ECONOMíA › OPINIóN
› Por Antonio Pronsato *
Luego de la publicación de la normativa que dio curso a la reasignación de subsidios al gas, para aplicar esos recursos en programas fuertemente inclusivos como la Asignación Universal por Hijo y el Progresar, que explicaron en detalle el pasado 27 de marzo los ministros de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, Julio De Vido, y el de Economía y Finanzas, Axel Kicillof, los diarios Clarín y La Nación dedicaron ayer sus portadas a alertar supuestas “subas” mayores a lo anunciado. Como había anticipado el ministro De Vido, comenzaba el carnaval de porcentajes sin asidero, lógica o sentido común.
Esos cálculos parten de un error elemental: el valor del gas en boca de pozo tiene una incidencia en la factura que pagan los usuarios del 20 por ciento en promedio. En consecuencia, su modificación por una cuestión puramente matemática no puede tener un impacto lineal en la boleta final. Deliberadamente, Clarín y La Nación analizan aisladamente la evolución que tendrá este ítem del cargo variable de la factura de gas y omiten en forma intencional que no es el único componente de la misma.
Esa mejora del gas en boca de pozo implica una reducción de subsidios porque disminuyen los incentivos que el Estado paga a las empresas productoras. Por lo tanto, no existe ningún aumento “adicional” como falsamente plantean esos diarios.
Si se tomaran el trabajo de hacer un análisis correcto, es decir incluyendo todos los conceptos que componen una factura de gas (precio del gas, transporte y distribución), obtendrían que el 55 por ciento de los hogares pagaba una factura promedio bimestral de 27 pesos y, a partir de agosto de 2014, cumplimentadas las tres etapas de reclasificación de subsidios, abonará un promedio de 60 pesos, lo que equivale a un peso por día. Es decir, la quinta parte de un boleto de subte, mientras que el 45 por ciento restante de los hogares, que son los de mayor consumo y poder adquisitivo, que abonaban una factura promedio bimestral de 140 pesos, pasarán a pagar una factura promedio de 300 pesos, lo que equivale a cinco pesos por día.
Estos valores no tienen ni el mínimo punto de comparación con los 16 pesos por día del valor de una factura del servicio de cable con Internet, de los 30 pesos por día que sale pasar por los peajes de la ciudad de Buenos Aires o del costo del servicio de celular.
No puede soslayarse que si el usuario consume un 20 por ciento menos que el mismo bimestre del año anterior, va a conservar el subsidio completo, es decir va a abonar lo mismo que el año pasado en el mismo período. Si no hay cambio de conducta, se reducirán los subsidios en tres etapas entre un 17 y un 80 por ciento, de acuerdo con el consumo. De ninguna manera puede alcanzar las cifras promocionadas por esos matutinos.
Para los usuarios que requieran mantener el subsidio, existe un registro de exceptuados por autopostulación que se mantendrá abierto para jubilados y pensionados que cobren la mínima, usuarios que por enfermedades crónicas requieran un gran consumo de gas, hogares que perciban la Asignación Universal por Hijo, pensiones no contributivas, entre otros. De la misma manera, se ha eximido de la aplicación de la medida al territorio desde el río Colorado hasta Tierra del Fuego.
Estas medidas no constituyen ningún ajuste, como se quiere hacer creer desde algunos sectores, todo lo contrario, constituyen un paso más en la equidad y permiten profundizar este proceso virtuoso de crecimiento con inclusión.
* Interventor del Enargas.
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