Mié 24.09.2014

ECONOMíA  › PAGO DE IMPORTACIONES CON DóLARES BURSáTILES

Una secuencia que termina en precios

› Por Javier Lewkowicz

Uno de los factores que empuja la cotización del dólar “contado con liqui” es la demanda de divisas de las empresas para concretar sus importaciones. Ese mecanismo es utilizado para acceder a dólares, ya que en el último tiempo el Banco Central, con el ojo puesto en que las reservas no bajen, es reticente a desprenderse del billete estadounidense. Como la economía es la disciplina de los efectos no deseados, el control sobre los dólares de las reservas del Central genera una tensión adicional en los precios, porque importar a un dólar superior a los 14 pesos infla los costos y revitaliza la presión empresaria para trasladar el efecto al consumidor. Y las compañías, en especial aquellas que tienen más poder de mercado, tienen aceitadas prácticas para no asumir caídas de rentabilidad.

Las importaciones están sujetas, desde hace años, a los controles oficiales. En los albores de la tormenta económica global de 2008, el Gobierno apretó los dientes con el uso de las Licencias no Automáticas, para evitar que las empresas de los países centrales descargaran el costo de la crisis sobre la industria nacional. Sobre ese escenario, el abaratamiento de la competencia extranjera, por la apreciación real del peso, junto a una incipiente estrechez de divisas, armó de nuevas alertas y el Gobierno lanzó, en 2012, las Declaraciones Juradas de Importación (DJAI).

Al filtro de las DJAI se sumó en el último tiempo el del Banco Central, que mira con los dos ojos qué pasa con las reservas. Los pedidos de compra al exterior, entonces, pasan por el primer tamiz, de la Secretaría de Comercio, que define qué sí y qué no en función de la sustitución de importaciones, el sostenimiento del empleo y la estabilidad de precios. El segundo colador, aún más exigente, es el de la autoridad monetaria.

En el último mes, la venta de dólares para importar fue muy menor a lo que reclaman las empresas, que encontraron en el “contado con liqui”, además de un acceso a las divisas ante las expectativas/deseos de devaluación, una vía para hacerse de los dólares para importar. El “contado con liqui” es una operación algo compleja para un inversor pequeño, pero fácil para los de mayor porte. Consiste en la compra en el mercado argentino de acciones o bonos nominados en pesos que también coticen en el exterior. Luego se transfieren esos títulos a una cuenta fuera del país. Se venden los papeles y la firma se hace de los dólares, depositados en el exterior. Es un mecanismo legal, siempre que respete las 72 horas de plazo entre la operación de compra y la venta del título.

Si bien es una forma de que las empresas argentinas cancelen compromisos en dólares sin afectar las divisas, un efecto no deseado del esquema es la presión sobre los precios. Sucede que las empresas, en definitiva, realizan una porción de sus importaciones a un tipo de cambio de 14 pesos, lo que presiona sobre los costos y los precios al consumidor. Otras firmas, como las automotrices y las electrónicas de Tierra del Fuego, importaron en el último tiempo a través del aumento de su deuda con las casas matrices y los proveedores de China, respectivamente. La importación a través de ese mecanismo no es masiva, pero sí ocurre y tiene impacto.

Las empresas grandes, a pesar de los controles oficiales, se las rebuscan para que firmas de menor porte o los propios consumidores absorban el sobrecosto. Uno de los mecanismos utilizados es retacear las ventas de productos en donde tienen posición dominante, para que los comercios pierdan stocks. Una vez que necesitan recomponerlos, los grandes proveedores venden a los nuevos precios, siempre más altos.

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