ECONOMíA
No es el cuco de la convertibilidad, pero la deflación apareció de nuevo
Durante el período del 1 a 1, la caída de precios reflejaba recesión y la profundización de la crisis. Ahora, la deflación es fruto de la estabilidad del dólar y el congelamiento de ingresos. El IPC bajó 0,4 por ciento, con retrocesos de hasta el 5 en productos de consumo masivo.
› Por Claudio Scaletta
Los precios minoristas comenzaron a reflejar el techo alcanzado por la reactivación de la actividad económica. Por primera vez desde diciembre de 2001, el Indice de Precios al Consumidor (IPC) que elabora el Indec mostró una deflación. Si bien la caída del 0,4 por ciento registrada no fue significativa, consolida una tendencia iniciada en el último trimestre de 2002. Las bajas más pronunciadas, de entre el 4 y 5 por ciento en promedio, se notaron en los productos de consumo masivo comercializados a través de las principales cadenas de supermercados. Los precios mayoristas, en tanto, cayeron el 0,7 por ciento.
La recuperación económica que se produjo desde mediados de 2002 sobre la base del tipo de cambio “recontraalto” y la reutilización de capacidad instalada ociosa, parece haber alcanzado su techo, una situación que comienza a reflejarse en el restantes indicadores económicos. Si a estos datos se suman los ingresos congelados de alrededor del 80 por ciento de los asalariados (sólo el 19 por ciento recibe el adicional de 200 pesos) con un valor de la canasta básica que se incrementó el 73 por ciento desde que se inició la devaluación, se comprende que la demanda haya dejado de convalidar la continuidad de los aumentos de precios.
La variación interanual del IPC de mayo fue del 14,3 por ciento y, en lo que va del año, el indicador acumula el 2,1 por ciento, una muestra de la desaceleración experimentada. En la comparación con abril todos los rubros reflejaron una retracción. Las únicas excepciones fueron la indumentaria, que aumentó un 0,9 por ciento, principalmente por el arrastre de la suba estacional, y de la Educación, que subió el 0,2 por ciento. La deflación más fuerte, del 1,0 por ciento, se contabilizó en Alimentos y bebidas.
De acuerdo con la consultora de mercado ACNielsen, que a diferencia del Indec elabora una canasta compuesta exclusivamente por bienes de consumo masivo en 250 bocas de supermercados, la deflación comenzó en abril y ya acumula dos meses consecutivos. En mayo, más del 70 por ciento de los rubros relevados mostraron bajas promedio de entre el 4 y 5 por ciento. Martín Roszenvit, analista de ACNielsen, dijo a este diario que los menores precios se explican por la caída de la divisa estadounidense desde los picos de mediados de 2002 y por el impacto de las promociones en las ventas. “Los fabricantes y los comerciantes supieron entender a los compradores para mantener el consumo”, concluyó.
Para el economista Roberto Dvoskin, todavía es prematuro hablar de “deflación”. Antes bien, se trataría de una “estabilización de precios” producto de un “contexto monetario y fiscal muy controlado, sin suba de salarios y con un aumento de la actividad muy bajo”. Según el especialista, a estas variables debe sumarse que la baja en los precios mayoristas, más sensibles a la variación del dólar, en algún momento debía trasladarse a los minoristas.
Si esta última traslación continúa, podría esperarse que el IPC siga cayendo. De acuerdo a los datos del Indec, al Indice de Precios Internos al por mayor (IPIM) tuvo en mayo una deflación del 0,7 por ciento. Las bajas más fuertes se produjeron en los productos pesqueros (-4,9 por ciento), Petróleo crudo y gas (-3,6) y productos importados (-3,3).
Volviendo a los precios minoristas, con los últimos datos recopilados, la Canasta Básica Alimentaria bajó su costo el 1,8 por ciento, lo que, al menos en términos estadísticos, significa la salida de la indigencia de un considerable número de familias. El mismo efecto tendrá sobre la pobreza la disminución estimada del 7 por ciento en la garrafa de 10 kilos anunciada ayer (ver aparte).
El 53 por ciento de la canasta utilizada para construir el IPC, que corresponde a los bienes, mostró una baja del 0,7 por ciento, en tanto que los servicios, el 47 por ciento restante, subieron el 0,1 por ciento. En otras palabras, los valores relativamente estabilizados de los servicios evitaron una deflación mayor.