Hemos llegado a una meseta de ese veranito que había en la economía y, además, un dólar por debajo de los tres pesos le genera inconvenientes a la industria argentina”, dijo el titular de la Unión Industrial, Alberto Alvarez Gaiani, tras reunirse con Roberto Lavagna. La declaración debe haber caído como un petardo en los oídos del ministro, que no puede contener la ira cada vez que alguien califica la recuperación de la economía que él inauguró de simple “veranito”. El jefe de la UIA llevó al Palacio de Hacienda una serie de reclamos, entre los que se destaca la aplicación de salvaguardas a algunas importaciones ingresadas desde Brasil para proteger a sectores en dificultades.
Para colmo, Alvarez Gaiani también rechazó la posibilidad de que se prorrogue hasta diciembre la doble indemnización, una idea que el gobierno de Kirchner defiende: “debería haber caído en marzo”, afirmó. Sin embargo, en un punto Lavagna coincidió con los industriales: el precio del dólar no debería bajar de 3 pesos. El titular de UIA –junto con otros miembros de la cúpula de esa entidad– se entrevistó ayer con Lavagna y con los secretarios de Industria y Comercio, Alberto Dumont, y de Relaciones Económicas Internacionales, Martín Redrado. En la reunión, los industriales plantearon una serie de temas a los funcionarios.
Primero, la prioridad de sostener el tipo de cambio arriba de 3 pesos para mantener la competitividad de las empresas, incluso incrementando las compras del Banco Central y la emisión monetaria. Según los industriales, con el actual tipo de cambio hay sectores que, otra vez, están quedando descolocados frente a las importaciones brasileñas.
Lavagna les respondió que compartía esa posición de la UIA. Sin embargo, no se privó de chicanear a los popes del sector: “Hay empresarios como ustedes que hasta hace poco pedían un tipo de cambio a 2 pesos”, ironizó. Es sabido que las empresas privatizadas y de servicios en general, altamente endeudadas en dólares en el exterior, prefieren un tipo de cambio más bajo para minimizar las pérdidas ocasionadas por máxima devaluación. Pero el ministro se refería, sin mencionarlo, a Luis Pagani, titular del Arcor, que antes de las elecciones se manifestó públicamente por un dólar a 2,20.
El segundo pedido fue, justamente, la aplicación de salvaguardas intra Mercosur para proteger a algunos sectores mano de obra intensivos. Los empresarios argumentan que, salvo en alimentos, hay muchos sectores, como el textil, que nuevamente están amenazados por la competencia brasileña. Las salvaguardas son medidas arancelarias que, temporariamente, tienden a equilibrar la diferencia de precios en uno y otro mercado. Pero no se aplican entre los miembros del Mercosur, y reinstalarlas podría desatar una guerra comercial entre los socios, en una etapa en que se avanza hacia una integración económica total. Tanto Lavagna como Redrado contestaron que era un tema delicado, pero que iban a evaluarlo. “No estamos en desacuerdo que haya algún mecanismo de salvaguarda, pero tiene que ser objetivo, sobre parámetros no discresionales. Lo vamos a plantear en las negociaciones”, prometieron.
En tercer lugar, los dirigentes de la UIA propusieron acelerar el cambio de normas del régimen de AFJP, para que éstas puedan financiar actividades productivas, en lugar de alimentar el negocio especulativo de los bancos. Sin embargo, Lavagna parece haber archivado el proyecto, dada la oposición que genera en el sistema financiero.