ECONOMíA › KICILLOF LES PLANTEO A FUNCIONARIOS, FINANCISTAS Y ACTIVISTAS LA POSTURA ARGENTINA ANTE LOS FONDOS BUITRE
En un nutrido encuentro en la embajada en Washington, el ministro elogió las propuestas para garantizar los acuerdos de deudas soberanas, pero advirtió que, ante Griesa, no alcanzan. “No me conformo con soluciones a futuro.”
› Por Tomás Lukin
Desde Washington
“Con jueces como (Thomas) Griesa, el funcionamiento del sistema financiero internacional es imposible. Nuestra vocación es seguir pagando lo más normalmente posible la deuda reestructurada y, para eso, les ofrecimos un menú de opciones a los acreedores”, expresó ayer por la tarde el ministro de Economía, Axel Kicillof. Después de participar de un almuerzo en el BID y una reunión con los ministros del G-24, el titular del Palacio de Hacienda encabezó por la tarde una conversación pública en la Embajada Argentina en Washington DC. El evento fue moderado por el prestigioso economista colombiano José Antonio Ocampo. “Todas las iniciativas en discusión para prevenir el accionar buitre son bienvenidas. El enfoque del sector privado y el FMI promueven cambios en las cláusulas de los bonos. Yo creo que esas modificaciones no van a alcanzar porque, como vimos, con Griesa está el peligro de las interpretaciones forzadas. Debería existir un mecanismo de negociación a escala global. Pero yo no me contento con situaciones para el futuro”, advirtió Kicillof ante un salón repleto. Entre los asistentes al evento convocado por el Consejo de las Américas hubo representantes del sistema financiero, como el banco J. P. Morgan o la firma argentina Puente, fondos de inversión y, también, funcionarios de organismos internacionales –FMI, Banco Mundial, OEA y OMC–, activistas de distintas ONG y empresarios.
“La sentencia a favor de los buitres es de cumplimiento imposible, con errores técnicos, y es ilegal, porque embargó fondos de terceros, los bonistas. Argentina quiere pagar, pero pareciera que quieren que eso no suceda. Vamos a seguir pagando todos nuestros compromisos”, reiteró el ministro, que llegó a la capital estadounidense por la mañana junto con el presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli. Todos los participantes del evento que llegaron al 1600 de la avenida New Hampshire tenían en las sillas una tarjeta para escribir preguntas y dos folletos: un tríptico con extractos de los respaldos de la comunidad internacional a la posición argentina y un update de la situación de la deuda externa, con 11 ítem donde se explican los puntos centrales de la disputa. “Pretendo no extenderme demasiado”, indicó Kicillof, aunque su primera intervención insumió 35 minutos corridos. “Bueno, ministro, respondió mis tres siguientes preguntas”, le soltó el colombiano cuando terminó esa introducción.
El titular del Palacio de Hacienda realizó un recorrido histórico y político del período de valorización financiera abierto en 1976 en el país, el default de 2001 y el proceso de reestructuración de la deuda con los canjes de 2005 y 2010. “La deuda que contrajo Argentina no estuvo asociada a crecimiento o mejora en condiciones de vida. Tampoco a la inversión en infraestructura, sino que el modelo de endeudamiento que siguió Argentina tuvo que ver con un proceso de especulación financiera”, sostuvo el funcionario, que ponderó las posibilidades contempladas en la Ley de Pago Soberano, aunque reconoció que el éxito de la medida depende de cómo actúen el juez estadounidense Thomas Griesa, los intermediarios y, fundamentalmente, los bonistas.
“No es que el gobierno argentino esté en contra del financiamiento externo, sino que el problema son las condiciones, las fuentes, los usos y los condicionamientos asociados a esos créditos”, advirtió Kicillof. “Los buitres recurrieron a un mecanismo mafioso de extorsión y tratan de instalar el pánico. A través de su lobby quieren demostrar que estamos contra las cuerdas. Dicen que Argentina no accede al crédito: pero en medio de todo esto firmamos un swap con China por 11 mil millones de dólares y los organismos multilaterales siguen brindando crédito. Muchos de los que están acá pueden atestiguar que dicen que nos pueden prestar plata. Aunque, hasta el momento, no la hemos tomado”, indicó al referirse a los banqueros, inversores y empresarios presentes.
Al comenzar el evento, la embajadora argentina Cecilia Nahon destacó la relevancia del tema en la agenda de los encuentros, durante la frenética semana de reuniones anuales del FMI y el Banco Mundial. “La situación de la deuda argentina no sólo es relevante para Argentina y América latina, sino que posee impacto sistémico”, coincidió Ocampo en una de sus escasas intervenciones. El colombiano, luego, fue el encargado de elegir las preguntas y realizar sus propias consultas. “Estas están en inglés, así que se las leo directamente”, le avisó Ocampo. “No problem”, le respondió Kicillof.
“Con un 92,4 por ciento de adhesión, la normalización fue unánime y absolutamente exitosa. El proceso tenía final feliz, pero siguieron los reclamos judiciales de los fondos buitre. Compraron los bonos a precio de remate después del default para litigar y conseguir más que el resto. Para ellos no vale el criterio de igualdad. Vienen a poner en riesgo ya no la reestructuración argentina, sino todas las operaciones a futuro”, sostuvo Kicillof.
“Antes de encontrar a Griesa, los buitres intentaron trabar embargos para cobrar todo. Intentaron llevarse esta embajada, las sillas, la tarima. No querían y no quieren negociar”, explicó el ministro al referirse tanto a las conversaciones mantenidas con el mediador Daniel Pollack como a los intentos del sector privado –argentino y foráneo– para comprarles a los buitres la sentencia. “Algunos fueron a hablar con los buitres pero rebotaron como una pelota, porque ellos tienen la sentencia de Griesa que les da muchísima fuerza. Es demasiado poder para el peor de todos. Y lo están ejerciendo. Argentina no puede involucrarse, pero si cualquier privado hace sus cálculos y quiere negociar, bienvenido sea”, advirtió antes de terminar. Finalizada la charla, el ministro partió hacia una cena con sus pares del G-20 en la biblioteca del Congreso de Estados Unidos, donde el orador principal fue el multimillonario empresario de medios Rupert Murdoch, especialmente convocado por Australia, que este año ejerce la presidencia del foro de países.
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