ECONOMíA
› CONSEJOS DE CAVALLO Y ESCANDALOS DE MENEM
La gran fortuna de los ídem
› Por Julio Nudler
“Aunque mi hermano trabajó para Menem, tenemos más cercanía con Cavallo, que por muchos años trabajó para mi padre como consultor del banco.” Quien esto dice es Edgardo de Fortuna, un argentino con grandes negocios inmobiliarios en Miami. El hermano al que se refiere es Walter, quien sirvió como administrador general de Aduanas durante los últimos años en que Domingo Cavallo fue ministro de Economía de Carlos Menem. La entidad financiera a la que alude es el Banco Hipotecario y Edificador, de Córdoba. Lo que parece claro es que mientras Walter laboraba para Cavallo y quedaba enredado judicialmente en aquel escándalo descomunal e impreciso bautizado “la Aduana paralela”, Edgardo lo excluía de la expansión de los millonarios negocios familiares en Estados Unidos, lo que habría engendrado algún enojoso enfrentamiento.
La revista Poder, que se edita en Miami en inglés, titula “Man of Fortune” un largo reportaje sobre Edgardo de Fortuna, a quien se lo ve de cuerpo entero, de pie sobre un pallet. Este personaje, que supo enriquecerse explotando “el apetito que sienten los latinoamericanos con plata por la propiedad raíz”, cuenta que en realidad la idea de ir a los Estados Unidos fue en parte de Cavallo. “Cenando en nuestra casa –relata–, nos dijo que educarse y graduarse en Estados Unidos era muy importante.” Se trata del mismo Cavallo que mandó a los científicos argentinos a lavar los platos.
Edgardo añade que Walter terminó trabajando para Menem tras una conversación entre Cavallo y los dos hermanos. Según evoca, el mediterráneo les dijo que “sería muy interesante que uno de nosotros retornara a la Argentina para trabajar para él”. Los De Fortuna decidieron que fuese Walter el pródigo. “Esa pudo no haber sido una buena idea”, opina el articulista, mentando “la miríada de escándalos de la década en que gobernó Menem”, recordando a sus lectores que fue una cuenta suiza cuyo titular era Walter adonde IBM giró fondos correspondientes a la coima para funcionarios por el affaire del Proyecto Centenario del Banco Nación.
Pero ese escándalo, asegura Edgardo, no perjudicó los negocios inmobiliarios de la familia en Miami: “No hubo repercusiones –afirma–, salvo dentro de la pequeña colonia argentina con la que a veces operábamos.” Filosóficamente agrega que “todo el mundo sabe que esas cosas son parte del métier... Como siempre, participar en actividades políticas tiene sus pro y sus contra. Conozco a Walter lo bastante para saber que las denuncias efectuadas contra él nunca llegarán a nada. Pero –concluye– si uno se acerca demasiado a la pileta es difícil que no lo salpiquen.” Esta suerte de refrán parece aclarar cuáles son las contras de meterse en política, pero Edgardo no llega a detallar las ventajas, y cuáles habría obtenido en particular su hermano, si es que obtuvo alguna.
El artículo cuenta el ascenso de estos argentinos, cuya firma Fortune Realty’s realizó el año pasado transacciones por más de mil millones de dólares. Pero además hay otra compañía, Fortune International Realty, que desarrolla grandes proyectos inmobiliarios –en 2002 vendió propiedades por U$S 500 millones– y que pertenece solamente a Edgardo. Este lo justifica porque esta segunda empresa fue fundada por él “durante los años en que Walter estaba supervisando la venta de empresas estatales argentinas para el entonces presidente Menem”. Es decir, otra rama del negocio inmobiliario, y que también ayudaría a explicar esa imagen de las salpicaduras.
De cualquier forma, otra de las fotos que ilustran la nota de Poder muestra a los tres hermanos De Fortuna –los nombrados, más Mónica–, sonrientes sobre un fondo de edificios que acordonan el mar. Por lo visto, hay suficiente para todos.