“La progresividad del sistema tributario ha mejorado en la última década. Los que se quejan siempre de la carga impositiva están en contra de la inclusión social y la equidad en la distribución del ingreso.” De esta manera, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, salió al cruce de un artículo del diario La Nación que cuestionaba al Gobierno por la “presión fiscal”, ubicándola en el 40 por ciento, según un trabajo de la Cepal. En Europa, el nivel de impuestos sobre el PBI va del 30 a casi el 50 por ciento, según el peso del Estado en cada uno de los países. Es decir, cuanto más presencia del Estado en la sociedad, mayor es la presión fiscal.

“Los que se quejan siempre del gasto público y la presión tributaria están en contra de la Asignación Universal por Hijo, están en contra de que niños, adolescentes y jóvenes tengan acceso a la educación y la salud. También están en contra del haber jubilatorio mínimo y de tener un sistema previsional con mayor cobertura”, advirtió el jefe de Gabinete.

Capitanich sostuvo que “los impuestos indirectos bajaron del 60 al 50 por ciento y los impuestos directos, es decir los que gravan la capacidad contributiva y el nivel de riqueza de los contribuyentes, se incrementaron del 40 al 50 por ciento”.

“Los que se quejan siempre del gasto público y la presión tributaria son aquellos que están en contra de que se distribuyan netbooks a los adolescentes para que mejore la tecnología de acceso a la calidad educativa”, agregó Capitanich.

La presión tributaria no es un problema en sí mismo. Es quizás el reflejo de la presencia del Estado en una sociedad. En la Unión Europea, con muchos Estados en retirada luego de la crisis financiera internacional, existe una presión fiscal cercana al 40 por ciento del PBI, según un informe publicado por la Eurostat, la agencia de estadísticas de la Unión Europea. La mayor fuente de ingresos fiscales es el impuesto sobre la renta, cercano al 50 por ciento, seguido por los impuestos al consumo.