ECONOMíA › TEMAS DE DEBATE: LAS PERSPECTIVAS ECONóMICAS PARA EL AñO PRóXIMO
Los analistas consultados coinciden en que el principal problema de la economía argentina vuelve a ser el de siempre: la cuenta corriente tiende a ser deficitaria cuando la economía crece y sobre todo cuando aumenta la inversión. Alternativas para resolverlo.
Producción: Tomás Lukin
Por Eduardo Crespo *
La economía argentina sufrió una fuerte desaceleración en 2012. Las causas principales fueron el estancamiento de la economía brasileña y el ajuste fiscal doméstico, que provocó la caída de la construcción pública, especialmente en las provincias. Pese a este dato coyuntural, hoy el principal problema de la economía argentina vuelve a ser el de siempre: la cuenta corriente tiende a ser deficitaria cuando la economía crece y sobre todo cuando aumenta la inversión. A este dato estructural se sumaron recientemente pagos de intereses, remesa de utilidades y salida de capitales financieros.
Cuando la cuenta corriente es deficitaria, se debe escoger alguna combinación de las siguientes opciones: 1) se opta por seguir creciendo aceptando una gradual reducción de reservas; 2) se crean instrumentos de deuda que permitan captar capitales internacionales para financiar la cuenta corriente; 3) se frena la economía e interrumpen inversiones. Si bien en 2012 la economía argentina parece haber seguido la tercera opción, ninguna de las tres alternativas, ni sus respectivas combinaciones, parece muy prometedora de cara al futuro.
La reducción de reservas no puede perdurar por mucho tiempo, aunque pueda ser una opción viable para seguir creciendo en 2013, a la espera de que Brasil despierte de su letargo autoimpuesto. La alternativa del endeudamiento ya se viene implementando en algunas provincias y en proyectos específicos como YPF. Como opción general requeriría una cierta suba de las tasas de interés y un relajamiento de las operaciones en dólares. Las tasas internacionales hoy son muy bajas y por ello varios países sudamericanos crecieron satisfactoriamente en 2012, aun con cuentas corrientes negativas y sin presentar señales de fragilidad financiera. La opción ideal consistiría en crear instrumentos de deuda denominados en pesos, que a diferencia del endeudamiento en moneda extranjera es una herramienta manejable que no introduce en forma directa el riesgo de colocar la política macroeconómica a merced de la disponibilidad de dólares.
De cualquier modo, más allá de los mensajes alarmistas, debe remarcarse que debido al proceso de desendeudamiento neto medido en moneda extranjera y a la mejora de los términos de intercambio de los últimos años, Argentina, así como casi toda Sudamérica, dejó atrás la etapa en que su economía debió vivir en recesión y ajuste casi crónicos por motivos financieros. Hoy la restricción externa proviene principalmente del aumento de importaciones, que a su vez fue la consecuencia natural del crecimiento económico, en especial del aumento de la inversión. En el peor de los casos estamos retornando al ciclo stop & go tradicional, como aquel que caracterizó al país durante el período 1950-1975, regulado por su desempeño comercial y con tendencia ascendente. Este ciclo fue completamente diferente de las bruscas fluctuaciones inducidas por los flujos de endeudamiento y pagos de intereses, signados por una tendencia general al estancamiento, que caracterizaron a la economía argentina desde mitad de los ’70 hasta inicios del presente siglo.
Por ello no debe sorprender que vuelvan a presentarse varios de los desafíos del pasado. Despejado el problema de la deuda externa, Argentina debe promover exportaciones y sustituir importaciones. En la última década el debate económico local prestó exagerada atención a las variables macroeconómicas, en especial al nivel del tipo de cambio. Si bien son deseables medidas tales como retenciones o tipos de cambio múltiples, debe tenerse presente que los incentivos basados en precios relativos tienen restricciones y alcances muy limitados. Ningún país consiguió desarrollarse implementando únicamente políticas macroeconómicas o fijando incentivos de precios.
Las experiencias de desarrollo recientes, como las asiáticas, confirman que las empresas y bancos públicos, o mixtos, son imprescindibles para impulsar actividades que el mercado naturalmente no desarrolla. Demostraron ser instrumentos idóneos para promover la investigación y el desarrollo y fomentar sectores productivos no tradicionales. Experiencias como el Invap en Argentina, o Embrapa en Brasil, empresa madre de la muy exitosa agricultura del país vecino, confirman que este tipo de conquistas no son patrimonio exclusivo de los asiáticos. Hoy Argentina cuenta con algunos proyectos públicos orientados a promover actividades no tradicionales: ingeniería aeronáutica, energía eólica, telecomunicaciones, industria naval y satelital. Aunque se trate de emprendimientos incipientes y de larga maduración, son el camino a seguir para toda economía aspirante al desarrollo. Finalmente, aún debe seguir creciendo el porcentaje de inversión pública debido a su impacto sobre la productividad y los costos domésticos.
* Profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
Por Ramiro Castiñeira *
En 2012 Argentina literalmente chocó con la restricción externa. Pasó de tasas chinas a casi cero en cuestión de trimestres, ante la mala cosecha y el freno de Brasil, que estancaron las exportaciones cerrando el grifo de dólares que permitía financiar un mayor crecimiento económico. Esta suerte no fue sólo de Argentina, Brasil también vivió una mala cosecha y también frenó sus exportaciones, y en consecuencia ambos países reflejaron importantes caídas en el nivel de inversión y un brusco parate en la tasa de crecimiento de su economía.
El resto de Latinoamérica continuó creciendo por el simple hecho que mientras Argentina y Brasil venden principalmente alimentos y tuvieron una mala cosecha, el resto de la región vende principalmente minerales y energía. Como no están expuestos al riesgo climático, no tuvieron un shock de oferta y continuaron vendiendo commodities a China e India, marcando un nuevo record de exportaciones que le permitieron un crecimiento económico del 5 por ciento en promedio en 2012.
Por supuesto que la falta de dólares expuso las debilidades de ambas economías, principalmente el atraso cambiario que dejó Lula por un lado y la inflación por el otro. A lo que Argentina suma la reaparición del déficit energético. Brasil no se quedó en el diagnóstico y tomó medidas en 2012 para quitar la moneda del atraso cambiario. El gobierno de Dilma corrigió muchos de los excesos de Lula, que había elevado las tasas y la moneda a la estratosfera. Otra variante del populismo latinoamericano, pero esta versión no desagrada a los mercados dado que deja lugar a la especulación financiera a costa de las arcas del Estado.
Este año Dilma bajó las tasas y la moneda a niveles más congruentes con la productividad de la economía, otorgando una bocanada de aire a la ahogada industria paulista que por primera vez volvió a registrar una variación interanual positiva a fin de 2012, casi la primera desde que se fue Lula.
Argentina no enfrentó su atraso cambiario en 2012. Con restricciones quiere lograr lo que antes hacía el tipo de cambio competitivo: que el BCRA compre dólares. Tampoco atacó el déficit energético, la estatización de YPF devuelve al Estado herramientas que nunca tuvo que haber perdido, pero continúa la política de que el Estado importe el gas y fueloil por cerca de 10.000 millones de dólares para luego volcarlo subsidiado al sector privado a costa del Estado. El nuevo precio para el incremento en la producción de YPF es el camino a seguir para todo el sector, lástima que también ese nuevo precio sale de las arcas del Estado, sin poder salir del círculo vicioso en el que la energía en Argentina la paga el Estado. Simple, el Estado no tiene plata para otorgar más subsidios, tal como el déficit en el presupuesto 2013 nos lo recuerda y anticipa. En este contexto YPF no puede hacerse de todos los recursos necesarios para invertir, aun cuando tiene la responsabilidad estratégica de ser el nexo entre el milagro soja y el milagro Vaca Muerta.
De cara a 2013 en Argentina no desaparecen los problemas de atraso cambiario ni energético, pero sí desaparecen los factores que no permitieron hacer crecer las exportaciones. La cosecha se recuperaría buscando un nuevo record, al tiempo que Brasil apunta nuevamente a crecer, una vez que Dilma corrigió los excesos de Lula. Cosecha, Brasil y menores pagos de deuda pública gracias al desendeudamiento de los últimos años, es una bocanada de 12.000 millones de dólares frescos que alejan la restricción externa al menos por un año.
Las exportaciones crecerán un 11 por ciento a un nuevo record superior a los 90.000 millones de dólares, y con los nuevos dólares la economía se expandirá no menos de 3,5 por ciento en 2013. Ahora bien, este crecimiento agota rápidamente los nuevos sojadólares y pone a la economía nuevamente frente a la restricción externa en 2014.
Por lo tanto, 2013 será una oportunidad para implementar un plan que nos evite nuevamente chocar con la falta de dólares en 2014. En este sentido, quién paga la cuenta de la política energética, que incluye subsidios y ahora también la necesaria y estratégica inversión estatal y privada en Vaca Muerta, es la clave. Las retenciones a la cosecha record y el menor pago de deuda pública suman más de 5000 millones de dólares adicionales a las arcas del Estado. Si sobre ello se suma una política de subsidios donde el Estado deja de pagar la energía que consumen los privados, entonces todavía menor sería la necesidad de impuesto inflacionario en 2013. Solo en ese contexto el BCRA podrá salir de la dominancia fiscal, para desempolvar carpetas y volver a tener una política cambiaria pro crecimiento. Brasil salió del atraso cambiario en forma ordenada en 2012, Argentina tiene la oportunidad de hacerlo también exitosamente en 2013.
* Economista jefe de Econométrica.
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