ECONOMíA › RELACIóN CON EL CAPITAL EXTRANJERO
› Por Raúl Dellatorre
El gobierno nacional se planteó, hace poco más de un año, el autoabastecimiento de petróleo y gas como objetivo político. El modelo económico con el cual esperaba lograrlo fue apenas esbozado en aquella oportunidad, y aún hoy se sigue construyendo. La Ley de Soberanía Hidrocarburífera de mayo de 2012 definió a los hidrocarburos y toda la actividad necesaria para obtenerlos, industrializarlos y distribuirlos “de interés público”. Resolvió la expropiación de las acciones de YPF en poder de Repsol que le permitieran al Estado ostentar el 51 por ciento de control del capital societario. También le dio facultades a un organismo interministerial para que fijara las reglas a las que deberían atenerse las compañías privadas que tuvieran a cargo concesiones de explotación y permisos de exploración en la materia. El Estado recuperó así un lugar de peso en la actividad petrolera, de la cual había sido prácticamente excluido con el modelo de desregulación y privatizaciones de los ’90. Pero no relevó, por ello, el papel central que había ocupado el sector privado en materia de decisiones de inversión y producción. El decreto 929 publicado ayer así lo ratifica.
El modelo que busca sustituir al que puso en vigencia la desregulación –fracasado y en retirada, tras el saqueo practicado sobre los recursos naturales– tiene, desde ayer, una nueva pieza en el tablero. El sector privado es convocado a mantener ese rol central que ocupara, pero manteniendo una actitud más activa en materia de inversiones. Le ofrece premios generosos, que para muchos trae el recuerdo de políticas extremadamente concesivas hacia el capital extranjero –libre disponibilidad de las divisas obtenidas por exportaciones, tasa cero de retenciones–, aunque, esta vez, condicionadas a importantes apuestas previas en materia de inversión (sólo proyectos a partir de un umbral de 1000 millones de dólares) y a que rindan buenos resultados (sólo obtendrán el beneficio sobre la exportación del 20 por ciento de lo que produzcan). La lectura inmediata hecha por quienes pretenden simplificar los hechos, más que analizar políticas de Estado, es que el decreto 929 no persigue otro objetivo que “favorecer a Chevron”, retribuyéndole la inversión que en pocas horas más formalizará en un área de exploración y explotación no convencional en la formación Vaca Muerta, en la provincia de Neuquén, asociada con YPF. No hay duda de que la inversión de la firma norteamericana quedará comprendida en el régimen de promoción lanzado ayer y en sus beneficios. Tampoco puede dudarse de que la negociación entre el Estado, YPF y Chevron para concretar la asociación debe haber servido de base para modelar este régimen de promoción. Lo que no puede ignorarse es que, tras este primer resultado, lo que se espera es que haya varios proyectos más que se sumen a la, por ahora, solitaria apuesta de Chevron. El comunicado difundido anoche en apoyo al nuevo marco para la promoción de inversiones lleva la firma de otras cuatro firmas (además de la estadounidense y de YPF), ordenadas quizás en función de su mayor proximidad en concretar acuerdos similares para otros proyectos de inversión: Exxon, Pan American Energy, Gas Medanito y CGC.
“Es una decisión que se estaba esperando, un incentivo a inversiones en yacimientos convencionales y no convencionales que necesitaba el sector, sobre todo para atraer a socios extranjeros, que con estas nuevas condiciones seguramente se van a sumar”, sostuvo ante este diario el representante de una de las principales petroleras locales. “No es un decreto sólo para Chevron, es un cambio de condiciones y una señal para los inversores, para los cuales este incentivo es una novedad y un tema a considerar al momento de tomar decisiones”, agregó. Con respecto a si el monto de inversión fijado como umbral –1000 millones de dólares– limita la promoción sólo a las grandes inversiones relacionadas con proyectos no convencionales, la misma fuente empresaria respondió: “Para cualquier proyecto no convencional, es una promoción necesaria, pero respecto de proyectos convencionales diría que también va a haber algunos, de gran magnitud, que la van a aprovechar”.
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