Jue 05.09.2013

ECONOMíA  › JOSEPH STIGLITZ CUESTIONO EL FALLO DE LA CAMARA DE NUEVA YORK

Reestructuraciones en riesgo

El Premio Nobel 2001 sostuvo que, si prevalece la interpretación del principio pari passu de los fondos buitre, nadie volverá a aceptar una quita de deuda. Planteó la necesidad de implementar una regulación global.

“La decisión de la Cámara de Apelaciones de Estados Unidos amenaza con poner de cabeza a los mercados de deuda soberana. Si prevalece la interpretación del principio pari passu de los fondos buitre, nadie volvería a aceptar una reestructuración de deuda”, advirtió el economista Joseph Stiglitz. A través de un artículo publicado en el sitio web de Proyect Syndicate, el Premio Nobel de Economía 2001 cuestionó el reciente fallo de la Justicia estadounidense a favor de los buitres y reclamó un mecanismo internacional para la reestructuración de deudas soberanas: “El tendencioso y económicamente peligroso fallo muestra por qué necesitamos un sistema internacional justo y eficiente para reestructurar deudas”, expresó el ex economista jefe del Banco Mundial.

Stiglitz es un crítico de las recetas de ajuste fiscal, baja de salarios y del sometimiento de los deudores hacia los acreedores. Desde que comenzó la crisis internacional, el economista comenzó a cuestionar las políticas aplicadas. En cambio, el profesor de la Universidad de Columbia pone como ejemplo alternativo la turbulenta pero exitosa salida argentina de la crisis de 2001-2002. “La devaluación y la reestructuración de la deuda funcionaron. En los años siguientes, hasta que estalló la crisis financiera en 2008, el crecimiento anual del PIB en Argentina fue 8 por ciento o más, una de las tasas más altas en el mundo”, explica el profesor de la Universidad de Columbia en su columna “La victoria de los buitres”, publicada ayer. “Que el FMI, el Departamento de Justicia de Estados Unidos y las ONG que luchan contra la pobreza confluyan en la oposición a los fondos buitre es revelador. Pero, también lo es la decisión de la Cámara de Apelaciones que evidentemente dio poco peso a sus argumentos”, se lamenta el economista.

En sintonía con los argumentos de la defensa argentina, el economista sostiene que una confirmación de la Corte Suprema del fallo de segunda instancia “como mínimo hace inviable cualquier reestructuración de deuda”. Pero Stiglitz va más allá y afirma que “en ese proceso se quebró el principio básico del capitalismo que dice que cuando los deudores no pueden pagarles a sus acreedores es necesario empezar de cero”. “Los países pobres están en una situación de enorme desventaja al negociar con los grandes prestamistas multinacionales, que por lo general están respaldados por los poderosos gobiernos de sus países de origen. Muchas veces, los países deudores son exprimidos tan fuerte para que paguen que están quebrados nuevamente pocos años después”, explica el especialista que reclama un mecanismo para encauzar las reestructuraciones de deuda sin tener que enfrentarse a los buitres.

El académico norteamericano destaca la relevancia del proceso de reestructuración en la recuperación económica del país. “El problema empezó una docena de años atrás, cuando Argentina no tuvo otra alternativa que devaluar su moneda y entrar en default. El país entró en una espiral descendente parecida a la que se volvió familiar en Grecia y el resto de Europa. El desempleo era altísimo y la austeridad, antes que restaurar el equilibrio fiscal, simplemente exacerbaba la recesión”, recuerda. La combinación del fin de la convertibilidad y la renegociación de la deuda fueron los pilares, desde la visión del economista, que permitieron volver al sendero de crecimiento.

“En una jugada altamente innovadora, Argentina canjeó deuda vieja por nuevos papeles –cerca de 30 centavos por dólar– más un cupón atado al PIB. Cuanto más crecía Argentina, más les pagaba a sus antiguos acreedores. Los intereses de Argentina y sus acreedores fueron alineados: ambos querían crecimiento. Fue el equivalente a una reestructuración como la que realizan las empresas de Estados Unidos bajo la ley de quiebras”, explicó el economista. En su artículo sostiene que una renegociación que alcanzó una adhesión del 92,4 por ciento debería obligar al resto de los acreedores a normalizar sus pasivos.

Sin embargo, el accionar buitre pone en riesgo el proceso argentino así como futuras reestructuraciones de deuda desde la óptica de Stiglitz: “Unos pocos fondos buitre vieron las penurias argentinas como una oportunidad para hacer un gran negocio a costa del pueblo argentino. Compraron los bonos a una fracción de su valor nominal y después usaron acciones legales para intentar forzar al país a pagar el ciento por ciento”, cuestiona Stiglitz, quien recuerda que “los norteamericanos han experimentado cómo las firmas financieras ponen sus propios intereses sobre los del país y el mundo. Los fondos buitre llevaron la codicia a un nuevo nivel”.

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