conservadores afirman que la incorporación supone una “chavización”, mientras que otros dan por hecho que ahora sí el bloque se encamina hacia una profundización de la integración suramericana. Por fuera de posiciones maniqueas, lo que se abre es un nuevo escenario, donde el ingreso de un país con potencialidad económica y presencia política impactará sobre los equilibrios y disputas de poder actuales.
En términos geopolíticos y luciendo una cintura política admirable, para Brasil, Argentina y Uruguay, el ingreso de Venezuela ha sido una respuesta certera al golpe institucional que derrocó a Fernando Lugo en Paraguay, decidiendo una política a largo plazo que irá más allá de la buena sintonía actual entre los mandatarios.
En términos de su potencialidad económica, con datos del 2011, el nuevo socio pleno detenta el saldo comercial más grande entre los países miembros (46.000 millones de dólares), superando así al del bloque en su conjunto, que fue de 35.800 millones de dólares. El poder de compra que le da su saldo comercial es un gran atractivo para que el resto de los países puedan acrecentar sus ventas a Venezuela, tanto por creación o por desvío del comercio extrazona.
En términos de su presencia política, Venezuela viene a ponerle un poco de “azúcar” al Mercosur: parece poco probable que el presidente Hugo Chávez se siente a ver cómo sus dos socios mayores marcan el ritmo del bloque. Y menos observará pasivamente cómo Brasil juega prioritariamente el partido de gran jugador mundial BRIC, manteniendo en stand by al Mercosur. En este sentido, Argentina tendrá un excelente socio para profundizar la alianza estratégica, “invitando” a Brasil a que tome un rol más activo en el liderazgo regional.
Un desafío no menor es que la sintonía política entre los mandatarios tenga su correlato en términos económicos, eliminando todas las fallas de origen noventistas que, aun con los avances en este siglo, subsisten en el modelo de integración y que podrían resumirse en dejar de enfatizar la idea de perfeccionar la unión aduanera por sobre el objetivo primario de complementariedad productiva y reindustrialización del bloque.
El economista brasileño Carlos Medeiros afirma en Los dilemas de la integración suramericana que existen dos modelos de integración: uno basado en el libre comercio y en la convergencia macroeconómica y el otro cimentado en la idea del comercio administrado y el keynesianismo regional.
El primero cristaliza la especialización primaria de los países y sus prioridades macro son alcanzar metas de inflación, de endeudamiento y de déficit fiscal. Por el contrario, un verdadero proceso de integración debe priorizar la industrialización y el aumento de escalas de una producción cada vez más diversificada, para abastecer al mercado regional, y donde las políticas de sustitución de importaciones no deben ser nacionales sino tener escala regional.
Para el investigador brasileño de la UFRJ, una regionalización en serio debe contar con un centro cíclico regional o país locomotora, que por ser el socio principal del bloque arrastre con su crecimiento –vía aumento de sus importaciones intrazona– al resto de los países.
Mientras no se discuta en profundidad la idea de centro cíclico regional y la reindustrialización articulada del bloque, cada vez habrá más voces que por derecha digan que el Mercosur sólo le sirve a Brasil. El ingreso de Venezuela es la oportunidad de rediscutir estas ideas y pensar en una región donde más allá de la libre circulación de bienes, lo que debe circular son las personas, las ideas, las culturas y la solidaridad.
* Economista de la Universidad Nacional de Moreno y de la graN maKro.
Por Marcelo Saguier *
El ingreso de Venezuela al Mercosur constituye un paso más en la construcción de una comunidad política regional. Las implicancias de este acontecimiento son trascendentes para orientar el horizonte de acción de sus países frente al desafío de constituir un bloque político regional en un contexto global en transformación. La ampliación del bloque se encuentra ligada al golpe institucional en Paraguay que resultó en la destitución del gobierno de Fernando Lugo. En la definición de ese vínculo reside la importancia política de este acontecimiento. Fue la decisión de los gobiernos de Argentina, Brasil y Uruguay de suspender temporariamente la membresía de ese país al bloque la que permitió viabilizar el ingreso del país bolivariano. La razón de esta medida es el cuestionado procedimiento de juicio político utilizado, el cual es interpretado como contradictorio con el espíritu de compromiso con los valores democráticos que dieron origen al Protocolo de Ushuaia o Cláusula Democrática del Mercosur.
