Dom 28.09.2014

ECONOMíA  › TECHINT PERDIO EL CONTROL DE LA SIDERURGICA BRASILEÑA USIMINAS

Alguna vez tenía que perder

› Por Raúl Dellatorre

La ruptura de las buenas relaciones entre el grupo Techint y su socio principal en la siderúrgica brasileña Usiminas, Nippon Steel, podría obligar al conglomerado ítaloargentino a un cambio fundamental de estrategia de negocios en la región. La firma de los Rocca sufrió, en la última semana, una suerte de “golpe de Estado” orquestado por la firma japonesa, que la dejó fuera del manejo de la compañía al ser desplazados los tres representantes de Techint que cubrían cargos en el directorio ejecutivo. Entre ellos, quien era hasta ese momento titular de la compañía, Julián Eguren. La “movida” de Nippon Steel se produce tras la negativa del grupo Techint a acceder a una “alternancia” en la conducción de la empresa, que le diera el manejo de Usiminas a los japoneses por los próximos cuatro años, según señalan medios brasileños citando fuentes de la firma ítaloargentina. Esta última promete recurrir a los tribunales para denunciar a la firma nipona por incumplimiento del acuerdo de accionistas, firmado por quienes, hasta hace unos días al menos, conformaban “el bloque de control” de la compañía brasileña. La adquisición del 27,7 por ciento de las acciones con derecho a voto en 2012 por parte de Techint, a través de sus firmas subsidiarias, implicó un desembolso total de aproximadamente 2700 millones de dólares, de los cuales unos 580 millones corrieron por cuenta de la firma argentina Siderar (ex Somisa).

La actividad siderúrgica tiene como característica en el mundo su alta concentración, con fuerte integración vertical (entre el manejo del recurso primario, el mineral de hierro y el control del mercado de los laminados en frío, insumo básico para la industria metalúrgica) en manos de firmas que, a través de fusiones y adquisiciones, fueron configurando estrategias globales que cada vez se desentienden en mayor medida de las metas de desarrollo de los países en los que se asientan. El ingreso de Techint a Usiminas en 2012, asociándose a uno de los tres gigantes del acero en el mundo, Nippon Steel (los otros dos son Arcelor Mittal y Baosteel), respondía justamente a ese tipo de estrategias. Brasil es uno de los grandes productores de mineral de hierro en el mundo, y la intención de Techint era, principalmente, alinear a Usiminas con su estrategia regional. Techint tiene una importante presencia en México y Argentina, países en los que es actor principalísimo del negocio siderúrgico. De allí que, para los Rocca, fuera tan importante un acuerdo con sus socios que le diera el manejo de Usiminas. Ello también explica la magnitud de su apuesta en ese proyecto: 2700 millones de dólares.

Techint desembarcó en Usiminas, en enero de 2012, a través de varias empresas bajo su control directo: Ternium, Siderar y Tenaris, y dos subsidiarias de éstas, Confab Industrial y Prosid. Adquirió el 27,7 por ciento de las acciones con derecho a voto, pero además firmó un “acuerdo de accionistas” con Nippon Steel y otros socios menores. En su balance del ejercicio 2012, Siderar de Argentina, como accionista, informaba sobre ese acuerdo, señalando que “la mayoría de las decisiones de ese grupo de control están sujetas, para su aprobación, a una mayoría del 65 por ciento de las acciones del grupo”. También daba a conocer la conformación y participación relativa de los accionistas en el bloque: grupo Nippon, 46,1 por ciento; Grupo Ternium /Tenaris, 43,3 y CEU (socio minoritario), 10,6. De forma tal que ninguno de los dos primeros podía alcanzar al 65 por ciento sólo ni asociado al grupo menor.

De acuerdo con la versión dada por fuentes de Techint a medios brasileños (publicada por el semanario económico Valor, de San Pablo), las cláusulas 4.8, 4.13 y 4.14 del acuerdo de accionistas le impedían a Nippon Steel llevar al consejo de administración una propuesta de destitución de ejecutivos sin consenso previo de los demás firmantes, así como tampoco votar la propuesta en el consejo aun en el caso de haber sido presentada por terceros (no firmantes del acuerdo). Este es el punto en el que se basaría la eventual demanda de Techint ante la Justicia para tratar de dejar sin efecto el desplazamiento de Eguren y de otros dos directivos propuestos por la compañía.

En los dos años que estuvo al frente de Usiminas, Eguren implementó una política de “reestructuración y saneamiento” en la búsqueda de bajar costos y dejar a la firma en condiciones de responder con mayor eficiencia a la estrategia global de Techint. Pero, a la vez, esta política dio como resultado significativas pérdidas en las empresas accionistas. En el comunicado que distribuyó en San Pablo, Techint destaca la importancia de la gestión de Eguren señalando que el proceso de reestructuración significó “conquistas que fueron fundamentales en la supervivencia de Usiminas durante uno de los períodos más delicados del mercado mundial del acero”.

Dicha conclusión parece no ser compartida por Nippon Steel, que ya un año atrás le reclamó a Techint cambiar los términos del acuerdo para habilitar una alternancia en la conducción. La empresa de los Rocca no lo aceptó, ante lo cual los japoneses habrían decidido hacer valer su “posición dominante” en el directorio: presentó la moción de destitución y tras una votación 5 a 5, desempató el “chairman”, con un voto “no positivo” para los directores de Techint. Toda una paradoja que el monopolio ítaloargentino resulte víctima y no verdugo en ese tipo de relación de poder.

Ahora el problema es cómo afectará la pérdida de control de Usiminas a los negocios globales de Techint. El mercado mundial del acero viene golpeado por una caída en la dinámica de la demanda que ha derivado en un exceso de capacidad de producción que ya lleva más de dos años, pese a que varios proyectos de inversión de las principales corporaciones han sido postergados (dos plantas proyectadas por Arcelor Mittal en Brasil, por ejemplo). En ese panorama, los medios especializados vienen señalando una actitud más agresiva de parte de los principales players del negocio siderúrgico con respecto a su competencia, de lo cual la ruptura del acuerdo con Techint por parte de Nippon podría ser un claro ejemplo.

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