ECONOMíA › EL G-20 RECUPERARA ESTE AÑO LA CUESTION LABORAL COMO UNO DE LOS EJES DEL DEBATE
Fue uno de los puntos que se debatió ayer en Moscú durante la reunión preparatoria de la cumbre de septiembre. “Se eliminó toda mención a la flexibilización laboral como herramienta viable”, aseguró el ministro de Trabajo, Carlos Tomada.
La crisis internacional que comenzó con el estallido de una burbuja especulativa desencadenó, políticas de ajuste mediante, una profunda crisis laboral a escala global. La OIT estima que 200 millones de personas estarán desocupadas a finales de 2013, se trata de 30 millones de individuos más que seis años atrás. En ese escenario, el G-20 recuperará este año la cuestión laboral como uno de los ejes del debate. De hecho, ese fue uno de los puntos que se debatió en Moscú ayer, durante la reunión preparatoria para la cumbre de presidentes de septiembre. “Se eliminó toda mención a la flexibilización laboral como herramienta viable”, aseguró el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, quien participó de la redacción de los documentos preliminares junto a su par de Economía, Hernán Lorenzino. Ambos cuestionaron las políticas de ajuste y destacaron la relevancia económica, social y política de la preservación de bajos niveles de desempleo y la creación de empleo de calidad.
En el encuentro los países miembros acordaron algunos puntos que serán incorporados en un lugar preeminente en la declaración durante la cumbre de presidentes en septiembre. “Se está reconociendo que las políticas de ajuste para agradar a los mercados financieros no dieron resultado y que hay que volver a poner en el centro de las decisiones las políticas económicas que generan la creación de empleo y el crecimiento de los puestos de trabajo”, afirmó el ministro de Economía, Hernán Lorenzino.
Las reuniones no concluyen con acuerdos vinculantes para crear programas que garanticen desde el Estado un ingreso mínimo como los planes Jefas y Jefes de Hogar, ni un cambio en la orientación de las políticas de Alemania hacia la Unión Europea. No obstante, permiten reacomodar –por lo menos durante este año– el eje del debate hacia la problemática laboral y no la necesidad de mayores planes de ajuste. En ese sentido, el ministro Tomada señaló que “se eliminó toda mención a la flexibilización laboral como herramienta viable” y, en cambio, las políticas recomendadas apuntan al financiamiento de las pymes, la capacitación y las políticas de salario mínimo.
El escenario laboral en el G-20 es muy heterogéneo. Durante los últimos doce meses, los niveles de desocupación disminuyeron marginalmente en la mitad de los países del grupo, mientras que aumentaron en la otra mitad. Un informe realizado por la OIT estimó que entre los miembros el número total de trabajadores sin empleo aumentó hasta 93 millones a comienzos de 2013. En las economías avanzadas la destrucción de puestos de trabajo se concentró en el sector manufacturero y la construcción. Esa última rama también es central a la hora de explicar los empleos que se perdieron en las economías emergentes.
Argentina no forma parte de los países que aplicaron políticas de ajuste y, con el eje en la demanda interna, logró atravesar la crisis externa e interna sin la destrucción masiva de puestos de trabajo. Sin embargo, además de los problemas coyunturales de empleo que causó la crisis, todavía persisten elevados niveles de desempleo entre los jóvenes, la estructura laboral en las provincias del norte del país evidencia la magnitud del subempleo y el desaliento y la informalidad alcanza a un tercio de todos los trabajadores asalariados. Con diferente intensidad y matices, se trata de problemáticas compartidas por muchos países latinoamericanos, asiáticos y ahora también europeos.
La inclusión de la cuestión laboral en la agenda del G-20 fue impulsada en septiembre de 2009 por los gobiernos de Argentina y Brasil, pero la problemática fue desplazada de la agenda rápidamente frente a la emergencia de la crisis estructural de la Zona Euro y la revitalización de los programas de ajuste diseñados por el FMI. El desempleo y sus consecuencias socioeconómicas no desaparecen de los comunicados o declaraciones que firman los presidentes y primeros ministros, pero son relegadas a un lugar menor. Lo mismo sucede con el rol que cumplen los organismos internacionales. El Fondo siempre marca el terreno, pero la OIT –institución donde conviven gobiernos, empresarios y sindicatos– y su énfasis sobre la creación de empleo decente ganan o pierden protagonismo dependiendo del lugar que le otorguen los anfitriones.
La errática presencia de los temas laborales en la agenda de las reuniones anuales depende del enfoque que busque darle el país que presida la cumbre, sus tradiciones de política económica, la coyuntura y hasta factores geopolíticos. Por eso, en 2011, durante la presidencia francesa, el capítulo laboral del G-20 reapareció en escena con fuerza, pero el año pasado en México volvió a perder fuerza. Este año Rusia decidió colocar los crecientes niveles de desempleo en el centro de la discusión. La inclusión de esa temática le permite dejar en offside a los países europeos y sus políticas de ajuste.
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