ECONOMíA › OPINION
› Por Alfredo Zaiat
En Rosario, el mayor mercado de comercialización agrícola del país, el precio de la soja cotizó entre 1600 y 1630 pesos la tonelada el jueves pasado. Cotización en línea con la evolución internacional de la oleaginosa, que ese día cerró en alza en el Mercado de Chicago, a 514,8 dólares la tonelada. El valor operado en la plaza local tiene incorporado los impuestos y derechos de exportación aplicados, además de otros gastos. Ese precio es el de la soja comercializada en el circuito legal, con intervención de la Bolsa de Rosario, en una puja de oferta y demanda influida por las perspectivas de la cosecha argentina y mundial. No es secreto para quienes intervienen en el mercado de la soja que un porcentaje, por lo menos el 20 por ciento de la producción según estiman especialistas del sector, se transa en forma ilegal, evadiendo impuestos y controles, a un precio diferente al oficial definido en el recinto bursátil. Es la soja blue.
La cotización de la soja blue no tiene la misma difusión pública que la del dólar blue. Ambos activos son igualmente relevantes en la construcción de escenarios de inversión, de clima político y de expectativas sociales. Pero tienen distinto tratamiento en la mayoría de los análisis sobre el segmento ilegal de cada uno. El bien entrenado equipo de economistas-políticos, con amplio dominio del terreno del debate mediático y con entusiastas voceros de compañía, pretende colocar al dólar blue como referencia de la economía. Afirman que esa es la verdadera paridad cambiaria, cuando en realidad es la expresión del costo sobre la cotización oficial que deben pagar los protagonistas de la economía blue (informal) debido al régimen de control y administración de divisas. La soja blue también tiene un precio diferente al oficial porque elude normas fiscales (impuestos y retenciones) y controles públicos (carta de porte y aduana), del mismo modo que lo hacen quienes intervienen activamente en el mercado del dólar blue. Ya sea porque quieren ocultar ese segmento del negocio agrícola o porque admiten que no puede ser considerado como guía del mercado formal, los protagonistas del negocio del agro no ubican a la cotización de la soja blue por encima de la oficial en la evaluación y perspectivas de la actividad. Ni difunden diariamente su cotización, valor que existe, como saben productores, acopiadores, concesionarias de autos, empresas de servicios al agro y exportadoras.
La soja blue tiene bastante más relevancia que su casi nula mención mediática. En 2010, la Administración Federal de Ingresos Públicos investigó en Rosario veinte casos de evasión en la comercialización de granos, que se sumaban a las maniobras descubiertas en ese mismo año en Chaco, Santiago y Córdoba, donde operaba una asociación ilícita que llegó a mover ilegalmente 800.000 toneladas. En 2011, la AFIP detectó 650 mil toneladas de soja y maíz comercializadas en blue desde Córdoba, lo cual representaba un fraude al Estado por aproximadamente 430 millones de pesos. Hace un par de meses un grupo de inspectores de la AFIP lideró un megaoperativo para controlar si la existencia de soja en campos y acopios correspondía al stock registrado. El organismo liderado por Ricardo Echegaray estimó que estaban ocultos cerca de 2,2 millones de toneladas de soja sin declarar. El precio de esa soja es blue, diferente al de la Bolsa de Rosario.
Hace tres años, cuando la AFIP profundizó los operativos contra la comercialización de la soja blue, el presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario, Cristian Amuchástegui, afirmó: “No cabe ninguna duda de que la evasión es otra de las graves distorsiones que afectan al mercado porque son, por definición, operaciones de comercio que esquivan a las Bolsas, donde se trabaja todo en blanco”. Desde entonces, la entidad bursátil reclama poner en la agenda agropecuaria “la importancia de defender un mercado vigoroso de granos para que la formación de precios sea transparente y justa y arroje valores de referencia reales y representativos para toda la cadena”. La soja blue se comercializa esquivando a las Bolsas, y no existe difusión diaria de cuál es su cotización.
En el portal CuencaRural.com se publicó un artículo de Mariano Galíndez, editor de Punto Biz, donde se pregunta: “¿De cuánto es la evasión en el comercio de granos? Quienes están en el sector aventuran márgenes del 20 al 40 por ciento de la cosecha. Pero no hay informes (ni oficiales y privados) recientes que hagan estimaciones”. Informa que cuando preguntó a dos directores regionales de la AFIP si la evasión orillaba el 30 por ciento, respondieron que les parecía arriesgado hacer estimaciones, pero coincidieron en que “era bastante”. Galíndez explica que no hay productores y acopiadores que venden todo en negro, sino que comercializan una parte de su producción sin pagar impuestos.
La existencia de soja blue tiene en términos de impacto sobre la economía real (las finanzas, el fisco y las cuentas externas) más importancia que el dólar blue. No así en los debates liderados por los hombres de negocios dedicados a la comercialización de información económica. El saldo de la balanza comercial determinado por el dinamismo de las exportaciones está muy influenciado por el comportamiento del complejo sojero, que representa el 22 por ciento del total de los despachos al exterior. De acuerdo con las proyecciones de la Bolsa de Cereales, la cosecha de soja prevista para la campaña 2012/2013 es de 48,5 millones de toneladas, equivalente a unos 25 mil millones de dólares a precios similares a los del año pasado. Si la estimación de la evasión es por lo menos del 20 por ciento, como mencionan especialistas del sector, la soja blue sumaría casi 10 millones de toneladas, unos 5000 millones de dólares.
El mercado de la soja blue acompaña la dimensión de la cosecha, y la actual es superior a la anterior, afectada por la sequía, por los excelentes rendimientos por hectárea que se están registrando. En el último Panorama Agrícola Semanal de la Bolsa de Cereales, en el capítulo de la soja se informa que, de acuerdo con el recorrido realizado hasta el 11 de abril último, la cosecha nacional de soja logró cubrir el 24 por ciento de la superficie apta, entregando un rinde medio semanal de 32 quintales por hectárea, acumulando un volumen parcial de 14,8 millones de toneladas. La evaluación de la propia Bolsa de Cereales, a contramano de los eternos lamentos de productores y dirigentes de las cámaras patronales del campo, muestra que los sojeros tienen motivos para estar contentos. El informe de la entidad bursátil destaca que en el centro de la región agrícola, la cosecha de primera logró cubrir el 55,4 por ciento de la superficie apta en el Núcleo Norte, entregando un rinde medio de 37,2 quintales por hectárea, “muy por encima de lo esperado”. Las localidades de Arteaga y Armstrong, con 43 y 42 quintales por hectárea, respectivamente, sobresalen en la zona. En la vecina región Núcleo Sur, luego de recolectarse poco menos del 30 por ciento de la superficie, el rinde cosechado es de 36,2 quintales por hectárea en promedio, “y también sobrepasa ampliamente las expectativas iniciales”, indica el informe de la Bolsa de Cereales. Chivilcoy es la que muestra la mejor performance: 45 quintales por hectárea. El documento agrega que “similar situación estamos relevando en la región Centro Norte de Santa Fe”, en donde luego de recolectarse el 27,2 por ciento de la superficie apta, el rinde promedio regional se encuentra en 33,7 quintales por hectárea, destacándose Rafaela, con 38. Los resultados son excelentes, por encima de los promedios de los últimos años.
Una porción de esa muy interesante cosecha alimenta la soja blue que, como el resto de la economía no registrada, canaliza sus excedentes al dólar blue.
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