Las visiones que hoy critican la legalidad del ingreso de Venezuela al Mercosur abogan por una interpretación de los hechos que, incluso independientemente de sus intenciones, es implícitamente funcional a alimentar la imaginación de sectores que ensayan nuevos mecanismos para erosionar la legitimidad democrática en países de la región. Esto se debe a que la destitución de Lugo es coherente con una serie de neogolpes que han venido intentando detener el avance de las transformaciones socio-políticas en curso en varios países. En este contexto, el proceso mediante el cual Venezuela es incorporada al bloque contribuye un acto fundante que confiere identidad a una comunidad política en base a la defensa de la democracia. Esto es especialmente importante considerando las inestabilidades que puedan surgir en procesos nacionales los disputados, especialmente en Venezuela.
Además de sus implicaciones políticas regionales, la incorporación de Venezuela al Mercosur es auspiciosa en un contexto de crisis económica internacional con epicentro en los países industrializados. La economía venezolana es la tercera en tamaño de Sudamérica. Con su incorporación, el bloque representa a 300 millones de habitantes y un PIB de tres billones 584.000 millones de dólares. Los intercambios comerciales de Venezuela con sus ahora socios regionales han venido en aumento en los últimos años, de 2000 millones de dólares en 2006 a 8500 millones de dólares en 2012. La inclusión en el Mercosur contribuirá a dinamizar aún más esta tendencia de aumento del comercio intrabloque para llegar hacia fines de 2012 a un volumen de intercambios del orden de 45.000 millones de dólares. El sostenimiento de actividad económica, a través de la ampliación de la demanda del mercado regional y de políticas públicas activas, adquiere especial relevancia estratégica.
Asimismo, con la entrada de Venezuela al mapa productivo del Mercosur se modifican las condiciones de asimetrías políticas y económicas que actualmente son fuente de gran discusión en el bloque. Se abre así una nueva oportunidad para debatir la compleja agenda de integración productiva para avanzar en políticas industriales coordinadas sobre la complementación productiva de sectores. El sector energético puede ser un comienzo para ello, dados no sólo los recursos que aporta Venezuela, sino también la articulación de cadenas de valor integradas a nivel de refinerías, transporte, infraestructura, servicios anexos, etcétera.
El desafío de la integración productiva es inclusive magnificado frente a las negociaciones en curso de un acuerdo comercial con China. Las características de la dinámica comercial con el gigante asiático refuerzan las presiones hacia la reprimarización de nuestras economías, pero también a la generación de espacios regionales signados por relaciones de centro-periferia al interior del Mercosur. Por ello, avanzar en políticas comunes para el desarrollo complementario y equilibrado de sectores industriales de valor agregado y también sobre recursos naturales compartidos es fundamental tanto para la coordinación regional como a nivel global del bloque, especialmente en la relación política y comercial con China.
Con el ingreso de Venezuela se formaliza un largo proceso de cambios sociales y políticos que, sorteando sus propias contradicciones y limitaciones, logran converger en una nueva configuración de fuerzas en la construcción de un bloque político regional. Es de esperar que Bolivia e inclusive Ecuador puedan eventualmente incorporarse también. Sin duda vendrán intensos debates y desafíos por resolver. De eso se trata la construcción de un espacio regional. Sabemos que esto no es nada fácil. Sin embargo, la construcción política y económica del Mercosur es condición necesaria para lograr participar en la definición de un mundo que transita cambios profundos en sus estructuras de poder político y económico.
* Area de Relaciones Internacionales Flacso/Argentina.
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