ECONOMíA › LA MESA DE ENLACE VUELVE A CAMBIAR EL EJE: TRAS LIBERARSE LAS EXPORTACIONES DE TRIGO, RECLAMA ELIMINAR RETENCIONES
El jefe de Gabinete se quejó ayer de la actitud cambiante del núcleo opositor del ruralismo, frente a la política de apertura a las exportaciones trigueras. Qué es lo que defiende la Mesa cuando rechaza el control oficial del mercado.
› Por Sebastián Premici y Raúl Dellatorre
El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, defendió ayer la apertura de la exportación de trigo y respecto de las críticas formuladas por la Mesa de Enlace recordó que “hubo quejas previas de que no se había registrado un mecanismo de apertura para la comercialización de trigo, pero cuando se produce la apertura se quejan porque se abre. ¿Están de acuerdo o en desacuerdo con abrir las exportaciones de trigo?”. Los integrantes de la Mesa de Enlace, Federación Agraria, Sociedad Rural, CRA y Coninagro vuelven a repetir su libreto: reclaman diálogo y, cuando lo obtienen, como en el caso de la mesa técnica de ganadería, sostienen que no es suficiente o, cuando desde el Poder Ejecutivo permiten exportaciones de trigo excedente, ellos reclaman más. El objetivo: mantener su conflicto político con el gobierno nacional. En ese esfuerzo, aceptan a cualquiera que les proponga lo que ellos reclaman. Tal es el caso de la iniciativa de Sergio Massa para eliminar las retenciones al trigo, sin ningún tipo de distinción entre grandes o pequeños actores. Una política de estas características incrementaría la concentración del sector, que la Mesa de Enlace –a veces– dice combatir.
Al comienzo de la campaña triguera que está finalizando, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires había calculado que la cosecha de este grano sería de 12,5 millones de toneladas. Sin embargo, avanzada la campaña, y con unas tres millones de toneladas ya exportadas, se decidió cerrar la venta al exterior tras constatar que los rindes totales serían de 8,2 millones de toneladas. La pregunta que surge es la siguiente: ¿fue un error técnico en el cálculo o el conjunto de los productores tiene guardada una mayor producción a la declarada?
El titular de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, reconoció ayer que existe mucho trigo excedente que está almacenado en silos. Incluso, el titular de Coninagro, Carlos Garetto, aseveró que la actual cosecha podría ser de 10,3 millones de toneladas, superior a los datos que manejan desde el Gobierno. Pero ese tonelaje no aparece en las declaraciones de los actores del sector.
La cadena de comercialización de granos está fuertemente concentrada. Y, además, integrada verticalmente. Los pequeños y medianos productores, alejados de los centros de comercialización, están prácticamente obligados a venderle el producto al acopiador de la zona en que producen. Estos acopiadores no son, en su gran mayoría, operadores independientes. El 80 por ciento, aproximadamente, están vinculados con las grandes cerealeras exportadoras. De modo que son estas últimas las que determinan el precio y la cantidad que les compran a los productores.
Además, las mismas grandes cerealeras son las dueñas de los principales molinos harineros. De tal forma que un grupo muy reducido de empresas –no más de cinco o seis– está en condiciones de manejar la producción, su destino a la exportación como cereal o a la industrialización, e incluso el posterior uso que se le da a la harina para exportación o para producción de pan en el mercado interno. Como muchas de estas operaciones son “intrafirma” o entre empresas vinculadas, y como las compras de granos a los pequeños productores en muchos casos se realiza en forma no declarada (“en negro”), estos monopolios cerealeros cuentan con la posibilidad de ocultar la información sobre los volúmenes producidos y comercializados, y su distribución entre mercado interno y exterior.
Solamente una mayor intervención y control del Estado podría romper este cepo a la información, pero es justamente a lo que más oposición presentan los grupos concentrados y las entidades que los representan, centralmente la Mesa de Enlace. Incluso, cuando las propias entidades tuvieron la oportunidad de generar mecanismos de comercialización autónomos, terminaron replicando las prácticas de las multinacionales que dicen combatir (ver aparte).
Frente a este escenario siempre apocalíptico para los dirigentes del sector, surgen algunos datos que rebaten su diagnóstico. Según un informe de la Corriente Agraria Nacional y Popular (Canpo), no sólo la soja ha crecido en producción. En el período 2001/02 a 2012/13, se alcanzó la mayor cosecha de la historia, con 105,76 millones de toneladas, es decir un incremento de 53 por ciento en relación con el inicio de la década. Sobre un total de 12 cultivos extensivos, nueve mostraron un incremento de producción. En cebada fue del 900 por ciento; en maní, 181 por ciento, seguido por algodón (149), arroz (120) y maíz (99 por ciento). La expansión de la soja fue del 72 por ciento.
Para el ministro de Agricultura, Carlos Casamiquela, la clave para seguir potenciando al sector será la generación de valor agregado lo más cerca posible del lugar de origen del producto. “No-sotros pensamos que debemos agregar valor a las materias primas, mediante la elaboración de productos diferenciados y de alta calidad, que tendrán menores retenciones. Esta estrategia permitiría que entren más divisas al país y que se generen puestos de trabajo”, manifestó. La generación de valor agregado requiere una fuerte presencia del Estado, algo que la Mesa de Enlace rechaza.
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