ECONOMíA › REPORTAJE A AUGUSTO DE LA TORRE, ECONOMISTA JEFE DEL BANCO MUNDIAL
El representante del Banco Mundial cuestionó la posición de los fondos en litigio con la Argentina y consideró “lamentable” que no haya regulación para la reestructuración de deudas soberanas. “La Argentina debe recurrir a su creatividad para encontrar una salida”.
› Por Tomás Lukin
Desde Washington
“El problema de los holdouts es un tema irritante, esos fondos quieren recibir más que quienes participaron de la reestructuración. Lamentablemente, el mundo no creó un mecanismo de reestructuración de deuda”, indicó a Página/12 el economista jefe para América latina del Banco Mundial, Augusto de la Torre. Al finalizar la presentación de Desigualdad en una América latina con menor crecimiento, el funcionario del organismo multilateral ofreció una breve entrevista donde cuestionó el accionar de los fondos buitre y consideró que el país debería “buscar la forma de abrir el espacio para el financiamiento externo, que es la principal restricción que enfrenta Argentina”. Como funcionario del organismo multilateral, De la Torre pondera la recuperación distributiva y laboral registrada a lo largo de la última década en Argentina. Sin embargo, el economista ecuatoriano ha enfatizado reiteradamente a lo largo de los últimos años la necesidad de un ajuste del gasto fiscal, mayores tasas de interés y un tipo de cambio más alto como mecanismos para enfrentar los problemas macroeconómicos. Ayer volvió a ofrecer ese camino que, como evidenció la devaluación de enero, no redunda en una mejora de las exportaciones ni promueve el empleo.
–¿Cómo calificaría la situación actual de la deuda externa argentina?
–La Argentina ahora está en una impasse con una minoría de acreedores. Esa situación se da por la ausencia de un marco internacional institucionalizado para tramitar las reestructuraciones de deuda soberanas. Si el mundo tuviese algo parecido a una ley de quiebras, como la que existe para el sector privado, esa situación no se daría. Porque una vez que se alcanza un grado de adhesión determinado para el acuerdo, un tribunal obliga a todos los acreedores a participar. En el caso argentino y la de cualquier otro país soberano, ese marco no existe. Entonces, se tiene el problema de que hay acreedores recalcitrantes que no ingresan en los acuerdos. Todas las propuestas, como la que realizó la ICMA (International Capital Markets Association) para cambiar las cláusulas de acción colectiva son respuestas idiosincráticas a la ausencia de un marco institucional a escala global. En esa situación, la Argentina debe recurrir a su creatividad y espacios de maniobra para encontrar una solución que le permita salir.
–¿A qué se refiere con el margen de maniobra disponible?
–En la medida que un país no tiene acceso al financiamiento externo, un camino saludable es abrir espacio de maniobra a través de alguna decisión, que no sabría decir cuál sería, que restablezca el acceso normal al financiamiento local e internacional.
–El Banco Mundial destacó en diversas investigaciones y publicaciones la mejora distributiva registrada en la Argentina a lo largo de la última década. Durante todo ese proceso no recurrió al endeudamiento.
–No fue necesario. Argentina se desendeudó, reestructuró su deuda externa, se benefició del viento que dieron los altos precios de los commodities y una moneda muy competitiva a la salida de la crisis de los años 2000. En ese escenario pudo sostener el crecimiento y el Estado tuvo recursos suficientes para realizar una política redistributiva más fuerte y eso sucedió. Esa es la realidad argentina. El rebote de la economía estuvo asociado a enormes progresos sociales. Pero ese buen período ya no se observa, en gran parte, por factores externos. Es un denominador común entre todos los países emergentes.
–No entiendo cómo el endeudamiento externo, una nueva devaluación o un ajuste fiscal permitirían al país mantener los niveles de empleo y las mejoras distributivas.
–Argentina exhibe un nivel de endeudamiento bajo, pero por los temas vinculados con los holdouts, el acceso al financiamiento se le cerró. Esa es la principal restricción. Dada esa situación, el zapato empieza a apretar. Sin acceso al financiamiento externo, el déficit fiscal debe monetizarse. Además, la depreciación de la moneda afecta a los precios, hay un vínculo más estrecho. No puedo decir si hay espacio o no para mayores devaluaciones que no sean inflacionarias, o para sostener la demanda agregada. Un proceso de normalización le permitiría enfrentar los problemas que enfrenta. Si Argentina tuviese el acceso al financiamiento que tiene Colombia, Chile o Perú, lo que ahora aparece como restricción no lo sería. En el contexto actual, depender sólo del ajuste fiscal podría ser costoso en términos de empleo y distribución del ingreso en el corto plazo.
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