@El Directorio de la recuperada YPF convocará a un grupo de especialistas para que asesore a la petrolera en materia de responsabilidad social empresaria. Entre los invitados se encuentra el pensador Bernardo Kliksberg, especialista en economía social, quien explicó a este diario cuál será el rol de este comité dentro de la Fundación YPF. El llamado lo hizo el presidente de la compañía, Miguel Galuccio, a partir de la iniciativa presentada hace un mes por la senadora Laura Leguizamón (FpV) –que ya tiene dictamen de mayoría–, para que todas las empresas con presencia del Estado presenten avances en esta materia. En esta entrevista, Kliksberg analiza también la situación de la economía local y el impacto de la menor demanda de los países avanzados. El creador del concepto de “Economía con rostro humano” recibirá mañana de parte de las autoridades de la Sociedad Hebraica la distinción de Miembro de Honor de la institución que cumple cien años. El especialista se reunirá también con autoridades de Ecopetrol, en Bogotá.

–¿Fue convocado para asesorar a YPF?

–La invitación surge a partir de la propuesta para que todas las empresas en las que el Estado tiene participación accionaria presenten sus balances de responsabilidad social. Pensando en cumplir ese balance, se convocó a la creación de una comisión de notables para que asesore a la Fundación YPF en cómo llevar adelante la responsabilidad social empresaria. Esto va a ser inaugurado el 11 de septiembre. Es una iniciativa del titular de YPF, Miguel Galuccio, quien nos invitó a participar. También participarán (los ex ministros de Educación) Juan Carlos Tedesco y Daniel Filmus y el matemático Adrián Paenza.

–Se criticó la falta de avances desde la expropiación del control de YPF.

–Este es un plan integral que llevará tiempo. Acá se presenta un proyecto renovador y de fondo, con mucha innovación en las políticas. Galuccio tiene un panorama claro de lo que sucede en el mundo.

–¿Qué definirá este comité?

–No es sólo pensar en el medio ambiente, sino también en el desarrollo de las comunidades y de las provincias en donde está el petróleo. Es necesario para obtener lo que denomino “permiso social”, es decir, que las empresas extractivas deben tener permiso de la comunidad para llevar a cabo su tarea. Y eso hay que ganárselo. Estamos pensando en desarrollo de la comunidad y preservación del medio ambiente, y de su colaboración en proyectos vitales para el país, que permitan a los indicadores sociales el contar con una visión más amplia. Esto también ayuda a mejorar la productividad de la empresa.

–¿Cómo ve a la economía argentina?

–En el corto plazo se ven dificultades reales. El número de trabajadores en la informalidad, que venía mejorando, ahora muestra signos de deterioro. Es claro que la crisis global está afectando a la Argentina, al igual que al resto del mundo. Si Estados Unidos y Europa consumen el 50 por ciento del producto mundial y muestran cifras de decrecimiento, esto afecta a todo el planeta. Pero la región está mejor preparada para enfrentar la crisis por haber tomado políticas institucionalizadas. No son esporádicas ni de coyuntura, por lo que hoy no es necesario crear un Plan Jefes y Jefas como en 2002.

–¿Sólo se debe a cuestiones externas?

–La Argentina, previo a la crisis, no tenía resuelto el tema de la pobreza y la inclusión social. Había avanzado, pero no lo había resuelto. El país tiene todavía a un 20 por ciento de los jóvenes fuera del sistema educativo y del mercado de trabajo. También cuenta con un porcentaje de economía informal muy significativo y un alto porcentaje de pobreza que no está identificado.

–¿Qué cifras arrojan los informes de la Organización Mundial de la Salud a nivel internacional?

–Estamos trabajando en los determinantes sociales de la salud. El 80 por ciento, aproximadamente, de las enfermedades de orden mundial son producidas por los déficit en los determinantes sociales. El principal es la desnutrición: mueren por día por desnutrición 10 mil niños, equivalente a 4 millones al año. El porcentaje crece cuando se produce un ascenso en el precio de los alimentos en los mercados mundiales. Eso es porque la población con pobreza extrema son 1300 millones de personas que ganan menos de 1,5 dólar por día. Es imposible de vivir con menos de dos dólares diarios.

–Es la contracara del boom de las commodities alimentarias.

–El precio del maíz aumentó 30 por ciento en los últimos tres meses. Esto es consecuencia de la sequía en Estados Unidos, lo que a su vez es producto de los desequilibrios climáticos por culpa de las industrias contaminantes. El maíz es un alimento sumamente básico a nivel planetario, por eso la FAO alerta sobre los riesgos de una nueva explosión en los precios. Pero también hay 900 millones de personas sin acceso al agua potable y 1400 millones sin electricidad. Como consecuencia, sigue subiendo la epidemia de suicidios. No sólo en Grecia (subió 40 por ciento), sino que se duplicó en Italia y aumentó fuertemente en España. Es gente acorralada.

–¿Cómo está funcionando el programa de formación para jóvenes líderes?

–Estamos formando desde hace tres años en la Facultad de Económicas de la Universidad de Buenos Aires a un importante número de jóvenes en la economía con rostro humano. Ese programa se ha extendido por voluntad de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a otras 26 universidades nacionales. Formamos ya más de mil jóvenes. Ahora se ampliará a siete países: Chile, Uruguay, Bolivia, Brasil, Perú, Venezuela y Colombia.