ECONOMíA › TEMA DE DEBATE: LAS CORPORACIONES Y LOS DIRECTIVOS QUE IMPULSARON LA DESREGULACIóN
En su reciente libro, El poder en la globalización financiera, el economista Julio Sevares enumera una serie de hitos en el camino de la desregulación. El papel clave del Citibank, JP Morgan Chase, Bank of America, Wells Fargo, Goldman Sachs y Morgan Stanley.
› Por Javier Lewkowicz
Hay varios argumentos para explicar la actual influencia de las finanzas en la economía mundial. De cara a la crisis de las hipotecas subprime, los liberales plantean que hubo “errores”, que falló la regulación, porque la tecnología de la información va más rápido que los organismos regulatorios. Un sector del progresismo abona esa idea. Otro grupo se anota en el libreto de la izquierda, que explica que el problema es que la presión de los capitalistas para sostener la tasa de ganancia del capitalismo “real” empujó al mundo a la desigualdad de ingresos. Y que entonces los trabajadores sólo pueden acceder a los bienes a través del endeudamiento, y que esa burbuja, claro, estalla en algún momento. En el medio, la timba de los commodities es mucho más lucrativa que la inversión en fierros. Escondidos detrás de las explicaciones están “los actores”: directivos de corporaciones y políticos norteamericanos y europeos que intercambian roles según el momento. ¿Cuáles son los vínculos de JP Morgan Chase, Bank of America, Wells Fargo, Citigroup, Goldman Sachs y Morgan Stanley con el poder político? ¿Qué acciones desplegaron para concretar su objetivo? ¿Qué modificaciones normativas hicieron posible hablar de las calificadoras de riesgo, del mercado de commodities, de los paraísos fiscales y de los bonus de los banqueros en el modo en el que se habla en la actualidad? En su reciente libro, El poder en la globalización financiera, el economista Julio Sevares enumera una serie de hitos en el camino de la desregulación financiera.
El abandono del sistema de tipos de cambios fijos (1973) abrió la posibilidad de especular con las monedas y generó el mercado de los títulos que operan como seguros de cambio. En paralelo, los organismos financieros internacionales presionaron alrededor de todo el mundo para liberalizar los movimientos de capital. En 1980, Estados Unidos dictó la ley de desregulación de instituciones de depósito y autorizó fusiones bancarias, y en 1981 se aprobó la creación de entidades desreguladas que comenzaron a funcionar como paraísos fiscales dentro del territorio norteamericano, lo que generó una competencia hacia la desregulación que llegó al extremo en las famosas plazas de los países caribeños. Ese mismo año se redujeron impuestos a las ganancias financieras y se permitió la “securitización” de las hipotecas. El combo multiplicó varias veces y en pocos años el negocio financiero.
“La creación de nuevos y gigantescos holdings bancarios diversificados aumentó la concentración del sector financiero así como la complejidad de sus operaciones y la dificultad para comprenderlas y regularlas. Los bancos ganaron capacidad de presión sobre los estados. La nueva legislación transformó a Wall Street en un gigantesco casino (...). En rigor, en algo más loco que un casino, porque en un casino usted tiene que poner su propio dinero para hacer apuestas. Gracias a la desregulación, compañías financieras como AIG (American International Group, que debió ser rescatada por el Estado norteamericano en 2008) pueden apostar miles de millones, si no billones, sin tener dinero para respaldar sus juegos (...). Gracias a la era de la desregulación de Clinton, el mercado de derivados es ahora cien veces más grande que el presupuesto federal y los cinco bancos más grandes del país controlan más del 90 por ciento del negocio”, indica Sevares, en función de las declaraciones de un analista de Wall Street.
–En su trabajo, usted resalta el rol activo del Citibank en el proceso de desregulación financiera.
