ECONOMíA › CóMO FUNCIONAN EL COMERCIO DE GRANOS Y LA LIQUIDACIóN DE DIVISAS
Los exportadores se adjudican un rol “pasivo” en la liquidación de divisas: sólo pueden traer los dólares, dicen, cuando el productor “decide” vender. Pero otros mecanismos de comercialización le otorgan un rol mucho más determinante.
› Por Raúl Dellatorre
Los exportadores de cereales, harinas y aceites insisten en que no son ellos quienes tienen la posibilidad de “retener” los granos destinados a su venta al exterior, pero legitiman “el derecho” del productor “a vender en el momento que él decida su producción”. Como el exportador sólo puede ingresar los dólares del exterior (como “anticipo” o “prefinanciación”) una vez que tiene en mano la factura del grano que le vendió el productor, en consecuencia dependerá exclusivamente de éste el momento de la liquidación de las exportaciones en el mercado de divisas. Sin embargo, hay otros factores en juego que distorsionan este aparentemente sencillo juego de responsabilidades. Esos otros factores evidencian que el exportador tiene bastante más poder de decisión que el que le otorgaría ser un simple y pasivo “receptor” de los granos en el momento que el productor decida venderlo.
“El agroexportador liquida las divisas antes de exportar, mientras que el exportador industrial lo hace recién cuando recibe el pago de su comprador en el exterior”, afirman voceros de la Cámara de Exportadores de Cereales (CEC) y la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara), que conforman el poderoso pool agroexportador que representa una tercera parte de los ingresos de divisas por ventas al exterior. El mecanismo al que se refieren es: el productor cosecha, guarda el grano en silobolsa y cuando lo decide, se lo vende al exportador. Este, factura en mano de la compra, le pide al ente financiero o banco del exterior que le adelante (o prefinancie) el valor de la operación. A partir de ese momento, y en un término no mayor de 96 horas, liquidan las divisas así ingresadas en el mercado cambiario y le pagan, con los pesos, al productor. “Sólo una muy pequeña parte de las exportaciones se realiza por fuera de ese mecanismo”, refieren en las cámaras del sector.
Así descripto, el único en condiciones de retener en silobolsas es el productor. Sin embargo, habría que contemplar que las principales cerealeras tienen, todas ellas, extensiones de campos propios en producción propia cuyos granos no siguen el mecanismo descripto. Otro dato no menor es que el grueso de las acopiadoras que operan en las principales rurales son propiedad de las mismas exportadores, aunque funcionen como unidades económicas independientes. Allí cabe la posibilidad de que ese “intermediario”, no independiente, pueda decidir “embolsar y retener” el grano. Es un hecho comprobable en muchas regiones, más allá de la formalidad y el momento en que el producto facture el grano. Un análisis más profundo merecería el recorrido de los granos que se producen “en negro” o no declarados y cómo llegan a ser exportados.
Y no sólo es soja lo que se demora en las silobolsas, sino también maíz, según se comprobó en las últimas semanas. Producto que es exportado por las mismas cerealeras que comercializan la soja. Cuando se consulta a los fiscalizadores del comercio exterior y de divisas, estiman que el volumen de granos retenidos oscila entre los 22 y 24 millones de toneladas. “¿Retienen sólo los productores o también los exportadores?”, consultó este diario a uno de esos funcionarios. “Ambos, quizá mitad y mitad”, fue la respuesta, antes de la explicación de cómo los exportadores sí podían retener aunque, según el mecanismo formal que invocan, los inhabilitaría. Según los propios exportadores, las ventas al exterior de granos se liquidan en el país con una antelación de hasta 30 días y las de aceites y harinas, de hasta 90 días. “Las cerealeras también ingresan divisas anticipadas para financiar futuras siembras; el nivel de endeudamiento con bancos del exterior por ingreso anticipado de divisas es permanente”, señalan las fuentes de CEC y Ciara. Deudas que deberán ser compensadas con la transferencia, a favor de los bancos acreedores, de los pagos que efectivicen los compradores del grano en el exterior.
Todo ello convierte a los exportadores de cereales y oleaginosas en un actor principalísimo del comercio exterior y el mercado de divisas. Demasiado importante para el funcionamiento y equilibrio del resto de la economía y demasiado importante para los organismos de control respectivos, cuyo funcionamiento y eficacia están puestos a prueba.
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