–Hay bastante registro de la acción de lobby de ese tipo de agentes financieros. Tal vez el caso más notorio es el del Citibank, uno de los bancos más creativos en desarrollar instrumentos para ofrecer cuentas con alta liquidez que pagaban intereses, algo que estaba prohibido en Estados Unidos en los `80. Eran acciones violatorias de la normativa pero las autoridades regulatorias lo permitieron, a partir del lobby de los senadores más liberales. Y más adelante, también el Citi fue pionero en el desarrollo del holding, a través de fusión de las operaciones de banca comercial y de inversión, que estaban prohibidas pero eran también toleradas por las autoridades. De hecho, el Citigroup reunió a la banca comercial con servicios de comercio de títulos y seguros y se formó dos años antes de la aprobación de la nueva legislación. En el medio, la Fed le dio un permiso temporario.
–La financierización, como toda gran transformación económica en los países desarrollados, tuvo un efecto inmediato en la periferia.
–Es tan así que la Argentina fue un país pionero en la desregulación financiera. En los ’80, luego de los cambios normativos de la dictadura, con Alfredo Martínez de Hoz en el Ministerio de Economía, el mercado financiero argentino era más liberal que el de Estados Unidos o Europa, una cosa increíble. Teníamos libre fijación de tasas de interés, algo que en las economías desarrolladas todavía no existía. Yo destaco dos procesos que a nivel global van definiendo el nuevo carácter del capitalismo. Por un lado, la tasa de ganancia que cae por la crisis del petróleo, lo que fomenta la búsqueda de rentabilidad financiera. Al tiempo que los dólares de los países petroleros buscan ser reciclados, se genera una enorme liquidez que se va montando sobre todas estas operaciones financieras. A la vez, desaparece la convertibilidad en oro y con ella el sistema de tipo de cambios fijos, con lo que las variables monetarias empiezan a tener grandes variaciones. Ahí las empresas y los bancos tienen la necesidad de establecer seguros de cambio y hacer contratos a futuro. Todo esto presiona para que haya mercados con libre movimiento de capitales, y los países periféricos jugaron ahí un rol fundamental como tomadores de crédito y fugadores de divisas, bicicleta que terminó en las crisis de la deuda de fines de los ’80. El consenso pro mercado nacía de arriba, desde Ronald Reagan y Margaret Thatcher.
Capítulo aparte merecen los commodities, burbuja de la cual, cabe resaltar, se beneficiaron los países emergentes en estos últimos años. Sevares explica que en el año 2000 se sancionó en Estados Unidos la Commodity Futures Modernization Act. En el medio de esos cambios, el titular de la Future Commodities Trading Commision, Brooksley Born, propuso que su organismo participara de la regulación de los bancos en el negocio de los derivados (contratos financieros en relación con la variación de precio de commodities). Pero el ex secretario de la SEC, Arthur Levit Jr.; el secretario del Tesoro de Clinton, Robert Rubin, y el titular de la Fed, Alan Greenspan, se opusieron firmemente. El sucesor de Rubin, Larry Summers, también se opuso al mayor control sobre derivados, al igual que el siguiente secretario del Tesoro bajo el gobierno de George Bush, Han Paulson, hombre de Goldman Sachs.
Por su parte, los Credit Default Swaps (CDS), que son seguros contra default, fueron creados en 1997, en momentos previos a la crisis financiera asiática. “Los creó el banco de inversión JP Morgan como seguros o pases contra default de instrumentos financieros, lo que dio un impulso decisivo a la diversificación y expansión del mercado de derivados. Muy pronto, los CDS no sólo se utilizaron como seguros sino que también se titularizaron. El valor de la emisión de CDS superó al de los bonos asegurados, algo así como un crédito hipotecario que vale más que la casa que lo respalda. Se convirtieron en uno de los derivados más difundidos y peligrosos, como se demostró en la crisis iniciada en 2007”, explica Sevares en su trabajo.
–¿Cuál es el rol de las nuevas tecnologías de la información en este proceso?
–Si estás en el siglo XVIII podés mover el capital si cargás el oro en un barco. En el siglo XIX los mercados ya estaban vinculados, ahora es al instante. Pero la tecnología existe porque los Estados lo han permitido. Entonces ahí radica la cuestión de fondo.
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